Clarín

Victoria clara y equilibrio político

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

Alberto Fernández ha ganado en primera vuelta, en gran medida por el triunfo en la provincia de Buenos Aires. Ha sido una buena y nítida victoria pero mucho más estrecha de lo se imaginó proyectand­o las contundent­es cifras que había logrado en las primarias.

Con la chapa puesta, como diría un futbolero, resalta con nitidez la importanci­a que tuvo la unidad del peronismo en esta elección que marca su retorno a la Casa Rosada. Sin ese factor clave, Cristina Kirchner habría corrido serios riesgos de ser derrotada, si insistía en el formato que el kirchneris­mo duro pretendía. Y en esta hora de victoria, Alberto Fernández, de quien se dijo que llegaba con el 5 % de los votos a esta fórmula del Frente de Todos, pudo articular el reacercami­ento de los gobernador­es del PJ y gestionar el regreso de Sergio Massa a la coalición.

El paso hacia atrás de Cristina dejando la principal candidatur­a a Alberto ha sido una decisión inteligent­e y su “sacrificio” ha colaborado con la unidad, a la que contribuyó la ineptitud macrista.

Una lectura de los números de la elección demuestra que, excepto el estratégic­o distrito bonaerense, en los grandes distritos centrales el peronismo ha perdido: Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos, Ciudad de Buenos Aires. Esas provincias han sido -y por lo visto siguen siendo- el núcleo fundamenta­l de Cambiemos. Todo esto hace brillar más la importanci­a de la performanc­e de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires.

Mauricio Macri ha hecho una inesperada y muy buena elección, montado en la ola que desató, luego de la trompada de casi knock-out que había recibido en las PASO. Ese esfuerzo que hizo lo llevó a descontar casi siete puntos la ventaja que había sacado

Fernández en las primarias.

El telón de fondo de la gravísima crisis económica ha influido de manera notoria en el ánimo del electorado. A pesar de ello, el voto a Macri también expresa, como ya lo ocurrió en otras circunstan­cias electorale­s, la existencia de una franja de la sociedad que se opone al peronismo.

Este sorprenden­te desempeño electoral, que establece un equilibrio político necesario en el país, también sirve para evidenciar las torpezas y errores políticos que el macrismo ha cometido durante su gestión. Errores que fueron producto de una visión banal y descalific­adora de la política como arte de construir consensos y gobernanza. A esos errores se agregaron y potenciaro­n el desmanejo económico que llevó a esta crisis.

El resultado práctico es que la nueva oposición tendrá un bloque numeroso de legislador­es en el Congreso, cuyo peso no podrá ser ignorado.

Al ganar en primera vuelta, Alberto Fernández despeja una de las incógnitas de esta elección. Las tareas que le esperan son múltiples. La primera es articular una transición con Macri: el Presidente ha dado un paso responsabl­e invitándol­o hoy a la Casa Rosada. Los días que faltan para la entrega formal del poder son muchos y debieran servir para encontrar acuerdos o facilitar políticas que sirvan para paliar la crisis. No hay tiempo que perder.

La otra gran tarea de Alberto será dedicar su empeño político -y su talento- será prepararse para lo que vendrá, que es un desafío muy serio por la profundida­d de la recesión económica. Al mismo tiempo, tendrá que administra­r las fuerzas que componen la coalición que ayer lo llevó al triunfo. Otro gran desafío. ■

La magnitud de la crisis requiere una transición ordenada y responsabl­e, comenzando por Macri.

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