Clarín

Los bonistas esperan el llamado para sentarse a negociar la deuda

- Gustavo Bazzan

Los inversores que tienen en su poder títulos de la deuda argentina imaginan que a partir de este lunes deberían empezar a recibir señales más o menos concretas sobre cuál será el camino que elegirá la Argentina para reperfilar su deuda.

Hasta ahora los mensajes que se dieron desde el Frente de Todos es que se busca una solución “amistosa y consensuad­a” y que la intención inicial apuntaría a resolver la cuestión de una manera más o menos simple: limitarse a estirar plazos de pago para que nadie sufra una quita de capital.

Ni los bonistas más crédulos tomaron en serio esa afirmación. Sacan cuentas simples: para que la Argentina pueda afrontar un reperfilam­iento que solo consista en postergar plazos de pago, el Gobierno deberá obligarse a hacer un esfuerzo fiscal demasiado grande, como para garantizar­se los fondos que requerirán los servicios de la deuda.

El Fondo Monetario Internacio­nal no se privará de opinar de la propuesta que se les haga a los bonistas. El organismo dirá, llegado el caso, si le parece o no sustentabl­e en relación al sendero fiscal que elija la Argentina.

Lo del esfuerzo fiscal es consecuenc­ia de que la Argentina no tiene posibilida­d por ahora de financiars­e en los mercados voluntario­s de deuda. Sus recursos para pagar deuda en dólares deberán salir del superávit comercial.

Y por la deuda en pesos (buena parte de ella reperfilad­a hasta marzo) la incógnita es si se apelará a la emisión monetaria para hacer frente a los pagos o se armará una estrategia de mayores plazos, para evitar una fuerte emisión de pesos con impacto directo sobre la inflación.

Los acreedores hacen diversas cuentas, que podrían resumirse así: la quita que deberán aceptar los bonistas será inversamen­te proporcion­al al sendero de superávit fiscal que se fije la Argentina. Esto es, si el próximo Gobierno no quiere avanzar con un ajuste del gasto que lo lleve a pasar del déficit al superávit en poco tiempo, la quita que deberán soportar los acreedores será importante. Por el contrario, si la Argentina se compromete a una férrea disciplina que la lleve rápidament­e al superávit, la quita será menor. Las opciones de quita van del 60% al 20%.

Entre esas dos opciones, en el mercado opinan que el programa económico de Alberto Fernández no buscará, en principio, fijarse metas fiscales muy exigentes.

De todos modos, a los bonistas no les suma ni les resta la consigna “sin quita”, porque lo que miran es el valor presente neto (VPN) del bono. Para entenderlo rápido: el solo hecho de postergar un pago por cuatro años, como a priori se pretende, le baja el VPN a un título público. No es lo mismo cobrar 100 dólares hoy, que 100 dólares en 2024.

También se habla de respetar el capital pero reducir la tasa de interés, o armar un esquema en el que no se paguen intereses por cierto tiempo, o se capitalice­n, o la tasa vaya creciendo en el tiempo. Todo para desahogar al fisco en estos años. El recorrido recién empieza. ■

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