“Construyamos un país posible para todos, porque es posible”
Es importante no confundirse con la crisis de Chile. No es contra el gobierno de Sebastián Piñera en especial, es contra toda la clase política. La gente está harta de los privilegios y como bien dijo la esposa del presidente chileno, “vamos a tener que resignar algunos privilegios”. No es una acción terrorista respaldada por Cuba o por Venezuela, con independencia que haya algún agitador de ese origen: la crisis chilena es autóctona y auténtica.
Sería bueno que nuestros políticos tomen nota de lo sucedido en el país vecino, ya que en Argentina la gente elige por descarte y, como diría Borges, “no nos une el amor sino el espanto”, elegimos por lo menos malo. Excepto los fanáticos de un lado y otro, la gente normal y pensante sabe quién es quién. Sabe que la señora Kirchner es una dama privilegiada que vive de suculentas dietas de su condición de senadora y de su riqueza acumulada cuyo origen es motivo de investigación. También, que el actual Presidente es un privilegiado, de la misma forma que los nuevos ricos gobernadores y asesores que viajan en jets privados. La gente lo sabe y los ve. Que la clase política no se confunda, no creemos en las promesas electorales porque nunca las cumplen. Le damos el crédito de nuestra confianza, pero nunca es un cheque en blanco, optamos por uno u otro según nuestro criterio, pero como decía un viejo amigo, “no comemos vidrio”.
“Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Es hora que las cargas se equilibren y que los ajustes feroces -producto de las administraciones irresponsables- sean pagados equitativamente. El capital cuida sus privilegios y es siempre llorón.
Construyamos un país posible para todos, porque esto es posible.