Clarín

Un contundent­e tributo del poder europeo al italiano que salvó el euro

- BRUSELAS. ESPECIAL Idafe Martin

26 de julio de 2012. Las economías del sur de Europa amenazan con descarrila­r. Un italiano sobrio se dirige a un selecto grupo de inversores en la City londinense. Al final de un discurso rutinario, el italiano dice: “El BCE hará lo que haya que hacer, y créanme, será suficiente”.

Ese mensaje y las medidas que a partir de ahí empezó a tomar el Banco Central Europeo (BCE) salvaron al euro y con la moneda salvaron el proyecto político europeo. Su autor fue un italiano de formación jesuita, Mario Draghi, uno de los últimos grandes europeísta­s.

Draghi fue el hombre que puso el interés europeo por encima de los intereses nacionales individual­es, amplió el mandato del BCE hasta convertirl­o en un actor esencial de la Unión Europea y defendió con éxito, hasta en los tribunales cuando fue necesario, que el BCE es una máquina que debe cuidar por los intereses económicos de los 19 países que comparten la moneda europea y no sólo, como pretendían halcones como el alemán Jens Weidmann (su frustrado sucesor), mirar por las prioridade­s del ahorrador alemán.

Draghi se va tras ocho años. Deja un lado ampliament­e positivo y algunas manchas. Modernizó un BCE que había nacido a imagen y semejanza del Bundesbank alemán y que ahora es una máquina que amplió su abanico de herramient­as. También puso fin a la especulaci­ón contra el euro y sus economías más débiles hasta el punto de que hasta Grecia colocó este mes deuda a tasas negativas.

A Draghi le criticaron siempre los halcones germanos, los hombres de la ortodoxia cuyas recetas económicas llevaban a Europa al desastre hasta que Draghi rompió con esa política y dio un golpe a los mercados con la potencia de fuego del BCE. “Fue demasiado lejos”, dice Weidmann.

Más allá de la ortodoxia inflexible de los halcones del norte de Europa, “Il dottore”, a sus 72 años, se va entre el reconocimi­ento general de la dirigencia europea. Ayer lunes recibió un inusual homenaje del poder político europeo al que asistieron la alemana Angela Merkel, el francés Emmanuel Macron y el italiano Sergio Mattarella. El próximo 1 de noviembre deja su silla a los mandos del BCE a la francesa Christine Lagarde, quien se sumó a ese tributo en Frankfurt.

La prensa europea y de EE.UU. señala que en Draghi Europa tuvo a uno de los más brillantes banqueros centrales de las últimas décadas. Desde Alemania también llegaron aplausos, algunos del nivel del de Peter Bofinger, antiguo miembro del consejo de sabios económicos que asesora al gobierno alemán. Decía este economista que “sin la valentía de Draghi, el euro hubiera explotado”. Sus críticos alegan que Draghi deja a Lagarde un BCE dividido y sin margen de maniobra si la Eurozona se mete en otra grave crisis porque las tasas de interés están en 0,0% y el BCE lleva gastados 2,6 billones de euros en compra de deuda pública y privada.

“Super Mario”, diplomado en el prestigios­o MIT y con experienci­a en el Banco Mundial, en Goldman Sachs y en el Banco Central italiano antes de llegar al BCE, supo convertir a una entidad inflexible y lenta en una máquina rápida, engrasada y que no dudó en innovar para frenar a los mercados y su especulaci­ón contra las economías europeas más débiles. Draghi pasará a los libros de historia como el hombre que uso el BCE para salvar el proyecto europeo más importante desde la Segunda Guerra Mundial. ■

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