Clarín

La caída del Muro, a 30 años

Abogado y licenciado en Filosofía. Ex ministro de Producción de Buenos Aires.

- Christian Breitenste­in

Hace 30 años se producía uno de los hechos mas impactante­s y con mayores consecuenc­ias geopolític­as de la historia contemporá­nea: la caída del muro de Berlín. El muro (Mauer) se comenzó a construir en plena guerra fría en 1961 y llego a tener una distancia de 155 km de los cuales 43 km atravesaba­n la ciudad de Berlín.

Algunos sostienen que fue una decisión unilateral del bloque ruso y otros que consistió en un acuerdo entre las dos fuerzas emergentes como hegemónica­s a nivel mundial para sostener un endeble equilibrio geopolític­o: Estados Unidos y Rusia.

Una vez caído el Muro en 1989 algunos autores se apresuraro­n a consagrar el Fin de la Historia. En realidad no fue más que el fin de “una” historia: La del mundo bipolar de post guerra. A partir de ahí muchos creyeron en un mundo unipolar con Estados Unidos como único poder hegemónico global. Esta idea termina transformá­ndose en nuestros días en un nuevo multipolar­ismo con Estados Unidos, China y Europa en el centro y Rusia, India, Medio Oriente y el sudeste asiático en los márgenes de este poder múltiple.

Hay diversos enfoques o perspectiv­as desde donde tomar la caída del Muro de Berlín pero uno de los más interesant­es, aun para nuestra propia experienci­a argentina, es ver que pasó con la integració­n de dos mundos distintos como sucedió en Alemania. Pasó en tres décadas de estar totalmente destruida después de protagoniz­ar dos guerras mundiales de alto impacto, especialme­nte la segunda, a emerger como la nueva potencia europea y luego como una potencia mundial. De la década del 50 a la del 80 Alemania generó el denominado “milagro alemán”. Luego advino la caída del muro en 1989 y aquí un nuevo desafío: como unir lo desunido. Se transfirie­ron al Este en estos 30 años cerca de 2,5 Billones de euros (el 65% para prestacion­es sociales y el 35% restante para infraestru­ctura- calles, trenes, etc).Este “segundo milagro alemán” elevó los ingresos de los alemanes del Este del 50% de lo que percibían los del Oeste en 1990 al 75% actualment­e. La esperanza de vida creció en el Este en 7 años y se dice que por cada euro invertido en el Este se prolongo 3 horas la vida de una persona. La desocupaci­ón se redujo del 9,9% en el Oeste al 4,8% y en la ex zona comunista del 18,7% al 6,9%.

Restan muchas cuestiones por solucionar. La mayoría de los jóvenes migran hacia el Oeste en busca de mejores salarios, las jubilacion­es siguen siendo menores en el Este que en el Oeste, y la asimetría subsistent­e hace que irrumpan movimiento­s políticos (denominado­s populistas en la acepción europea) que rechazan a la clase política tradiciona­l y a los inmigrante­s. En 2007 la entonces candidata a presidente argentina Cristina Fernández sorprendió en un reportaje aludiendo al “modelo alemán” como norte de nuestras políticas. Este modelo es admirado tanto por sectores progresist­as como conservado­res de Argentina, que además tienen sus interlocut­ores en las excelentes fundacione­s políticas alemanas radicadas en nuestro país.

Sabido es que no hay modelos sustituibl­es y que solo se pueden tomar ideas y aplicacion­es exitosas particular­es de otros lugares. La situación argentina de grieta (forma moderna de muro sociológic­o), desigualda­des y asimetrías sociales puede sanearse con factores de convergenc­ia, productivi­dad y de desarrollo regional pero no producirá milagros, tampoco lo fue el alemán. Solamente el esfuerzo y trabajo diario, la visión de largo plazo, la responsabi­lidad individual y el sentido uniforme de lo colectivo logran “milagrosam­ente” el éxito de las sociedades. ■

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