Clarín

Hacen falta cambios en el Código Penal

- Especialis­ta en seguridad vial Pablo Martínez Carignano

Tenemos que ser consciente­s de que el caso de Macarena se repite a diario en nuestro país. Semana a semana nos enteramos de que un conductor borracho circula con exceso de velocidad, zigzaguea, atropella, mata y huye. Cuando la causa llega a juicio, los magistrado­s tienen dos opciones. En general, optan por aplicar la letra del Código Penal vigente y permiten que el homicida sea excarcelad­o, ya que las penas para el homicidio culposo, y más para las lesiones gravísimas culposas, son leves. Desde un punto de vista técnico lo que hacen es correcto: es la ley que tenemos.

Otras veces, las menos, los jueces interpreta­n que lo que prevé el Código no alcanza para castigar una conducta tan grave como la de Silvoso: entonces apelan a la doctrina y utilizan la figura del “dolo eventual”, que equipara las penas con el delito doloso. Esto es lo que reclamaban los papás de Macarena: una pena de hasta 10 años de cárcel.

Dos reflexione­s. Primero, que el Código Penal siempre llega tarde, toda vez que el castigo aparece cuando alguien ya murió o fue herido. Por eso, el Estado debe ser obsesivo en la prevención. En un país en el que los controles de alcoholemi­a fueran permanente­s, la quita de la licencia ante faltas graves constituye­ra la sanción natural, y la educación vial formara parte del contenido escolar, el cambio cultural estaría más cerca. Segundo, que la situación de justicia aleatoria que sufrió Macarena debe remediarse. No es aceptable para las víctimas y sus familiares, como tampoco para los imputados en su defensa, que la carátula del hecho dependa de la voluntad de un fiscal, de la empatía de un juez, del tesón de la querella o de la trascenden­cia mediática del caso.

Sería muy bueno para todos que el nuevo Parlamento se ocupara de analizar cambios en el Código Penal en favor de los familiares de las víctimas de la insegurida­d vial, y también como mensaje a todos quienes conducimos: o lo hacemos respetando las normas y la vida de nuestros semejantes, o nos hacemos cargo de las consecuenc­ias, pero en serio.

La insegurida­d vial es la primera causa de muerte en jovenes en nuestro país. No se trata de accidentes fortuitos ni tragedias inevitable­s sino, como en el caso de Macarena, responden a una causa concreta que pudo ser evitada. ¿Cómo? Simple: Silvoso no debió manejar si estaba borracho. Y si lo hizo, que pague por ello. ■

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