Clarín

La otra cara de El Profesor

De interpreta­r al cerebro detrás de “La casa de papel”, ahora hace de Óscar en la serie “El embarcader­o”.

- Silvina Lamazares slamazares@clarin.com

Rolando Rivas y Héctor Panigassi quedaron marcados a fuego en la memoria de muchos argentinos. Imposible olvidarlos si uno siguió la historia del taxista (1972) y la de Gasoleros (1998). Tanto, que, Claudio García Satur y Juan Leyrado han sido rebautizad­o muchas veces con sus nombres de ficción. ¿Malditos personajes? O ¿benditos personajes? El Profesor de La casa de papel (2017) -la serie española que se convirtió en un fenómeno del streaming- intenta ahora reinventar­se.

Álvaro Morte, el gaditano que le dio vida al “cerebro detrás del atraco” a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, se animó a probarse en otro rol, menos estructura­do, menos cerebral, atravesado por la emocionali­dad. Por momentos es una suerte de hippie -en caso de que eso no sea un anacronism­o-, que no sólo cree en el amor después del amor, sino en dos amores al mismo tiempo.

Así es Óscar, uno de los protagonis­tas de El embarcader­o, la serie -disponible en el catálogo de Movistar Play- que le permite cambiar de registro. De hecho, cuesta encontrar a Sergio Marquina -la identidad real de El Profesor- en ese cuerpo que se disocia para no arruinar su doble vida.

En la ciudad es el marido de Alejandra (Verónica Sánchez), una arquitecta que va por la gloria y cree formar un matrimonio perfecto. Hasta el día en que descubre -apenas comienza esta ficción de ocho episodios- que Óscar también tiene otra familia, en las afueras, con una mujer que agita las banderas de la libertad en todas sus formas y una hijita preciosa.

Allá, lejos de las formalidad­es y el recorte urbano, Óscar es más hippie todavía. Ahí, junto a Verónica (Irene Arcos), saca a relucir al bohemio que le invita a derribar mandatos, a disfrutar de lo imprevisib­le, a aflojarle el nudo de la corbata al señor que, en su otra casa, aparenta ser otra cosa.

Nacido en Cádiz hace 44 años, Morte es un actor que ha transitado la televisión desde el 2002, con un pequeño papel en Hospital Central. Ha pasado por varias ficciones - El secreto de Puente Viejo, entre otras-, pero fue La casa de papel la que lo volvió una cara reconocibl­e en buena parte del mundo. Ni qué hablar de la Argentina. Aquí es más El Profesor que Álvaro. Y él ha confesado en varias entrevista­s que a Sergio Marquina le estará “siempre agradecido”.

En la serie que va por su tercera temporada -las tres disponible­s en Netflix-, compone a la cabeza de la banda, al hombre que pergeñó el asalto del siglo, de la mano de un puñado de atracadore­s con nombre de ciudades: Tokio (Úrsula Corberó), Río (Miguel Herrán), Nairobi (Alba Flores, la nieta de la inolvidabl­e Lola Flores) y Berlín (Pedro Alonso), entre otros. Y terminó, al cabo de la segunda temporada ( que en realidad, de acuerdo al planteo que hizo originalme­nte la productora Vancouver, la misma de El embarcader­o, se trató de la segunda parte de la primera temporada), conquistan­do a la inspectora Raquel Murillo (Itziar Ituño), que intentó desbaratar el atraco.

En la tercera -que se estrenó el 19 de julio de este año-, la banda, con nuevas ciudades en su mapa delictivo (como Palermo, a cargo del argentino Rodrigo de la Serna), va por el asalto al Banco de España. Allí, El Profesor sigue tan compenetra­do con su metodologí­a como el primer día. Riguroso, estratega, frío, invencible.

De acuerdo a su nueva hoja de ruta, eso queda en las antípodas del Óscar León Faus que, sin quererlo, termina uniendo a sus dos amores más de lo que imagina. Si bien él tiene un lugar clave en la trama, la serie (que el 17 de enero estrenará su segunda temporada) es una historia de mujeres, con todos los matices posibles. En esa amplia paleta, hay un color interesant­e, curiosamen­te, para la Blanca que compone Cecilia Roth (la madre de Alejandra).

En medio de todas ellas, Óscar se las ingenia -tal vez sin proponérse­lo- para cruzar sus vidas, arrasando con los prejuicios y los mandatos. Se hace querer tanto como odiar. En eso, sí, uno puede descubrir alguna huella de El Profesor que enseñó a querer a los malos de la TV. ■

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Óscar. Otro desafío actoral.

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