Clarín

“Zafar del Truman Show para evitar el sedentaris­mo”

- Javier Pitocco javipitocc­o@hotmail.com

Resulta que extraños dolores de oídos, una gastritis y un dolor de cabeza recurrente me perseguían desde hace años... como si fueran sombras. El médico clínico dijo que antiácidos, Tafirol y gotas para la otitis. Pero la bruja que en el 2012 me atendió en Tiwanaku, a 70 kilómetros de La Paz, Bolivia, advirtió que eran las respuestas de mi cuerpo que estaba cansado de decir, pensar y escuchar siempre las mismas cosas. Más que cansado, quemado. Burnout. Tenía una mufa existencia­l y un fracking en el alma... le tuve que hacer un tackle a la misma porque casi se me escapa.

Bueno, resulta que engordé casi 30 kilos y de yapa me hice muy amigo de la rubia cerveza y su prima pelirroja, el vino tinto. La vida siguió agarrándom­e de las patas de tal modo unos 15 años. Tanto, que me quedé nublado y enojado con el mundo, me peleé con personas que quería y de las que ahora me gustaría estar cerca o formar parte, y con una garúa infinita interna y sin paraguas. La bruja siguió hablando. Me dijo que yo andaba opaco y me diagnostic­ó “exceso de sedentaris­mo”. No sé si saben de lo que hablo. Por ejemplo de las personas que veranean 20 años en el mismo lugar, o de otras que padecen otros 20 el mismo trabajo horrible, monótono y vacío, por amor a la familia, a los hijos, por miedo, o meramente por inercia. Otros quizás viven en matrimonio­s o parejas sin sentido, por comodidad económica, para salir en las fotos, por temor a la soledad y/o al cambio, o vaya uno a saber. Entonces, siendo el mundo tan chico y nosotros tan grandes, frecuentar siempre a las mismas personas, bares, paisajes y hacer siempre las mismas cosas, me parece una especie de insulto al placer y a la felicidad. En consecuenc­ia, busco, busqué y buscaré zafar del “Truman Show” y apagar la “Matrix”, cosa de revertir el asesinato en tercer grado del tipo alegre, vivaz y jodón que alguna vez supe ser. No es tan grave: para encontrars­e, primero hay que perderse un poco. Van en ese orden las cosas. Hoy disto mucho de ser perfecto, pero las tormentas se disipan en el horizonte y el sol asoma en el cielo como una naranja gigante y vital. En suma, entre otros ítems, aprendí a tomar un par de birras moderadame­nte y en lo posible sólo los findes, bajé los casi 30 kilos de más que me sobraban (físicament­e parecía que era dos veces yo). Y encima tengo una amigovia que me quiere. Y volví a disfrutar de los libros y los viajes, los mates, los bares, los perros de la calle, Los Simpson, la música, el fútbol, la noche y la libertad.

¡Qué loco! Empecé escribiend­o con el alma en silla de ruedas y terminé con una sonrisa talle extra large, como la que les deseo a ustedes. Esto va para quien lo necesite. ¡Ojalá que les llegue!

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