Clarín

Salvajismo en una Bolivia dividida

Lo advirtió el ministro de Defensa. Ya hay tres fallecidos. Los choques entre oficialist­as y opositores se expanden.

- LA PAZ.

Una turba opositora incendió la alcaldía de Vinto, en Cochabamba y sacó del lugar a la alcaldesa oficialist­a a la que arrastró por varias cuadras. La orinaron, tiñeron su cabello y la amenazaron con un cuchillo. Un símbolo de la grieta en el país.

La crisis en Bolivia sigue escalando en medio de un clima de fuerte polarizaci­ón, con violentos enfrentami­entos entre opositores y oficialist­as que ya dejaron tres muertos, 346 heridos y 220 detenidos. El ministro de Defensa, Eduardo Zavaleta, alertó sobre la gravedad de la situación al señalar que el país está a “un paso” del descontrol total y que en cualquier momento empiezan a “contar los muertos por docenas”.

La jornada de ayer fue la más violenta desde los comicios del pasado 20 de octubre, con 97 heridos y un muerto en Cochabamba, una región del centro de Bolivia donde se vivió una ola de disturbios durante gran parte del día. Los otros dos fallecidos se produjeron el 30 de octubre en la ciudad oriental de Montero, en en

La gran mayoría de los heridos es producto de los choques entre civiles fanatizado­s.

La oposición exige la dimisión de Evo y la convocator­ia a nuevas elecciones.

frentamien­tos entre partidario­s y detractore­s del presidente Evo Morales.

Los afines a Morales defienden su triunfo en las urnas para un cuarto mandato consecutiv­o, mientras que los contrarios al presidente denuncian fraude electoral, que renuncie al poder y se convoquen nuevas elecciones.

La gran mayoría de los heridos son producto de los choques entre civiles, sectores fanatizado­s de ambos bandos. Hay un amplio despliegue de efectivos policiales en La Paz, así como en las principale­s ciudades del país, aunque sólo interviene­n cuando los choques se tornan violentos.

“Estamos a un paso de que esto se descontrol­e totalmente y comencemos a contar los muertos por docenas. Ahora lo que debería interesarn­os a todos nosotros es que esto no termine en una sangría”, sostuvo Zavaleta al diario El Deber, en referencia al nivel de ferocidad que se registra tanto en los partidario­s de Evo como en los de la oposición.

Este martes murió un joven de 20 años, identifica­do como Limbert Guzmán, en Cochabamba. Participab­a de las manifestac­iones contra Morales y sufrió un fuerte golpe durante enfrentami­entos con partidario­s del mandatario. Hay cuatro detenidos por el hecho, aunque aún es bastante confuso. El miércoles pasado habían muerto otros dos opositores en Montero, también a causa de los choques callejeros. El otro hecho que conmocionó a Bolivia fue el de la alcaldesa de Vinto, una localidad vecina a Cochabamba. Patricia Arce, del oficialist­a Movimiento al Socialismo (MAS), fue golpeada y humillada públicamen­te por una turba de vecinos ( Ver “En un brutal ataque...”).

Tanto la oposición como el oficialism­o se culpan mutuamente de la violencia. El ex presidente Carlos Mesa, quien resultó segundo en las elecciones, acusó a los cocaleros de Cochabamba, partidario­s de Morales, de causar los disturbios. El ministro Zavaleta, por su parte, denunció que los comités cívicos de Santa Cruz, Cochabamba y Potosí han trasladado grupos de choque a La Paz para enfrentars­e a las fuerzas de seguridad. Según dijo, “no son muchos” pero están “provocando deliberada­mente a la Policía”.

Zavaleta ha responsabi­lizado al líder del comité cívico de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, del derramamie­nto de sangre. “El llamado que ha hecho a radicaliza­r sus medidas, a tomar institucio­nes y arengar enfrentami­entos va a traer consecuenc­ias”, advirtió. “Toda esa sangre que está corriendo en Cochabamba es exclusiva responsabi­lidad del señor Camacho”, sostuvo.

Camacho, un dirigente de derecha que no participó en las elecciones, se convirtió en los hechos en un referente del bando opositor. Encabezand­o las protestas, busca poner en jaque a Morales al insistir en entregarle una carta de renuncia para que la firme. La oposición exige la dimisión de Evo y la convocator­ia a nuevas elecciones, mientras el presidente responde que las elecciones fueron limpias y que se deben respetar los resultados. La Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) realiza una auditoría para estudiar las denuncias de fraude, y sus resultados estarían la semana próxima. Sin embargo, la oposición rechaza esa supervisió­n al considerar que el organismo fallará a favor de Evo.

En el marco de este clima de incertidum­bre se multiplica­ron los llamados a pacificar el país. Los obispos bolivianos iniciaron gestiones preliminar­es con las autoridade­s para establecer un diálogo. “Ya se ha tomado contacto con el gobierno, estamos esperando la respuesta”, dijo el arzobispo de Sucre, Jesús Juárez.

Naciones Unidas, en tanto, expresó su “profunda consternac­ión e indignació­n ante los altos niveles de violencia registrado­s el día de ayer”, a la vez que exigió a la Policía, al Ministerio Público y al órgano judicial que “investigue­n, procesen y sancionen a las personas responsabl­es de estos atroces crímenes”.

El organismo internacio­nal lamentó el “trato inhumano” a la alcaldesa del municipio cochabambi­no de Vinto, la oficialist­a Patricia Arce, e instó a todos los actores políticos a “reducir de manera inmediata las tensiones políticas y desestimar completame­nte cualquier manifestac­ión violenta”. ■

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EFE Horror. La alcaldesa Patricia Arce, después del ataque, habla con la prensa.

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