Clarín

“A estos jugadores les dijeron mercenario­s, que venían a pescar”

El DT destaca el cambio de mentalidad de su equipo, que mañana buscará su primera estrella en Asunción.

- Mariano Verrina mverrina@clarin.com

De Daniel Passarella rescata su perfil paternal para ir controland­o la evolución de los juveniles. De Ramón Díaz elogia su impresiona­nte efecto de absorber las presiones y quitarle peso a los dirigidos. De Alejandro Sabella aprendió a ser conciliado­r y de no sólo hablar de fútbol con el jugador, ser un poco padre, psicólogo, guía. Pero Pablo Lavallén no duda cuando tiene que elegir quién fue el DT que más lo marcó para su actual camino. “La Volpe. Yo me considero lavolpista. Es el técnico del que más cosas nuevas aprendí. Y eso como jugador me trajo alguna dificultad”. -¿Como cuál?

-Y, me peleaba con entrenador­es porque tenía bien marcada la idea que pretendía para mi equipo. Siendo jugador a veces ponía en duda la palabra del técnico cuando nos pedía algo que para mí estaba mal. -¿Es imposible que un DT con la manera de ser de La Volpe triunfe en Argentina?

-Uff, la mitad de los jugadores lo ama y la otra lo odia. Tiene una manera de tratarte muy brava. Te dice cosas fuertes en el entrenamie­nto. A mí una vez paró para decirme: “Lavallén, picapiedra, ¿cómo jugaste tantos años en River?”. Así con todos. Hasta que un día que estaba dispuesto a pelearlo, terminamos abrazados y comiendo afuera. Ahí lo conocés realmente como es: está loco, tiene mucho carácter, no negocia, pero a ese tipo de personajes hay que sacarles el jugo. Para mí ha hecho en Argentina lo mismo que Menotti y Bilardo: es un entrenador que forma entrenador­es. Por ese equipo de Atlas, por ejemplo, pasaron Darío Franco, Jorge Almirón, Walter Coyette, Diego Cocca , Facundo Villaba, yo... Es un tipo que te marca.

-Hasta ahora dirigiste en todos equipos del Interior, ¿hay mucha diferencia con Buenos Aires?

-Sí, mucha. Te digo algo: cuando estaba en San Martín de San Juan o en Godoy Cruz les decía a los dirigentes que los jugadores llegaban hasta Córdoba. O que iban hasta Rosario, pero no mucho más, porque la familia influye, la exposición es mucho menor. No es lo mismo jugar diez partidos buenos en San Juan que dos en Defensa y Justicia. Después me fui a Tucumán y me pasó lo mismo: era muy difícil convencer a los futbolista­s para que vinieran. Después fui a Belgrano y me di cuenta de que el fútbol en realidad moría en Santa Fe. Y ahora que estoy acá me doy cuenta que todo pasa en Buenos Aires.

-¿Estas cosas te curten?

-Y, yo sé que después de dirigir equipos con carencias no me va a sorprender nada. Si no hay agua para bañarse ya lo experiment­é, si no tenemos ropa, ya lo viví.

-¿Te da miedo quedar encasillad­o? -Es que trabajamos para romper etiquetas. De mi cuerpo técnico pueden decir que dirigimos en equipos chicos y de provincia, ya lo sé. Cuando llegué a Atlético Tucumán decían que no teníamos méritos para disputar la primera chance del club jugar una Copa y lo hicimos, dimos la talla. En Belgrano, también: “¿qué méritos tiene Lavallén para un club tan tradiciona­l?”. Hicimos 40 puntos y casi clasificam­os a esta Copa Sudamerica­na, justamente. Y en Colón lo mismo, que no lo merecía, que no había hecho grandes cosas... No sé qué va a pasar el 9 de noviembre, pero éste es el único grupo que llegó a una final en 114 años del club.

- ¿Y de este Colón qué se decía?

- Hace dos meses o tres. Nos tocó agarrar a un equipo vapuleado por la prensa, con la gente desencanta­da. A estos jugadores les dijeron mercenario­s, que no sirven, que son cobardes, que venían a pescar, que se achanchan... Sabíamos que veníamos a ese lugar. Y es difícil dar vuelta esa historia.

-¿Cómo se dio vuelta?

-Fue lo primero que hablé con los jugadores. Les dije que quería saber por qué Colón arrancaba bien los campeonato­s pero después se caía, se relajaba. Y el discurso fue claro: venimos a cambiar la mentalidad. Era un trabajo más de psicólogo que de técnico, hacerles entender que servían. Eso después se tiene que traducir en la cancha porque errás un pase y llegan los murmullos. El desafío era ese: demostrar que todos estos que fueron despreciad­os por la gente y por otros entrenador­es podían llegar a jugar una final. En eso ya ganó Colón. Ahora queda el logro deportivo. -Hay una bandera en la puerta del predio de Colón que dice que están a 90 minutos de cambiar la vida de los hinchas.

-Lo sabemos. Y le agradecemo­s a la gente. Sabemos que hicieron lo imposible para viajar y estar en Asunción. Vendieron pastelitos, limpiaron casas, hicieron rifas... Es un orgullo. La gente de Colón ha sufrido 114 años, me cruzo abuelos de 80 años en la calle que me dice que vieron pasar glorias por el club pero que nunca tuvieron esta oportunida­d. Por lo pronto, esta generación ya va a decir que lo vio jugar una final. Y ojalá pueda decir que lo vio campeón. Yo sueño con el día después. Con traer la Copa a Santa Fe y que sea una fiesta. Que el hincha pueda sentirse campeón; en un país en el que se sufre muchísimo poder darle una alegría así sería invalorabl­e. ■

 ?? JUAN JOSÉ GARCÍA ?? Antes de viajar. Pablo Lavallén habló sobre la experienci­a y las dificultad­es de dirigir en clubes del interior del país.
JUAN JOSÉ GARCÍA Antes de viajar. Pablo Lavallén habló sobre la experienci­a y las dificultad­es de dirigir en clubes del interior del país.

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