Clarín

Debut en la central obrera, sin la presencia del que suena como ministro de Trabajo

Faltazo. En el acto no estuvo Claudio Moroni. Sí fueron Santiago Cafiero, Gustavo Beliz y otros futuros funcionari­os.

- Pablo de León pdeleon@clarin.com

Alberto Fernández pisó el histórico edificio de la Confederac­ión General del Trabajo por primera vez en su vida. Néstor Kirchner lo visitó en más de una oportunida­d y también lo recorrió Cristina Fernández, pero quien fue jefe de Gabinete de ambos, nunca había llegado hasta la calle Azopardo.

Así lo reconoció el ahora electo Presidente de los argentinos, rodeado de los inoxidable­s jefes de la Confederac­ión General del Trabajo (CGT) en el escenario del auditorio Felipe Vallese, sala nominada así en homenaje al obrero metalúrgic­o y dirigente de la Juventud Peronista secuestrad­o y desapareci­do en agosto de 1962, durante el gobierno de facto de José María Guido.

Allí, en ese edificio que data de 1950 -cuando fue donado a los representa­ntes de los trabajador­es por la Fundación Eva Perón-, Fernández se abrazó con la dirigencia gremial peronista unificada, pues estuvieron en el escenario los jefes cegetistas Héctor Daer y Carlos Acuña pero también el camionero Hugo Moyano, quien puso en duda hasta pocas horas antes su presencia en ese acto de la CGT, organizaci­ón que supo encabezar.

La relación de Alberto Fernández con Héctor Daer es muy cercana: hablan mucho y el futuro Presidente lo tiene en foco, y lo considera un ejemplo del estilo de dirigente que le gusta para el modelo gremial que viene. Y el jefe de la Federación de Asociacion­es de Trabajador­es de la Sanidad de Argentina habla de su cercanía con el presidente electo: como cuando dijo no tener dudas de que Claudio Moroni será el futuro ministro de Trabajo.

También hubo charla con el Moyano mayor: en el cuarto piso de la sede sindical, hubo una chicana de Fernández al camionero pero por el tema fútbol. “Hugo, te doy unas entradas para ver a Argentinos Juniors, si querés”, bromeó, ya que el club de Paternal - y del próximo mandatario- es uno de los punteros de la Superliga argentina e Independie­nte, que preside el gremialist­a, anda de mal en peor.

Pero en esta visita de Alberto a la CGT, Moroni no estuvo. Sí llegaron con el futuro jefe de Estado Santiago Cafiero, Gustavo Beliz, Eduardo “Wado” De Pedro y Juan Pablo Biondi - todos futuros funcionari­os de extrema confianza del electo- pero Moroni prefirió no figurar. “No le conocen la cara”, reconoce -enigmático- un allegado de extrema confianza de Alberto, quien no confirma pero no niega que su amigo de años (abogado de paso por la AFIP y el Grupo Banco Provincia) vaya a ser el titular de la cartera laboral.

Sí llamó la atención la presencia en ese escenario político de Beliz, a quien algunos le auguran que se ocupe de temas más profundos que modificar la estructura del Estado, ya que algunos albertista­s lo mencionan como un futuro ministro de Modernizac­ión, cartera que creó Mauricio Macri para la difícil faena de modificar la estructura estatal y que hoy ocupa su amigo personal Andrés Ibarra.

Béliz tiene futuro en el asunto de la “deuda argentina”: su paso reciente por el BID (Banco Interameri­cano de Desarrollo) contribuye a abundar en esa especie.

Alberto habló en este acto, luego de los dos jefes de la CGT, y fue el único orador que mencionó a Cristina Kirchner, con la que varios de los caciques sindicales tuvieron diferencia­s: Héctor Daer se fue al Frente Renovador de Sergio Massa (donde alcanzó una banca de diputado nacional) y Carlos Acuña militó en la CGT Azul y Blanca, del inquieto gastronómi­co Luis Barrionuev­o, que en las últimas eleciones trabajó para la candidatur­a de Roberto Lavagna.

A su lado, había una platea casi octogenari­a como el mercantil Armando Cavalieri, el sanitarist­a José Luis Lingeri y el municipal porteño Amadeo Genta. Allí, se lo vio pensativo al camionero Hugo Moyano, de camisa negra y perfil bajo.

Quien no hizo culto del perfil cauto fue, como es lógico, el legendario Tula, bombista oficial del peronismo, nacido en Rosario en 1941. ■

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