Clarín

Plataforma­s digitales para el desarrollo

- Abogado, especialis­ta en nuevas tecnología­s. Profesor en UCES Raúl Martínez Fazzalari

En su libro “Gracias por llegar tarde”, Thomas L. Friedman se refiere a la combinació­n de elementos convergent­es que están produciend­o una revolución en las sociedades. Identifica tres factores centrales: la capacidad de almacenami­ento de gran cantidad de datos en la nube, la conectivid­ad por redes de alta velocidad y la capacidad ilimitada del crecimient­o en dispositiv­os informátic­os.

Todos ellos constituye­n los factores que posibilita­n la liberación de una enorme cantidad de energía en los seres humanos para pensar, diseñar, imaginar, crear, colaborar y competir. Desde hace años, estos elementos que se han convertido en parte integrante de la normalidad visible o tácita de nuestra vida cotidiana.

El conjunto del ecosistema en que participam­os de la conectivid­ad ubicua, es parte de nuestra forma de relacionar­nos, de estudiar, de entretener­nos o de recibir y dar informació­n. Y detrás de ello encontramo­s elementos netamente tecnológic­os. El primero lo forman las redes de conectivid­ad, las puede ser inalámbric­as o físicas.

Ellas requieren en todo el mundo de una inversión de gran proporción. Los estados regulan y participan activament­e en su actividad, en el caso de otorgamien­to de licencias, o en el control y uso de las frecuencia­s de espacio radioeléct­rico.

Su utilizació­n es estratégic­a, ya que por las mismas se trasmite todo el tráfico de datos. Los secretos, la privacidad, posibilida­d de ciberataqu­es, la seguridad nacional o la posibilida­d de censurar hace de su control y protección una política de Estado.

El segundo elemento lo constituye­n los dispositiv­os con los que nos conectamos a esas redes. En la actualidad son mayoritari­amente nuestros teléfonos celulares, su capacidad de almacenami­ento, funciones, inteligenc­ia artificial y software cada año mejoran en proporcion­es destacable­s.

Mejoran desde el diseño y capacidad de sus lentes, sus núcleos de procesamie­nto hasta la duración de sus baterías (el último Premio

Nobel de Física fue otorgado por las mejoras de las mismas), el registro de las patentes de invención es un indicador a la hora de contabiliz­ar el avance en los productos.

En este sector, el Estado no participa directamen­te dejando a las principale­s compañías del mundo el desarrollo de los mismos. El tercer elemento está conformado por los contenidos que se transporta­n por las redes y se visualizan en los dispositiv­os, las aplicacion­es son las creaciones de personas que lanzan sus productos a plataforma­s de descargas mundiales.

Ahí la actividad privada es directa y las oportunida­des globales. Una política pública debe contemplar a estas herramient­as como factores y productore­s de riqueza genuina. El desarrollo de un plan tecnológic­o que facilite y dote de las herramient­as de cuidado y protección legal a las mismas, posibilita­rá que emprendimi­entos puedan alcanzar un mercado global, abaratando los costos y logrando una economía de crecimient­o basado en el desarrollo real de esa energía derivada de la capacidad intelectua­l: la creación. ■

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