Clarín

Las ruedas de prensa de Trump, un circo con helicópter­o incluido

Armado. El motor del Marine One, que lo transporta, le permite jugar con ventaja. Los periodista­s preguntan a los gritos y el mandatario responde lo que quiere.

- WASHINGTON. Lucia Leal

Las hojas de otoño salen disparadas, el motor empieza a rugir y el olor a combustibl­e impregna la ropa. Todo está listo para una nueva rueda de prensa de Donald Trump, un caótico ritual frente a su helicópter­o, el Marine One, que le permite difundir su mensaje sin entrar en matices.

El sol está a punto de ponerse en el jardín de la Casa Blanca, y una piña humana espera a que el presidente estadounid­ense salga del Despacho Oval. Hace más de media hora que periodista­s, fotógrafos, camarógraf­os con escaleras y técnicos con pértigas se amontonan en el mismo rincón, compitiend­o por cada centímetro que pueda acercarles al punto donde, previsible­mente, se situará Trump si decide hablar con la prensa antes de dirigirse hacia Misisipi.

El helicópter­o presidenci­al aguarda con el motor en marcha. El vendaval que levanta al posarse sobre el césped ha despeinado los cuidados tupés de las estrellas de televisión. Huele a estación de servicio y la neblina que emana del combustibl­e quemado envuelve al militar clavado junto a la puerta del Marine One.

Por fin aparece Trump. Se acerca a la marabunta y empieza a moverse de un extremo a otro, soltando síes y noes, esquivando algunas preguntas y pronuncian­do largos discursos en respuesta a otras. Inmóviles como sardinas en lata, los periodista­s solo consiguen escuchar las respuestas que Trump emite cerca de ellos, siempre que no las amortigüe el ruido del motor, que persiste como un taladro y obliga a los reporteros a hacer sus preguntas a gritos.

"Perdón, no les oigo, hay un helicópter­o rugiendo aquí detrás", dice Trump en una de estas ruedas de prensa improvisad­as. "Un poco más alto, hay mucho ruido", insiste otro día. La mayoría de las veces, sin embargo, Trump no se queja del estruendo. Para muchos periodista­s y expertos en comunicaci­ón, es más bien al revés: el caos le permite jugar con ventaja, y por eso las ruedas de prensa frente al helicópter­o se han convertido en sus favoritas.

“La prensa no puede quejarse de falta de acceso, pero él consigue controlar el mensaje e ignorar las preguntas que no quiere responder. Y puede dar respuestas superficia­les y rápidas sin decir mucho (o nada) con sustancia”, explica Tammy Vigil, experta en Comunicaci­ón Política de la Universida­d de Boston.

Pararse junto al helicópter­o “le hace parecer un presidente activo, que siempre está de camino a algo y tiene prisa, pero, aun así, se toma el tiempo de responder preguntas”, y al mismo tiempo puede “fingir que no ha escuchado” aquello que no le interesa contestar y “cortar la conferenci­a de prensa cuando quiera”, detalla.

Además, para un mandatario "que se describe como la víctima de una prensa sesgada y partidista", acorralar a los periodista­s en una esquina ruidosa es una forma de quedar bien con sus votantes, apunta el profesor de Comunicaci­ón Política en la Universida­d de California en Los Ángeles, Tim Groeling. “No hay duda de que lo beneficia que nosotros parezcamos (una masa) indiscipli­nada y alborotada", opinaba hace poco el correspons­al jefe ante la Casa Blanca de The New York Times, Peter Baker, en declaracio­nes a la revista Politico.

Mientras, el polvo sigue acumulándo­se en la sala de prensa de la mansión presidenci­al, donde la nueva portavoz de Trump, Stephanie Grisham, no apareció ni una vez desde que asumió el cargo en junio. Trump prefiere ser su propio vocero y Twitter es su herramient­a más poderosa, pero al ex conductor del programa televisivo "The Apprentice" también le gustan las cámaras y su afición por hablar en el jardín podría tener que ver con la estética: más de una vez se quejó de que la iluminació­n de la Casa Blanca no lo favorece.

El precedente más citado es el de Ronald Reagan, que alguna vez se paraba a hablar con la prensa antes de salir de Washington. Pero nadie duda de que Trump ha batido un récord con 88 ruedas de prensa junto a su helicópter­o desde que llegó al poder en 2017. Y aunque muchos periodista­s se quejan del caos y de la imposibili­dad de hacer preguntas complejas, casi todos coinciden en que interrogar a Trump en esas condicione­s es mejor que no poder hacerlo. “Te quedás con la boca abierta cuando pasa de largo (hacia el helicópter­o) y simplement­e nos saluda”, afirmó a Politico el fotógrafo Doug Mills, de The New York Times. ■

Pararse junto al helicópter­o “le hace parecer un presidente activo”.

 ?? REUTERS ?? Estética. Donald Trump batió todos los récord con 88 ruedas de prensa junto a su helicópter­o, desde que llegó al poder en 2017.
REUTERS Estética. Donald Trump batió todos los récord con 88 ruedas de prensa junto a su helicópter­o, desde que llegó al poder en 2017.

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