Añez recibe el respaldo de la OEA y la Unión Europea y rompe relaciones con Venezuela
El gobierno interino expulsó del país a los diplomáticos venezolanos. La Paz se va del ALBA y Unasur.
El gobierno interino de Jeanine Añez recibió este viernes un respaldo significativo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea, en medio de la batalla que mantiene internamente, al tiempo que decidió dar un giro rotundo a la política externa rompiendo relaciones con Venezuela, expulsando a sus diplomáticos, y abandonando los bloques de UNASUR y el ALBA. Una muestra de su rígido perfil ideológico, que parece ir profundizándose.
El soporte institucional que le brinda el secretario general de la OEA, Luis Almagro , llega en un momento crítico para el gobierno interino, aunque con la condición de llamar rápidamente a elecciones. “Conversé con Jeanine Añez, presidenta del gobierno provisional de Bolivia, y le transmití el apoyo de la Secretaría General”, señala en un tuit, y agrega que acordaron “el envío de una misión de la OEA en Bolivia para la cooperación electoral”.
Añez le agradeció enseguida “su reconocimiento a nuestro Gobierno de transición”, y prometió “convocar elecciones en el menor tiempo posible”. Un dato interesante a tener en cuenta es que Almagro había dado respaldo a Evo para postularse a un cuarto mandato, pese al hecho de contradecir el referéndum del 2016 y esquivar las normas constitucionales, lo que los acercó bastante en los últimos meses. Pero tras las elecciones, cuando la auditoria de la OEA expuso las graves inconsistencias en el escrutinio, rompieron relaciones y volvieron a enfrentarse.
La representante de la Unión Europea, Federica Mogherini, también expresó su aval a Añez, aunque con reservas. “El objetivo inmediato de las autoridades de transición debería ser garantizar la paz y la seguridad en el país y llevarlo a unas elecciones rápidas, en las que la voluntad del pueblo se pueda expresar libremente”, señaló.
Mogherini aclaró que la UE “apoya una solución institucional que permita un liderazgo interino cuidadoso para preparar nuevas elecciones”, a fin de “evitar un vacío de poder” que podría tener “consecuencias nefastas para todo el país”.
Fortalecido con estos respaldos, el gobierno de Añez comenzó a mostrar las diferencias ideológicas que mantiene con algunos gobiernos como el de Nicolás Maduro, histórico aliado de Evo Morales, y el de Cuba.
En una conferencia de prensa convocada con insistencia, la canciller interina, Karen Longaric, anunció que rompían relaciones con el gobierno de Maduro, a cuyos diplomáticos considera responsables de incitar y armar a los grupos de choque que se enfrentaron con la policía boliviana estos días, y que abandonaban los bloques de UNASUR y ALBA.
En los hechos, argumentó, “el bloque (de UNASUR) ya no opera, ya no existe y no sirve”. Algo similar dijo del ALBA, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América que impulsó en su momento el venezolano Hugo Chávez.
“Hemos constatado que venezolanos vinculados a la Embajada de Venezuela han incurrido en actos reñidos con la ley y estaban atentando contra la seguridad interna de Bolivia”, sostuvo Longaric. Y señaló que “le dará el plazo correspondiente a todo el personal de la Embajada de Venezuela para que abandone el país por haberse involucrado en asuntos internos del Estado”.
Esto ocurre un día después de la detención de 9 venezolanos con armas en el municipio de Guayarame
La Cancillería boliviana acusa a los enviados venezolanos de incitar a la violencia en las calles.
rín, en el departamento de Beni. Según la policía, participaron en los disturbios ocurridos en el municipio de Montero y en El Alto.
Con Cuba también se tensó la relación debido al arresto de cuatro cubanos en El Alto con unos 700.000 bolivianos, equivalentes a 100.000 dólares. La Habana argumentó que era dinero destinado a los sueldos del personal y a los gastos de alquiler de la misión médica en La Paz.
Pero las autoridades bolivianas sostienen que esos fondos tenían como objetivo financiar la embestida contra el gobierno, que se expresa en protestas y manifestaciones.
Añez y su equipo le están dando un sesgo completamente diferente a la política externa boliviana, mucho más cercana a la del presidente de derecha brasileño, Jair Bolsonaro, con quien simpatizan abiertamente. ■