Federer A solas con el más grande
Juega mañana en Buenos Aires. Antes habló de todo: retiro, familia, pasiones y desafíos.
Roger Federer en Buenos Aires. Por segunda vez. Tras siete años. Y mano a mano con Clarín. No más preámbulos entonces para la charla con el mejor tenista de todos los tiempos... -Sos el mejor jugador de la historia pero para muchos también sos el mejor atleta de la historia. ¿Cuál es tu propio ranking?
-Uh... Es difícil decirlo. Hay tantos deportistas increíbles... Michael Schumacher, Muhammad Ali, ¿sabés? Michael Jordan, por supuesto. Tom Brady... Bjorn Borg... Muchos futbolistas, como Pelé o Maradona. Tengo mucha suerte de haberlos visto y a muchos de ellos haberlos conocido. -Si tuvieras que pagar una entrada para ver en lo suyo a otra persona, ya sea un músico, un deportista, a quien sea. ¿Por quién lo harías? -Probablemente por algún músico. La música me hace feliz; el deporte también, claro, pero cuando voy a conciertos es cuando más feliz me siento. A veces pienso qué otras cosas me gustaría hacer a menudo cuando me retire y pienso en ir a un partido de un Mundial de rugby, a los playoffs de la NBA o la NHL, a un partido del Mundial de fútbol o de la Champions League, a una carrera de Fórmula 1... Son muchas las cosas que no pude hacer y que están en mi lista. Quiero hacerlas. Así que probablemente iría a ver alguna estrella de rock o alguno de esos deportes. -Siempre se te habla del retiro. Cuando termines de jugar tendrás la mitad de tu vida por delante... -Ojalá...
Federer interrumpe y no puede evitar la risa. Está feliz. Disfruta. Y pide retomar la pregunta.
-¿Te preocupa ese después, el tener que encontrar una nueva pasión, el saber que quizá no lo hagas con tanto éxito como ser tenista?
-No, no me preocupa. Respeto el proceso, eso sí, y sé que será interesante. Mis prioridades van a ser mis hijos, como ahora pero de un modo diferente; mi fundación, a la que podré dedicarle más tiempo; tendré sponsors, socios, oportunidades de negocios. Pero espero seguir en el tenis porque lo amo y me dio todo... Y después... Soy lo suficientemente humilde como para empezar algo desde el nivel más bajo. No pienso que porque juegue bien al tenis puedo hacer cualquier cosa. Creo que es importante dar un paso atrás y entender que hay que aprender cosas nuevas. Eso me pone feliz. Sé que también podré llevar una vida menos estresante, así que estoy bárbaro con eso.
-¿Cómo es un día perfecto en la vida de Federer sin el tenis?
-En la playa, con mis hijos, levantándome sin tener una agenda. Siempre tengo planes, ya sea con el tenis, con los chicos... Pensar en “bueno, ¿y hoy qué hacemos?”, es un tremendo lujo. Tener tiempo lejos de todo el mundo, pasar tiempo con mi familia, mis padres, mis mejores amigos corriendo en la playa, tomando algo, relajándonos... Ese es mi día perfecto. -¿Hubieras sido Federer sin Rafael Nadal o Novak Djokovic?
-Creo que si ellos no hubiesen estado por acá, alguien más habría tomado ese lugar. Y si yo no hubiera estado, alguien más habría estado por mí. Así que al final ellos me hicieron un mejor jugador, eso sin dudas, pero si hubiera ganado o perdido más sin ellos nadie lo sabe. Está escrito en las estrellas. Ellos son increíbles, durísimos, y los respeto increíblemente. Pero sí creo que al margen de ellos yo hubiera tenido una buena carrera cuando me di cuenta de que podía despertar mi potencial a través del trabajo duro.
-¿Hay algo para lo que no te molestaría no ser quien sos?
-Sí, por supuesto. Hay momentos donde es mejor no ser famoso, pero la mayor parte del tiempo todo es positivo acerca de ser famoso o exitoso. La gente me respeta mucho, me admira. Para mí es importante eso pero sin abusar de ello, sin sentir que soy especial sólo porque la gente lo piensa. Lo importante es lo que creen mis amigos, mis papás, mi esposa, mis hijos. No trato de caerle bien a todo el mundo; sí de ser un buen modelo porque los chicos me miran. Ser famoso tiene cosas positivas y negativas. No estoy con el mismo ánimo todos los días, pero trabajo e intento ser la mejor persona que puedo. Siendo respetuoso con todos, sin hacer diferencias; para mí todos somos iguales. Y yo soy normal. ■