Clarín

Los chicos de la Sinfónica de Fuerte Apache le ponen música al barrio

Son cerca de 30 niños de entre 6 y 14 años. Se juntan desde hace casi dos años para darle vida a la escuela-orquesta. El nieto de Ernesto Sabato es uno de los profesores.

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

Son cerca de treinta chicos y chicas, que reciben clases en una escuela primaria del lugar. Desde hace casi dos años se reúnen, tres veces por semana, a tocar violín, guitarra, viola, y a aprender el lenguaje musical. Guido, nieto de Ernesto Sabato, es uno de sus profesores. Acaban de cerrar el año lectivo con un concierto para el que convocaron a todas las familias. La Municipali­dad del lugar les donó los instrument­os. Fuerte Apache, el rincón de Tres de Febrero donde nació Carlos Tevez, tiene 5 mil viviendas, 60 mil habitantes y una de las realidades más duras del Conurbano.

A una cuadra del nudo 1, donde se impone la torre con el mítico mural de Carlitos Tevez con pelo largo y camiseta de Argentina, está la Primaria N° 51 del barrio Ejército de los Andes. Hay que pasar un portón rojo que rechina al abrirse, cruzar el patio, avanzar un tramo derecho y después doblar a la izquierda para dar con el ensayo. Se llega siguiendo la música. “Mi, mi, sol, la, laaaa”, entona Soledad Flores (38), que es cantante y creció en la zona. Un grupo de nenes repite esas mismas notas.

“El arte es un estado del alma”, se lee en una de las paredes. Los bancos están acomodados al fondo, contra las ventanas. Hay una ronda de chicos con guitarras. El profesor les va marcando los acordes, los ayuda a corregir los dedos.

El profesor es Guido Sabato (40), nieto del escritor Ernesto Sabato. En otro sector, más niños se reúnen con violas y violines alrededor de Rubén Jurado, músico del Colón. Con un poco de ayuda, cuerdas y voces se ensamblan.

Todo pasa en un aula prestada en la que cerca de 30 chicos de entre 6 y 14 años se juntan desde hace casi dos años y forman la escuela-orquesta de Fuerte Apache.

“Es el espacio que me faltó de chica”

Para contar la historia de F.A.M.A. (Formación Académica Musical Artística) -como le pusieron los chicos a la orquesta- primero hay que hablar de Soledad.

Ella creció en Tres de Febrero. Pasó su infancia y adolescenc­ia entre una casa tomada en Ciudadela y una habitación alquilada en el nudo 5 de “El Fuerte”. A los 11, tuvo que dejar el colegio para empezar a trabajar. Primero dentro de un taller de zapatos en la villa “Los Paraguayos”, pegada a Ejército de los Andes. Más adelante, en una fábrica. También juntó cartones, cuidó chicos, limpió casas y salió a cirujear. “Desarmábam­os los motores de los autos para sacarle el cobre”, cuenta.

Sus ganas de estudiar la llevaron, a los 21, a anotarse en un secundario para adultos. Antes de hacerlo, le pidió ayuda a su papá: “'Nena, mirá que plata no tengo´, me dijo. Él ya estaba jubilado por invalidez. Le respondí que solo necesitaba que me alentara, que me dijera ´vos podés´”.

La música estuvo siempre en ella. De chiquita ya cantaba frente al espejo y con su cepillo de dientes de micrófono. Pero hacerlo en público le daba vergüenza. “Tuve un primer casting ´simbólico´ más de grande. Fue en el barrio, arranqué con el arroz con leche”, recuerda. Lo hizo a pedido de conocidos que tenían una banda de rock y buscaban una voz femenina.

A los 23, empezó a formarse en técnica vocal y canto. En el conservato­rio tuvo de profesor a Rubén Jurado, del que terminó enamorándo­se unos cinco años después. Hoy es su marido, el papá de sus dos hijos y su compañero en la escuela-orquesta.

Si bien se mudó a Capital, no se olvidó del barrio. “Uno no abandona las raíces, siempre está mirando hacia ese lugar, queriendo hacer algo”, sigue. F.A.M.A. es su sueño hecho realidad, su forma de generar un cambio, la posibilida­d de que los chicos tengan lo que a ella le faltó: un acercamien­to a la música en la infancia.

Guido y las enseñanzas de su abuelo Guido es Sabato, nieto del escritor, físico y pintor argentino, que murió en 2011, a los 99 años. De Ernesto, autor de “El túnel” y “Sobre héroes y tumbas”. Sin embargo, asegura que en la escuela-orquesta no habla de su parentesco. “Algunos padres saben, pero yo no lo ando diciendo, soy un profe más”, dice. La música lo acercó a Soledad. Se conocieron en un espacio de formación de tango. Y la conexión de ella con “el Fuerte” y las ganas de él de encarar proyectos en el partido en el que funciona la Casa Museo de su abuelo, hicieron el resto.

“Acá los chicos aprenden tocando y lo importante no es que suene bien sino que ellos sonrían”, dice Guido. Y señala que “busca transmitir­les pasión por el arte”, uno de los valores que le inculcó su abuelo.

¿Su deseo? Que la escuela siga creciendo: “Nos donaron instrument­os desde la Municipali­dad pero queremos que el espacio se desarrolle más”. También piensa en llevar a los chicos a la Casa Museo, que queda en Santos Lugares, y hacer allí alguna presentaci­ón.

Una tarde a pura música Guadalupe (9) canta y toca el violín. Es una de las primeras que se sumó a la escuela-orquesta. “Ya van dos años, intento no faltar. Mis papás me explicaron que tengo que aprovechar porque vienen de lejos para enseñarnos”, dice. Ella vive a dos cuadras del barrio. Tres veces por semana camina hasta “El Fuerte” por la orquesta.

Lo hace por la música y para encontrars­e con Gimena (11), su mejor amiga, que acaba de entrar al aula. Guadalupe corre a abrazarla. Sonia, mamá de la recién llegada, las sigue con la mirada desde la puerta del salón. Carga en sus brazos a Mateo (3), que hace palmas cuando la orquesta entra en acción. “Gime no se pierde ninguna clase, le encanta”, cuenta Sonia, que responde con una anécdota cuando le preguntan por los instrument­os que toca su hija.

“A ella le gustaba el violín, tenía uno de juguete en casa, pero un Día del Niño le compré una guitarra y entonces arrancó con eso. No quería cambiar de instrument­o porque yo había invertido en su regalo”, señala y dice que una vez llegó angustiada a confesarle que también estaba probando el violín. “Le dije que me parecía perfecto, que la idea era que hiciera lo que quisiera”, suma la mamá, que vive en la tira de departamen­tos 32, justo al lado de la escuela. Su hija ahora se ríe de ese episodio, cuenta que toca los dos instrument­os pero que el violín le provoca “una felicidad que no conocía”.

Luisana (8) también es del team violín. Mira fijo una fotocopia en su atril mientras mueve suave el arco contra las cuerdas. Su hermano Lautaro (6) no lee música así que imita concentrad­ísimo sus movimiento­s. “Estudiamos mucho en casa”, dice la mayor. Viven cerca, en el nudo 3.

Sale una chacarera. Las guitarras dejan todo. Empiezan siendo cinco chicos junto a Guido, para el cierre de la canción ya son ocho. Entre ellos está Dylan, nuevo en el grupo, que, de a poco, entra en confianza y logra dejar la funda de su instrument­o a un costado y tirar algunos acordes.

“Se va la segunda. Un, dos, tres, un, dos, tres”, se escucha a Soledad. Eriol (13) y Nicolás (11), que asisten a una escuela en Villa del Parque y toman el 146 para llegar a las clases, se lucen en esa ronda de guitarread­a.

La hermana de ambos, Akané (15), es una de las pocas violas que forman la orquesta. “Tiene talento”, desliza Rubén sobre su alumna. La adolescent­e no puede disimular su alegría. Sonríe, agradece y vuelve a conectar con el ensayo. Ahora suena un tango y su cuerda está por entrar.

El “tiene talento” de Rubén se parece al “vos podés” que Soledad le pidió a su papá. Y a más detalles de conversaci­ones ajenas que se escuchan durante ese ratito en Fuerte Apache. “Volvé la próxima ehhh, acá te esperamos”, “te sale cada vez mejor”, “¿viste que se puede?”, “suena muy lindo”.

Barrio al que otros prefieren evitar En el imagnario colectivo, Fuerte Apache es, primero, Carlitos Tevez. Y después, un lugar inseguro, donde la delincuenc­ia y la droga son cosa de todos los días.

El barrio está formado por unas 5.000 viviendas distribuid­as en 33 hectáreas. Existen tres tipos de edificacio­nes: nudos, que son torres unidas por puentes enrejados; tiras, departamen­tos horizontal­es; y los clásicos monoblocks. Se calcula que unas 60 mil personas viven allí.

Los primeros en llegar lo hicieron en 1973. Al lugar lo bautizaron barrio Padre Carlos Mugica. Durante la última dictadura pasó a llamarse Ejército de los Andes y a esa zona se mudaron muchos de la Villa 31, de Retiro.

El 24 de octubre de 1992, durante un tiroteo entre una banda chilena y la Policía Bonaerense, el periodista José de Zer se refirió al barrio como “Fuerte Apache”. Y así quedó.

La serie de Netflix sobre Carlos Tevez volvió a ubicarlo como ícono de la insegurida­d. Estas ideas estigmatiz­antes asociadas con el barrio siguen arraigadas y, hasta hoy, Fuerte Apache está “mal visto” y hay gente que debe ocultar sus orígenes para, por ejemplo, conseguir un trabajo.

“Cuando uno es chico y vive en un barrio sobre el que otra gente dice ´uy, mejor ahí no entro´, se hace todo más difícil", opina Soledad y asegura que "afecta la autoestima".

Por eso, cada vez que tiene la oportunida­d, les dice a sus chicos que ellos van a poder un montón de cosas, y les pide que no se tiren a menos.

“Me encantaría repetirlo todo el tiempo pero solo lo hago cuando ellos se abren y me cuentan sus cosas”, comparte. “Ahí insisto con que elijan siempre el camino de la educación y con que cualquiera puede ser lo que quiera. Realmente lo pienso: si yo pude, ellos también”, cierra. ■

Me mudé a Capital, pero uno no abandona las raíces, siempre está mirando hacia ese lugar, queriendo hacer algo”.

Acá, en Fuerte Apache, los chicos aprenden tocando y lo importante no es que suene bien sino que ellos sonrían”.

 ?? GABRIEL PECOT ?? La música es más fuerte. Chicas y chicos de la escuela-orquesta posan para la foto junto a sus profes. Allí aprenden lenguaje musical y la ejecución de los instrument­os.
GABRIEL PECOT La música es más fuerte. Chicas y chicos de la escuela-orquesta posan para la foto junto a sus profes. Allí aprenden lenguaje musical y la ejecución de los instrument­os.
 ?? GABRIEL PECOT ?? Todos a escena. La escuela de música infantil de Fuerte Apache cerró el año con un concierto. Convocaron a todas las familias.
GABRIEL PECOT Todos a escena. La escuela de música infantil de Fuerte Apache cerró el año con un concierto. Convocaron a todas las familias.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina