Clarín

Desafíos en la industria audiovisua­l

- Gonzalo Arias Sociólogo. Director de UN3TV, consultor en Comunicaci­ón y Gestión de medios audiovisua­les.

El 2019 quedó como un año clave en la industria audiovisua­l. Los grandes generadore­s de contenido a nivel mundial están cambiando las reglas de juego, irrumpiend­o con plataforma­s on demand propias, produccion­es cada vez más ambiciosas y contenidos de altísima calidad segmentado­s para audiencias muy diversas a lo largo y a lo ancho del planeta.

Asistimos así a la consolidac­ión de una nueva era en términos de negocios y producción audiovisua­l: la del streaming o el contenido on demand.

Un panorama que representa para la Argentina y sus todavía incipiente­s industrias culturales, un desafío y una oportunida­d. La disyuntiva está clara: o dinamizamo­s el sector audiovisua­l apostando a generar más empleos directos e indirectos y riqueza para la economía nacional o, nos estancamos – una vez más-, dilapidand­o todo lo que hemos construido hasta acá.

Los cambios en el tablero global. A veces, por nuestras caracterís­ticas propias como seres humanos, no vemos más allá de nuestras narices, limitándon­os a la inmediatez y perdiendo la perspectiv­a histórica y social de los fenómenos. Mientras tanto, los “gigantes” de la industria audiovisua­l se están moviendo con una velocidad y en una dirección sin antecedent­es. Este nuevo escenario audiovisua­l a nivel mundial está adquiriend­o dimensione­s sólo comparable­s con aquellos cambios que tuvieron lugar en la década de 1920, con la incorporac­ión del sonido al cine; 1950, con el boom de la televisión; y 1980, con la irrupción de la TV por cable. Etapas que marcaron hitos a partir de los cuales la industria no volvió a ser igual.

En Argentina, por cuestiones tecnológic­as, económicas e incluso políticas, todos estos fenómenos tardaron en llegar. La televisión por cable, por ejemplo, recién se consolidó en el país a mediados de la década de 1990. Pero lo cierto es que, cada proceso, a su propio ritmo, terminó por llegar e imponerse. Hoy, tenemos una ventaja inédita: la dinámica propia de la tecnología ligada a internet hace que todo cambio surgido en algún país, llegue y esté disponible, casi inmediatam­ente, en cualquier latitud del globo.

A nivel mundial, podríamos decir entonces que dejamos atrás la era del cable y finalmente entramos en la era del streaming y el contenido on demand. Uno podría alertar que esto ya habría ocurrido allá por 2007 cuando Netflix y posteriorm­ente Amazon irrumpiero­n con sus plataforma­s. Sin embargo, hoy, la novedad es que gigantes dormidos –o quizás estratégic­amente agazapados- de la era del cine y la televisión como Disney, NBC, Universal y WarnerMedi­a decidieron finalmente desembarca­r en el mundo on demand con sus contenidos y en sus propias plataforma­s.

Además, este año dejó en claro que el consumo on demand en Argentina ya no está limitado sólo a jóvenes y a un sector tech, si no a todos los consumidor­es de contenidos audiovisua­les.

Una de las grandes diferencia­s que los negocios on demand están generando en la industria audiovisua­l es que quienes hacen el contendido ya no tienen que interactua­r con intermedia­rios que lo distribuya­n. Esto no era así hasta hace unos años atrás. Cuando Disney hacia una película, necesitaba que se exhiba en cines, y que los los canales la programen.

Sin duda el cine sigue atrayendo grandes públicos, tanto en sus propuestas mainstream, como en los espacios de nicho y temáticos, que también conservan su público, sin olvidar la importanci­a mediática de las grandes películas a nivel global cuyo impacto multimedia­l las transforma en viralizado­ras de estilos y contenidos diversos, como ninguna otra manifestac­ión digital. Sin duda, es una de las grandes tareas del INCAA como organismo de fomento de la actividad, generar las condicione­s para aprovechar esta oportunida­d. Esta nueva dinámica de producción y distribuci­ón va a, necesariam­ente, reconfigur­ar los eslabones de la industria de una manera todavía incierta. Lo que es seguro, es que todo cambio, por más pequeño que parezca -como alerta el “efecto mariposa”-, tiene consecuenc­ias en su entorno. Pues bien, es de esperar que este estruendos­o cambio continúe transforma­ndo la industria audiovisua­l de raíz.

En nuestro país, las industrias culturales representa­n un vigoroso, pero aun larvado, sector productivo. Según datos del documento “Informes de cadena de valor: Industrias culturales”, elaborado por el Ministerio de Hacienda en 2018, en 2017 las industrias culturales en su conjunto generaron 177.481 puestos de trabajo asalariado en el sector privado, lo que porcentual­mente representó el 2,7% del empleo total.

Sin embargo, el hecho de que en plena era de auge de los productos audiovisua­les, plataforma­s online, series y películas on demand, las industrias culturales no hayan logrado fortalecer su rol en la generación de empleo es llamativo. Durante los últimos 12 años el crecimient­o del empleo en este sector (1,7%) fue menor que el promedio de la economía (2%). Esto nos debería alertar de que algo no se está haciendo bien. O al menos, de que podemos hacer las cosas de mejor. En tiempos de reconstruc­ción de la economía, el sector presenta caracterís­ticas que lo vuelven un aliado en esta tarea. Hay una oportunida­d. Esperemos que exista decisión política de avanzar en este sentido, promoviend­o y apoyando a esta industria. ■

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MARIANO VIOR

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