Encuentro (breve) con Clint Eastwood

EL DIRECTOR NO DABA ENTREVISTAS A MEDIOS INTERNACIONALES QUE NO FUERAN DE TV

No hubo posibilidad de entrevistar a Clint Eastwood, que estuvo sólo disponible para la TV. Pero al terminar los compromisos de promoción de El caso de Richard Jewell, el director entró a la sala donde los periodistas esperamos a que nos llamen para ir hacer las notas. Clint se sentó en una mesa aparte, cuando podría hacerlo en su suite, y se puso a tomar una sopa.

Nadie atinaba a acercársele. El hombre, extremadamente delgado, a sus 89 años, se paró y se dirigió a un cuarto contiguo, que comunicaba con el anterior, donde había comida y postres. Allí, un periodista mexicano no estaba seguro de “robarle” una foto. Decidimos blanquear la situación, contarle que no habíamos tenido el honor de entrevistarlo, pero queríamos saludarlo.

Por mi parte, le recordé que el primer junket (encuentro) de prensa internacional que realicé fue en 1992 por Los imperdonables, su película que luego ganaría el Oscar. “En Nueva York”, me dijo y me sorprendió que recordara dónde se hizo la reunión con periodistas internacionales.

No sería lo único. “¿Qué esto?”, me preguntó señalando la mesa dulce. Le dije que eran un postre con base de limón, y otro con chispas de chocolate, cuando entró su asistente.

“Clint, aquí hay unos buenos cannoli”, lo orientaba en la selección de qué elegir. Y Clint le dijo “No, no. Este postre de limón, y éste de chocolate están altamente recomendados”, le respondió y me guiñó un ojo. La charla continuó brevemente sobre el concierto que su hijo Kyle, jazzista como él, dio en Lyon sobre la banda de sonido, precisamente, de Los imperdonables. Y lo dejamos disfrutar de sus postres.