El calor se sintió hasta en la Antártida: hizo 18,3°
Fue een la Base Esperanza. Es la temperatura temp más alta desde 1961.
La Antártida es sinónimo de frío. Uno se imagina que por el continente blanco hay que andar con campera abrigada para protegerse de las temperaturas bajo cero y de la nieve. Sin embargo, ayer, el termómetro marcó en la Base Esperanza un número positivo y récord: 18,3°.
Se trata de la máxima temperatura registrada desde 1961, el año en el que se empezaron a realizar mediciones en esa parte del mundo, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Especialistas vinculan la marca con el calentamiento global y advierten sobre posibles consecuencias.
“Lo de Base Esperanza es un récord histórico. Se alcanzaron los 18,3° a las 12 del mediodía. Lo más alto habían sido 17,5° el 24 de marzo de 2015”, precisó a Clarín Cindy Fernández, vocera del SMN. En Marambio, la otra base argentina con datos climáticos, la máxima fue de 15,8° a las 14 horas. “En ese caso, también hablamos de récord, aunque se lo registra en relación a otros febreros”, aseguró Fernández, ya que aclara que el 30 de marzo de 2013 el termómetro llegó a los 17,4°.
Hay una tendencia a tener temperaturas cada vez más cálidas, señalaron desde el SMN. “Y esto no es bueno, dado que podría estar relacionado con el calentamiento global”, afirma Fernández.
“Si ocurre un solo día, el impacto no resulta tan severo. El tema es si los valores extremos se repiten, porque en ese caso las consecuencias pueden ser graves. En esta época del año, los temperaturas en la Antártida deberían estar entre 1° de máxima y 4° bajo cero de mínima”, señala.
El calentamiento global, según indicó Fernández, podría generar un aumento en el nivel del mar por el derretimiento del hielo. “Eso complicaría a los sectores costeros y generaría cambios en el ecosistema antártico”, advirtió la especialista del SMN a este diario.
La Antártida cuenta con una superficie de 14 millones de kilómetros cuadrados, su manto de hielo tiene un grosor de unos 4,8 de kilómetros y contiene el 90% del agua dulce del mundo. En caso de que se fundiera ese hielo bastaría para subir el nivel del mar en unos 60 metros.
María Cecilia Dalton, bióloga y becaria del Conicet, coincidió en que el calentamiento global es algo que “ya está sucediendo”. “Venimos hablando del aumento de la temperatura pero no hacemos grandes cambios para frenar esta situación. Seguimos con las mismas políticas públicas, con las mismas formas de consumo”, se lamentó Dalton.
Sin ir más lejos durante septiembre del año pasado se desprendió el iceberg más grande de los últimos cincuenta años.
La masa de hielo tenía una superficie de 1.600 kilómetros cuadrados, que es equivalente a multiplicar la Ciudad de Buenos Aires por ocho. Su grosor estimado era de unos 210 metros y contenía 315.000 millones de toneladas de hielo.
“Lo que está pasando en la Antártida no me sorprende, en realida, me da lástima. No nos estamos haciendo cargo y uno de los obstáculos centrales tiene que ver con que hay intereses económicos en juego”, agregó la bióloga.
La fuente explicó que al desequilibrio en el ecosistema y al riesgo para las zonas costeras, se suma la posible pérdida de reservas de agua dulce y el daño que pueden sufrir determinadas especies que no logren adaptarse a los cambios.
“Es difícil advertir qué pasará. Seguramente nuestro comportamiento derive en consecuencias inesperadas que, como ocurre siempre, van a afectar principalmente a los sector más vulnerables”, remarcó Dalton, quien insistió en apuntar que hace falta más consciencia a la hora de cuidar el planeta. ■