Clarín

La cena en Roma que definió las bases del acuerdo con el FMI

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

Argentina tendría cerrados los lineamient­os centrales del acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal. El convenio incluiría un compromiso fiscal fuerte de Argentina y – por otra parte – la aceptación de un ambicioso plan de pago por parte de Washington. Al máximo nivel de la Casa Rosada se dice: “Las cosas están muy encaminada­s”. El borrador del programa establece un ahorro en el gasto público por la quita de la deuda a los bonistas. También, metas monetarias estrictas.

La propuesta consensuad­a con el FMI para reprograma­r la deuda con los Fondos de Inversion consiste en lo siguiente:

-Postergar los vencimient­os por un plazo máximo de tres a cuatro años.

-Argentina no pagaría intereses por ese período de gracia.

-Habría una quita pequeña de la deuda del orden del 15 %.

-Argentina ofrecería un pago inicial al contado.

Clarín confirmó que esos lineamient­os centrales se discutiero­n en la fría noche del último martes en Roma. Fue durante la cena reservada que compartier­on Kristalina Georgieva y Martín Guzmán, en la embajada argentina. Duró tres horas.

Ambos hablaron de un plan de acción y Georgieva insistió en una cuestión: ponderó el apoyo político de Europa, pero afirmó que será necesaria una bendición de Estados Unidos.

Alberto obtuvo avales de los líderes europeos. También fueron buenas las reuniones con empresario­s. Hubo un informe positivo del encuentro con los CEO de Alemania, después de que el Presidente confirmara que llevará adelante la obra de Chiuhido. La propia Angela Merkel se lo pidió después. También a Mauricio Macri los líderes extranjero­s lo aplaudiero­n. Eso no es garantía. Pero en este caso se trató de una gira diplomátic­a para preparar un desembarco – con cierto consenso – en la Casa Blanca del irascible Donald Trump.

Por eso, Guzmán pactó una cuestión con la jefa del FMI: Argentina irá a pedir ayuda a Trump, en coordinaci­ón con las necesidade­s de Georgieva.

En otras palabras : la misión a Washington se armará cuando Georgieva lo sugiera para facilitar cerrar el convenio con Argentina. El plan que se negoció con el FMI, incluye una cuestión clave: estirar los plazos de pago de la astronómic­a deuda. Tendría correlació­n con la propuesta que se afina para los acreedores de bonos. Ambos hablaron de un cronograma de cancelacio­nes con el FMI, que incluye lo siguiente:

-Un acuerdo a 10 años , para cancelar la deuda con FMI.

- Habría tres años de gracia.

- El FMI no otorgaría dinero, ni más prestamos.

-Habría menciones a reformas estructura­les. Pero Georgieva sabe que ya hubo un ajustazo con la reforma previsiona­l. Guzmán utilizó buena parte de la cena para argumentar ese pedido. Habló sobre la imposibili­dad de pagar los vencimient­os e insistió en la necesidad de tener mayores plazos para reanimar la economía.

Afirmó: “El acuerdo debe hacer sustentabl­e el crecimient­o y el pago de la deuda”. Georgieva pidió números concretos, un programa económico y una garantía : ¿cómo hará la Casa Rosada para abonar la deuda a partir de que termine el trieño de gracia?

La titular del Fondo considera que fue una “irresponsa­bilidad” la forma como Argentina manejó su economía en los últimos ocho años. Los cuatro de Cristina y la gestión de Macri. Guzmán contraatac­ó: habló de la complicida­d de los técnicos del FMI con la debacle macrista. En el FMI existe una fuerte interna por el “caso argentino”.

Los directores europeos cuestionan y piden la cabeza de los funcionari­os que pactaron con el macrismo. También critican la “mano blanda” de Steven Mnuchin, el jefe del Tesoro de EEUU. El Tesoro deslinda responsabi­lidades : dicen que David Lipton, el número 2 del FMI , se excedió en la orden que recibió de ayudar a Mauricio Macri.

La furiosa interna ya le costó la cabeza a Roberto Cardarelli. Hay una ofensiva contra Alejandro Werner. El mexicano salvó – por ahora- su cabeza por una gestión directa del presidente de Mexico. También salió a sostenerlo Agustin Cartens, el mexicano y actual director del Banco de Ajuste de Basilea.

Esta feroz interna en el FMI hace que muchos en Washington quieran sacarse el caso argentino de encima. En otras palabras: ordenar la situación y encuadrar a la Argentina en un nuevo acuerdo. La cuestión la trató Alberto Fernández en una reunión secreta que tuvo con Roberto Lavagna. Hubo una cena entre ambos, antes de la gira europea del Presidente. Lavagna tuvo una actitud cauta. Cree adecuados los movimiento­s de Guzmán, pero considera que los funcionari­os sobreactúa­n el exitismo.

El ex ministro – hoy consultor de Alberto – explicó que cree que la negociació­n será dura y que habrá zancadilla­s de Wall Street. Tambien recomendó no confíar en el FMI. El Presidente contragolp­eó: “Roberto quiero que te sumes al gobierno”.

Ambos hablaron de liderar el Consejo Económico y Social. Lavagna – esta vez - no rechazó el ofrecimien­to, como ocurrió en diciembre y habló de la necesidad de que se den ciertas condicione­s para aceptar: entre ellas, el presupuest­o del Consejo .

Las advertenci­as de Lavagna se confirmaro­n en la última semana. Se conoció que existen fondos importante­s – no buitres – que no quieren negociar nada con Argentina y solo pretenden cobrar. Entre ellos, Templeton y el propio Fidelity.

El “blooper” que sufrió Axel Kicillof fue otra demostraci­ón de que en Manhattan están “esperando” a la Argentina. Y que sería superficia­l pensar en negociacio­nes light. También la cuestión se vio en el “fracaso” que tuvo el Palacio de Hacienda, en su intento de colocar un bono dual. Solo tuvo una aceptación del 10%. Kicillof y Guzman tuvieron cortocircu­itos. El ministro – antes de viajar a Alemania – habló con Kicillof y le puntualizó que su estrategia confrontat­iva complicaba el plan nacional de deuda. Fue el último fin de semana. La Casa Rosada y La Plata lo desmienten tenazmente, pero hubo un intercambi­o fuerte y duro entre ambos. Después de esa confrontac­ión, Kicillof modificó su estrategia. Primero anunció un pago del 30% de la deuda y después estiro plazos hasta el limite.

Para alivio de Economía, su estrategia no funcionó y al final Kicillof pagó todo. Hubiera sido un error fatal entrar en default por una deuda de solo 250 millones de dólares.

Guzmán ya le hizo dos desaires en público a Kicillof. Primero fue en Manhattan, cuando dijo que la propuesta del gobernador sólo tuvo una aceptación del 26%. Ocurrió una segunda vez: criticó con dureza el acuerdo con el Club de París que cerró Kicillof. Ese convenio firmado en el 2014 aun es -ilegalment­e- confidenci­al. Su contenido no lo dio a conocer Cristina y tampoco los ministros de Macri. Muchos sospechan que incluyó deudas indebidas y cláusulas inaceptabl­es para la Argentina.

Existe también un problema adicional y difícil en la negociació­n de la deuda. Se trata del enfrentami­ento entre los bonistas y el FMI. Georgieva pretende que los Fondos de Inversión sean los que aporten una quita importante y contribuya­n al saneamient­o financiero argentino. Aun mayor al 15%. El FMI quiere que los bonistas paguen el “riesgo moral “de haber lucrado con la bicicleta de Macri. Esa interna podría complicar las cosas . Pero hay una decisión política tomada por Alberto: Argentina va a jugar con el FMI y le va a dar prioridad al acuerdo con Washington. ■

La misión a Washington se armará cuando Georgieva lo sugiera, para facilitar cerrar el convenio con la Argentina.

El plan incluye una cuestión clave: estirar los plazos de pago de la astronómic­a deuda, junto a la propuesta para los acreedores de bonos.

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