Detuvieron a un profanador de tumbas en el cementerio de Recoleta
Era de madrugada y el Cementerio de la Recoleta estaba cerrado, aunque el sereno notó a un sospechoso merodeando por las bóvedas y enseguida dio aviso a la Policía. Cuando los agentes llegaron, el hombre salió corriendo entre las tumbas. Pero no llegó muy lejos: lo detuvieron con varias placas fúnebres robadas.
El arresto ocurrió ayer. El detenido tiene 28 años y los agentes de la División Sumarios y Brigadas de Prevención de la Comisaria Comunal 2 de la Policía de la Ciudad hallaron que en su morral tenía cinco placas fúnebres de bronce.
Los investigadores sospechan, en base a las imágenes de las cámaras de seguridad, que el detenido podría ser el mismo que vandalizó el monumento al General San Martín de Retiro en diciembre pasado, cuando junto a un cómplice y con un carro y barretas robaron una columna de mármol y bronce de 300 kilos.
El profanador de tumbas quedó detenido por el delito de “tentativa de robo” y la causa la lleva la Fiscalía Criminal y Correccional N° 37, a cargo de. Romina Monteleone.
La modalidad no es nueva. La semana pasada Clarín publicó un informe sobre la profanación de tumbas en el cementerio de la Chacarita. Los ladrones no sólo roban las placas de tumbas y bóvedas sino que rompen y abren los cajones y se llevan las pertenencias de los muertos: anillos, relojes u otros objetos de valor.
Allí, los macabros robos incluyen hasta la desaparición de urnas con ceniza. “Quince años atrás empezó con el bronce y el robo de las rejas. Después, siguieron las placas, candelabros y floreros. Ahora están con la profanación de tumbas”, relató Ernesto, un cuidador del cementerio.
En septiembre pasado, por caso, uno de los robos en Chacarita llegó a las noticias: habían profanado la bóveda en la que descansan los restos del abuelo de Carmen Barbieri, el músico Guillermo Barbieri. Robaron picaportes y las placas de bronce que identificaban a los muertos de la bóveda de la familia Le Pera, donde descansaban los restos del artista que murió en un accidente de avión junto a Carlos Gardel, en 1935.
“Cuando hace mucho calor, no necesitás acercarte a la bóveda para darte cuenta de que estuvieron abriendo y revisando cajones. El olor es tan fuerte que ni nosotros, que trabajamos acá, nos acostumbramos. Es un olor imposible”, contó Gastón, otro de los cuidadores de Cementerio de la Chacarita.
Es más, mientras Ernesto hizo la cuenta mental y habló de más de 30 robos en unos 10 meses en un sólo sector del cementerio, lo cierto es que en la comisaría comunal N°15 se registraron seis denuncias en todo el año pasado. ■