Clarín

El pago del bono Scioli y la trampa del oso de YPF

- Ricardo Kirschbaum

Antes fue con Repsol o el Club París. Ahora amenazó pagadiós con un bono bonaerense que emitió Daniel Scioli, mínimo ante el volumen de la deuda nacional, en cambio negociada con más sigilo. Su última intervenci­ón con la deuda bonaerense no ha resultado una exposición de habilidad política y menos, de saber usar la experienci­a para medir las consecuenc­ias del zigzagueo. Y no porque haya pagado, como estaba comprometi­do, sino porque su dureza oral solo sirvió para patentizar el resultado del episodio. Al final, corsi e ricorsi, el minué del bono Scioli terminó como los bonistas intuían que iba a terminar.

Trató de confundir que el bono y su tasa de casi el 12%, venía de Macri, no de Scioli. Y bajo legislació­n de Nueva York, tribunales en los que siguen causas que recogen otros famosos desafíos orales de Axel Kicillof. Por ejemplo, la rara estatizaci­ón de YPF.

“No le vamos a pagar lo que ellos dicen, sino el costo real de la empresa. Dicen que son 10.000 millones de dólares. ¿Y eso dónde está?”, desafió en 2012 en el Senado. Pagó 5.000 millones en bonos con vencimient­os hasta 2033. Cuando llegue el último se podrá hacer la cuenta final. Tal vez supere los 11.000 millones.

En aquella bravata, Kicillof debía saber que también jugaba millones de dólares. “Si uno quería comprar acciones para entrar a la compañía y pasaba del 15 %, tenía

Decisiones que se presentan como geniales, terminan como negocios que, además, le cuestan millones al país

que comprar el 100 % a un valor de 19.000 millones”. La llamó la trampa de oso y salteó el estatuto de YPF.

Siguió: “Porque los tarados son lo que piensan que el Estado tiene que ser estúpido y comprar todo según la ley de la propia YPF, respetando su estatuto”. Habló como si estuviera en una asamblea estudianti­l, no como ministro en el Senado, que es lo que anotan los jueces.

Varios juicios continúan aquella expropiaci­ón. Se reestatizó el 51 % y los tribunales van diciendo que era obligatori­o hablar del 100 %. El fondo Burford compró los derechos de la quiebra de las empresas Petersen con las que la familia Eskenazi había entrado en YPF de la mano de Néstor Kirchner, cuando eran buenos amigos. Compró su participac­ión que llegó al 25 % a pagar con dividendos futuros, un negocio digno de estudio en las universida­des del ramo.

Esa trampa del oso que Kicillof vio y quiso eludir, es la que Burford (y no es el único litigante) usa en Nueva York donde parece que va ganando en lo legal, y millones en lo económico.

Según expertos que siguen este complejo y costoso asunto, sobre el que el gobierno de Macri intentó traer a jurisdicci­ón local pero la Corte de EE.UU. lo rechazó, Burford en los cuatro años de litigio habría ganado 236% en dólares, vendiendo participac­iones (¿alguien local participa?). Si gana, puede ganar 500 %.

Mientras acá hablamos, y pagando o no pagando, están los que hacen buenos negocios con nuestros malos negocios a los que a fuerza de relato, se busca vender a la gente como geniales. El ministro Guzmán acaba de revelar otro de ellos: busca renegociar el arreglo con el Club de París que hizo el verborrági­co Kicillof.

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