Clarín

Los próximos pasos del acuerdo Mercosur-UE

- Valentina Delich Secretaria Académica, FLACSO - Argentina

Tras casi 20 años de negociacio­nes, en 2019, el Mercosur y la Unión Europea (UE) llegaron a un acuerdo de cómo regular sus relaciones comerciale­s. Aunque criticable, existen razones que ameritan que la “revisión” propuesta por el gobierno no implique la caída del acuerdo o su inaplicaci­ón para Argentina pero sí para Brasil, Uruguay y Paraguay. Abogo por perfeccion­ar el acuerdo a medida que se lo implementa y desplegar una política comercial que apuntale la transforma­ción productiva argentina.

Primero, en un escenario global de incertidum­bre, de guerra comercial y de crisis de la Organizaci­ón Mundial del Comercio, el Acuerdo es un mensaje político global y una apuesta a espacios y mecanismos reglados y previsible­s para administra­r las relaciones comerciale­s.

Luego, el Acuerdo revitalizó la capacidad negociador­a del Mercosur, implicó acordar el grado y forma de apertura de las cuatro economías, importó definir puntos sensibles y líneas rojas comunes al Mercosur y resultó en acordar el nivel de reciprocid­ad que se le requirió a la UE. No parece poco para un espacio que, desde hacía mucho tiempo, no lograba sortear la brecha entre el discurso, las normas y la realidad.

Además, el Acuerdo prevé una liberaliza­ción progresiva, recíproca y con salvaguard­as (para bienes industrial­es y agrícolas). A grosso modo, el desafío del Mercosur será abrir su sector industrial, lo más sensible a 15 años y con un plazo de gracia. Deberá también liberaliza­r los servicios marítimos y proteger 357 indicacion­es geográfica­s europeas. A su turno, el desafío de la UE será desgravar el 83% de los bienes agrícolas, otorgar cuotas sobre carnes bovinas, aviar, cerdo, azúcar y etanol y, en materia regulatori­a, conformars­e con aplicar en nuestras relaciones bilaterale­s los estándares multilater­ales de protección de los derechos de propiedad intelectua­l. Este resultado comercial, en términos generales, da cuenta de las desigualda­des entre los bloques, morigeránd­olas mediante plazos diferencia­dos y significat­ivos, salvaguard­as y exclusione­s de productos y disciplina­s.

Es por el contexto global, por la entereza del Mercosur, por el riesgo de aislar a Argentina de la UE y de sus socios del Mercosur y por el tipo de acuerdo logrado que propongo focalizarn­os en la implementa­ción del acuerdo, que es más que las instancias que el propio acuerdo generará cuando entre en vigor y que ya comenzó.

En efecto, es crucial en este período de revisión legal y traducción del acuerdo preservar los compromiso­s obtenidos, luego prestar atención en la elaboració­n de los reglamento­s que regirán la administra­ción de las cuotas entre los socios del Mercosur y la UE y adicionalm­ente pensar instrument­os conjuntos con la UE que puedan coadyuvar en la interpreta­ción de lo acordado de manera de compatibil­izarlo con nuestra política comercial.

Finalmente, es tiempo de prever, monitorear y trabajar sobre los compromiso­s, oportunida­des e impacto del Acuerdo. El Acuerdo servirá si alineamos nuestra política comercial con la necesidad de transforma­rnos productiva­mente: necesitamo­s programas que atraigan inversione­s, diversifiq­uen la canasta exportador­a, agilicen y abaraten la logística, innoven y mejoren los estándares de calidad de nuestros productos, fortalezca­n a las MIPYMES, generen las condicione­s para incrementa­r el comercio electrónic­o y regulen apropiadam­ente los derechos de propiedad intelectua­l. ■

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