La sorpresa del año en el cine de animación
Anoche competía por el Oscar en su rubro. Coproducción entre España y el Reino Unido, le da una vuelta de tuerca al nacimiento de la leyenda de Papá Noel. Siempre mantiene el tono humorístico y es una muy buena opción para ver en familia.
Comedia animada. España/Reino Unido, 2019. 96’, ATP. De: Sergio Pablos y Carlos Martínez López (codirector). Voces originales: Jason Schwartzman, J.K. Simmons, Rashida Jones. Disponible en: Netflix.
Que un acto de bondad lleva invariablemente a otro suena a fantasía o leyenda de un libro de autoayuda. Pero Klaus, la película que Netflix ofrece en su catálogo, y que era candidata al Oscar al mejor filme de animación, que anoche obtuvo Toy Story 4, lo toma como leit motiv y termina construyendo y constituyéndose en una simpática aventura humorística.
Coproducción entre España y el Reino Unido, Klaus es la sorpresa de esta temporada de premios en lo que se refiere a su rubro. Principalmente, el Annie, que reúne a los artistas del cine animado, y donde compitió junto a tres de los cuatro títulos con los que anoche estaba candidateada para el Oscar al mejor largometraje animado. Y también ganó el BAFTA, que entrega la Academia británica... Se quedó sin el Oscar.
Ya habiendo visto los cinco largos, está claro que es mejor que algunos tanques que contaron con fuerte producción detrás. Como si fuera David vs Goliat.
La película del español Sergio Pablos toma al personaje legendario que para Navidad trae regalos para los más chicos (y no tanto) y le dio una vuelta de tuerca para “conocer” sus orígenes.
Para empezar, Klaus (con K, y que no es santo) no es el protagonista absoluto, sino Jesper, el hijo de un acaudalado hombre del Correo. Jesper es un joven que ha tenido todo servido en bandeja, y al que su padre decide enviar a una remota isla del Círculo Polar Artico a hacerse cargo de la correspondencia.
Tiene que conseguir que circulen no menos de 6.000 cartas, porque de lo contrario, su padre lo deshereda. ¿Será tan difícil?
Sí, porque Jesper, que lo único que quiere es que lo sirvan y dormir en su cama con sábanas de seda, se topa con una aldea dividida en dos clanes, que se odian desde tiempos inmemoriales. Pero es así como el recién llegado también se topa con un señor gordo, de larga barba blanca, bastante mayor, que tiene en su hogar, muy bien guardados, un montón de juguetes que ha hecho con sus propias manos. Es un leñador y un carpintero, solitario. No spoileemos más.
También conoce a Alva, que vende pescado desde que la escuela donde enseñaba se quedó sin alumnos. Porque los adultos prefieren que sus hijos aprendan a luchar antes que asistir para ser educados.
Klaus comienza como una comedia más, y va mutando - siempre manteniendo el tono cómico- porque los personajes también lo hacen.
Como Klaus está producida también por una compañía británica, en el original tiene las voces de grandes intérpretes de Hollywood, como Jason Schwartzman como Jesper, J.K. Simmons como el personaje del título y Rashida Jones (hija del músico Quincy Jones) le presta su voz a Alva.
Quizá no tenga la calidad de los movimientos que tienen Anna y Elsa en Frozen II, ni tampoco la nieve se vea o sienta como verdadera. Con personajes con el cuerpo mucho más grandes que sus piernas y pies, Klaus jamás se olvida de que es un relato animado y en el que algunas convenciones se deben seguir casi al pie de la letra.
Claro que esta película viene con mensaje y moraleja, pero lo bien que recrean la manera en que “nació” Papá Noel, ya sea para saber cómo es que los renos vuelan… la convierten en una entretenida película para ver en familia. Que de eso se trata. ■