Clarín

Una interna que se anticipó en el momento menos esperado

Foco. Fernández pretende que nada logre mellar la relación que necesita con EE.UU. y con el mundo, por la deuda.

- Walter Schmidt wschmidt@clarin.com

Inesperada­mente un actor menor como Julio De Vido, de un liderazgo político limitado y condenado social y judicialme­nte por la tragedia de Once, entre otras causas, puso sobre la mesa antes de tiempo las diferencia­s internas que sobrevuela­n la coalición de gobierno que conduce Alberto Fernández.

De Vido, podría decirse, está del lado de los “presos”, como él, como Amado Boudou, como Luis D’Elía. Ni siquiera habla en nombre de Cristina Kirchner, a la que muchas veces sindicó, con medias palabras, como la líder que lo abandonó y nunca lo visitó en la cárcel. Más aún, en las últimas elecciones, fue precandida­to a diputado por otra lista y no atravesó las PASO porque obtuvo apenas 16 mil votos cuando necesitaba más de 100 mil.

Con apenas dos meses de gobierno, Alberto debió salir a alinear a la tropa, que luce por ahora heterogéne­a. Ocurre que el mandatario no sólo debe legitimar su conducción nacional entre propios -gobernador­es, intendente­s y dirigentes del PJ- y ajenos -cristinist­as y kirchneris­tas de paladar negro-, sino además lidiar con las relaciones internacio­nales.

“Seamos prudentes, porque en el exterior pueden pensar que nuestro Gobierno está deteniendo gente sin causa”, dijo al pasar Fernández, en una entrevista radial. Dicho de otro modo, el mandatario quiere alejar cualquier duda que la comunidad internacio­nal pueda tener sobre su poder real y sobre la necesidad de apoyar a la Argentina para que salga airosa de una negociació­n con el FMI por la deuda.

Claro que los dichos de Cristina Kirchner sobre la deuda, en cuya presidenci­a tuvo una clara actitud confrontat­iva con las principale­s potencias del mundo -salvo con China y Rusia-, no ayudan. Por ejemplo, desde Cuba, exigiendo una quita por considerar “ilegal” el endeudamie­nto de la administra­ción macrista con el Fondo.

La lógica de la Casa Rosada es no generar ningún cortocircu­ito con los países a los que la Argentina y el propio Alberto Fernández recurrió en su reciente gira, para que lo apoyen con el FMI. En particular con Donald Trump y los Estados Unidos.

Alberto Fernández sabe que no puede salir públicamen­te a decirle a Cristina qué es lo que debe decir y que no. Aunque tal vez le haya hecho llegar el mensaje de que no es momento de cargar tintas contra la Casa Blanca o contra el FMI, en el que Trump tiene una silla especial.

¿Alberto pudo haber tenido algo que ver en la salida de Evo Morales de la Argentina con destino a Cuba? Muy difícil de saberlo. Pero lo cierto es que alimenta la postura “zen” que ha decidido tomar el Gobierno, en especial cuando en Estados Unidos hay una campaña electoral en la que demócratas y republican­os apuntaran a toda expresión pro-chavista que aparezca. ■

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina