Clarín

La sorpresiva renuncia de la delfín de Merkel complica al gobierno

Es Annegret Kramp-Karrenbaue­r. Deja la jefatura del partido. Debía suceder a la canciller en 2021.

- BRUSELAS. Idafe Martin

El auge de la ultraderec­ha está alterando la tradiciona­l estabilida­d de la política alemana. Debilitada por su falta de autoridad a la hora de evitar que la rama de su partido, la CDU, pactara en Turingia con la ultraderec­ha de AfD, ayer anunció su renuncia Annegret Kramp-Karrenbaue­r (AKK, como es conocida en Alemania). La dirigente había tomado las riendas del partido de Angela Merkel y debía sucederla en 2021 tras sus 16 años al frente del gobierno alemán.

Su renuncia es una sorpresa. Elegida en un congreso de la CDU en diciembre de 2018, todo indicaba que a

Merkel la sucedería una mujer de su mismo estilo e ideas políticas. AKK abandonará la presidenci­a de su partido en cuanto éste elija de urgencia a otro líder.

La CDU sigue siendo la primera fuerza política alemana a pesar del auge de los ecologista­s. Pero a su derecha, donde nunca hubo fuerza significat­iva, le ha crecido un tumor, la ultraderec­hista AfD. Esta formación, que nació contra los rescates financiero­s a Grecia y la llegada de refugiados en 2015, se ha convertido en un partido abiertamen­te ultra que ronda el 14% en los sondeos a nivel nacional pero el 25% en algunas regiones de Alemania oriental.

Su fuerza genera bronca interna en la CDU. Una minoría, sobre todo al este del país, aboga por hablar con los ultras y romper así el “cordón sanitario” que les impide tocar poder porque todas las formacione­s rechazan acercarse a ellos. Esa parte de la CDU triunfó por unos días en Turingia la semana pasada para hacer presidente regional a un liberal, Thomas Kemmerich, más un títere que un líder porque su partido había sido la sexta fuerza política. Merkel tuvo que poner orden y romper ese pacto. Otra parte de la CDU, mayoritari­a y en la que se encuentran la propia Merkel y AKK, defiende el mantenimie­nto del “cordón” y cree que con la AfD ni a tomar un café. AKK no fue capaz de poner firmes a los miembros de su partido en Turingia.

Además de la respuesta a la ultraderec­ha, AKK tiene enemigos internos que Merkel no tuvo. El ala derecha de la CDU supuso siempre un desafío a su liderazgo. Además de ir contra lo aprobado por la CDU de no pactar de ninguna manera con la ultraderec­ha, también querían su cabeza para colocar a uno de los suyos.

AKK tampoco estaba bien vista por la parte más centrista de su partido, que criticó que no fuera capaz de anticipars­e al pacto de sus socios en Turingia con la AfD a pesar de que los resultados de las regionales de octubre pasado en el lander oriental podían provocar esa unión entre derecha y ultraderec­ha. AKK también recibió críticas por los malos resultados de las elecciones europeas de mayo de 2019, cuando su partido cayó hasta el 28% desde el 35% de 2014.

La salida de AKK abre la puerta a un nuevo congreso de la CDU para elegir al sucesor de Merkel. El favorito, Friedrich Merz, de 64 años, representa un conservadu­rismo alejado del de Merkel, cerrado a la inmigració­n y de políticas neoliberal­es, menos europeísta y mucho menos dispuesto a seguir aislando a la ultraderec­ha. Merz es el gran enemigo de Merkel en la CDU. También podría tener posibilida­des Jens Spahn, de 40 años y del ala más a la derecha.

Desde Bruselas, las institucio­nes europeas tiemblan ante la inestabili­dad alemana. Temen que pase un año y medio hasta que Berlín tenga un nuevo gobierno capaz de tomar decisiones importante­s en política europea. Después del Brexit, constituir­ía llevar la parálisis europea hasta casi finales de 2021. ■

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EFE Aliadas. Annegret Kramp-Karrenbaue­r y Angela Merkel en Berlín.

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