Jugadores y dirigencia, en la mira tras el “papelón histórico”
Se espera un clima caldeado el jueves en el estadio cuando el equipo de Pusineri reciba a Fortaleza.
Hay derrotas y derrotas. La del domingo en el Cilindro no fue una más para Independiente. El 0-1 con dos hombres más le duele y le dolerá por bastante tiempo. Es una herida que dejará cicatriz. Se puede perder, claro. Está dentro de las nomas del juego. El problema, para los hinchas que miraban atónitos por la TV, fue la forma. La bronca se hizo expresar de modo inmediato en el canal que por estos tiempos es el espacio público: las redes sociales.
Se descargaron de lo lindo los simpatizantes, principalmente en
Twitter. Pero también algunos pocos sintieron la necesidad de ir hasta la puerta del Hotel Scala, donde concentra habitualmente el plantel, para esperar a que llegara el micro del estadio en la noche del domingo. Hubo insultos para todos a medida de que ingresaban al lobby. Y este jueves por la noche, cuando el Rojo enfrente en Avellaneda a Fortaleza en el primer duelo de la Copa Sudamericana, se pronostica un clima tormentoso.
Nadie se salva de los reproches de los fanáticos. Todos son culpables de este momento que muchos en el microclima del Diablo catalogaron como “un papelón histórico”. ¿Qué grado de responsabilidad se le endosa a cada una de las tres patas que componen el día a día de un equipo que pasó de la algarabía del 5 a 0 a Rosario Central a sufrir una de las peores humillaciones de los últimos años?
1) Los jugadores. Están en la punta de la pirámide de la calentura de los hinchas, primordialmente por cómo perdieron el clásico ante Racing. No supieron resolver dentro del campo los dos hombres más con los que contaron durante 42 minutos. Más allá del nivel de juego, que no fue efectivo ni vistoso, se les reclama falta de rebeldía, carencia de personalidad para imponerse deportivamente ante un rival que se sabía en inferioridad numérica. Claro que el carácter de los jugadores de La Academia para aguantar con dos menos y encima llegar al arco adversario y convertir dejaron más en evidencia a los de camiseta roja. Al margen de esta caída, es un plantel que ya viene siendo mirado de reojo por la gente porque navega en la intrascendencia desde la última etapa de Ariel Holan hasta ahora. En el medio pasó Sebastián Beccacece y el interinato de Fernando Berón, con resultados negativos. Muchos están en bajo nivel futbolístico, a otros parece afectarle el factor anímico. Lo concreto es que estuvieron muy por debajo de lo que se espera en este tipo de partidos trascendentales.
2) Los dirigentes. Casi a la par de los jugadores. La responsabilidad de la pata directiva no es puntualmente por un partido; se los señala por tomar decisiones erróneas en el manejo del fútbol en el último año y medio, es decir en los últimos tres mercados de pases. Independiente vendió muy bien en el primer ciclo de Holan, y de eso se jactaban los dirigentes. Pero, más allá de alguna excepción, compró mucho y mal por elevadas sumas de dinero. Y desde el año pasado comenzó a acusar problemas económicos, deudas por varios pases de refuerzos y atrasos en el pago de los salarios del plantel, que puertas adentro demuestra fastidio. Los Moyano se escudan en la situación del país y en el último receso no trajeron incorporaciones.
3) El entrenador. Lucas Pusineri es a quien menos le caen. El motivo es obvio: lleva cuatro encuentros oficiales dirigidos, de los cuales tres fueron clásicos. Le tocó un fixture complicado. Pidió un nueve y un volante mixto, pero no llegó nadie por primera vez en la era Moyano. Para colmo, perdió a Nicolás Domingo, Nicolás Figal y Pablo Pérez. El domingo no acertó en los cambios. Metió lateral por lateral al incluir al pibe Ortega por Sánchez Miño (dirá que estaba amonestado) y tardó en poner a Roa, que además es más de tener la pelota que de aportar vértigo (Benítez era la otra opción, que quedó en el banco). Pero tiene el crédito abierto entre los fanáticos. Ahora, después de una charla profunda con sus dirigidos, tendrá que ver la manera de sanar una herida que dejará marca. ■