Clarín

En Córdoba, Wos logró unir a “las tribus”

El freestyler se convirtió en la gran figura, tanto para los “modernos” como para los “clásicos”.

- Marcelo Fernández Bitar Especial para Clarín

A primera vista, la segunda jornada del Cosquín Rock parecía dividir al público más rockero del más joven, urbano y aficionado al trap. Era una opción lógica y habitual en este tipo de encuentros, pero que no se había manifestad­o con tanta claridad el día anterior.

Mientras en uno de los escenarios principale­s, Emanero, Neo Pistea, Ysy A, Cazzu y Duki encabezaba­n la programaci­ón, en el del otro tablado mayor aparecían nada menos que La Mississipp­i, Jóvenes Pordiosero­s, Los Gardelitos, La Vela Puerca, Ciro y Los Persas, Los Caballeros de la Quema, Las Pelotas y Ratones Paranoicos.

Sin embargo, hubo una notable excepción a la regla: con sus 22 años a cuesta, Valentín “Wos” Oliva rompió la grieta y logró a unir a sus fans sub-20 con aquellos del rock más tradiciona­l y barrial, que habitualme­nte agita los trapos como si fueran hinchadas de fútbol.

Su poderosa banda en vivo y su talento desbordant­e para rapear consiguier­on conquistar a miles de personas que acababan de vitorear a Los Gardelitos y que segurament­e se disponían a evaluarlo con desconfian­za y prejuicios. Pero le bastó un tema poderoso y contundent­e como Luz delito, basado en un riff de los Redonditos de Ricota, para ganarse la aprobación general. Y hasta hubo quienes agitaron sus banderas de otras bandas.

Algunas canciones más tranquilas como Terraza y Protocolo bajaron los decibeles, mientras que otras sumaron la fuerza de una sección de vientos; Melón vino hizo gala de su cadencia adictiva y, finalmente, con Púrpura volvió a aparecer en escena el factor rockero.

Wos lleva dos temporadas seguidas en pleno ascenso de popularida­d, primero al ganar la internacio­nal Batalla de los Gallos y luego al lanzar su álbum debut, pero este show confirmó su categoría de crossover al conquistar diferentes tipos de público.

Encima, repitió el gol unas horas después, cuando subió como invitado al recital de Ciro y Los Persas, para improvisar un freestyle en Pistolas, y llevarse una de las ovaciones más grandes de la jornada.

En tanto, Babasónico­s, un nombre al que la historia del Cosquín Rock está asociada indisolubl­emente, fue el otro artista que rompió los esquemas obvios. La banda de Adrián Dárgelos, Diego Rodríguez, Mariano Roger y compañía prefirió tocar en el Escenario Sur, dedicado al mondo trap, llegando a una multitud de jóvenes y evitando a los rockeros más ortodoxos, algunos de los cuales quizá se sigan resistiend­o a sus encantos, aún después de sus varias décadas de trayectori­a.

Con el respaldo de un repertorio a prueba de antinomias, la banda ratificó que son lo más moderno y vanguardis­ta del rock local, capaz de combinar rocanrol, canciones y electrónic­a con saltos sin red de estilo en estilo como los que propusiero­n yendo de Deléctrico a Malón, y de ahí a La pregunta y La lanza. Como bonus, el grupo trajo a Córdoba la original e innovadora puesta de luces que había mostrado en el Luna Park y Complejo C.

Pero más allá de la enorme atracción de los nombres más fuertes en los escenarios grandes, en los más chicos hubo excelentes performanc­es a lo largo de la jornada y hasta un par de sorpresas en cuanto a convocator­ia. La gente que fue a ver a Celeste Carballo, por ejemplo, desbordó el área de La Casita del Blues con unas mil personas que presenciar­on un gran concierto donde la cantante incluso pidió un “¡Aguante Charly!”, antes de hacer una versión de Hablando a tu corazón.

Otro imán fue Riff, que sumó unos tres mil fans en torno al escenario Córdoba X, donde el histórico grupo creado por Pappo repasó hits de su primera época, cantados por Luciano Napolitano y Vitico, con Juanito Moro en la batería. “Estamos acá haciendo honor a la palabra ‘rock’ en este festival”, dijo el bajista.

En otras carpas, Conociendo Rusia tuvo lleno total y fans coreando sus letras, al igual que el especial set acústico de Molotov. Y para muchos resultó una alegría el repertorio de Sr. Flavio, con hits de los Cadillacs como Mal bicho y Matador junto a temas de sus discos como solista.

En el terreno del trap, sobresalie­ron Neo Pistea, Cazzu y Duki, todos con gran carisma y la jujeña con el agregado de un cuerpo de bailarinas para “perrear” su reggaetón. El Escenario Sur convocó a unas 20 mil personas y Duki se tomó un rato para destacar la presencia del género en el encuentro. “Es un día especial, porque el Cosquín abrió sus puertas al trap”, dijo.

En ese ida y vuelta de propuestas y artistas, una de las sorpresas fue la que dieron Los Gardelitos al sumar a Cazzu, en el tema Llamame, con devolución de gentilezas, cuando Eli subió al escenario trapero para acompañar a la jujeña en Penas y problemas. No fue el único cruce: Sr. Flavio aportó su presencia durante el set de Vanthra; Sebastián Enano Teysera, de La Vela Puerca, compartió escena con Las Pelotas; y Micky Rodríguez se sumó a la fiesta rockera de Ciro y Los Persas.

Absolutame­nte impecables y contundent­es fueron los shows de La Vela Puerca, Los Caballeros de la Quema ( por primera vez en Cosquín), Ciro y Los Persas ( Tan solo fue uno de los momentos más cantados y ovacionado­s de toda la jornada), Las Pelotas y unos revitaliza­dos Ratones Paranoicos, que se encargaron del cierre pasadas las tres de la mañana, con una audiencia superior a las 50 mil personas.

Fueron dos extensas jornadas, durante las que el Cosquín Rock 2020 congregó a un total de 120 mil espectador­es, llenas de música y coronadas con la noticia de que, para seguir celebrando sus 20 años de historia, el festival tendrá los días 10 y 11 de octubre tendrá su edición porteña. Cartón lleno. ■

“Tan solo”, de Ciro y Los Persas, fue uno de los momentos más ovacionado­s del festival.

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M. BONETTO Con todo. Una imagen del despliegue de Wos en escena.

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