Juan Carlos Di Caro, paciente afectado
“Por la ambición y la avaricia de ellos murieron muchas personas”
Juan Carlos Di Caro, cordobés de 48 años, sufre hemofilia severa hereditaria. Tenía 11 cuando le diagnosticaron sida, hepatitis B y C. Su mamá se instaló junto a él en Buenos Aires. Por siete meses vivieron en un internado de la Academia de Medicina, conocido como “La casita”.
“Desde 1981 ya andaba el virus que le decían entonces ‘la peste rosa’. Yo lo sentía nombrar. Nunca pensé que me iban a dar ese diagnóstico”, recuerda.
El contagio lo atribuye a una operación de ambas piernas que se hizo en el 83. “Me pusieron 200 y pico de factores VIII y supuestamente ahí fui infectado”, relata. El factor VIII es un concentrado antihemofílico que usaban para controlarle las hemorragias.
“La Fundación ya sabía que yo había sido infectado. Recién después de tres años de haberme hecho los estudios me avisaron. Dieron tiempo a que se propagara el virus”, denuncia.
Años después se inició una demanda a los titulares de varios laboratorios. “La primera guerra”, la llama Juan Carlos, quien comenta que en ese momento lo indemnizaron con 25 mil dólares y un sueldo de 700 pesos. “Me hicieron firmar que al recibir eso yo no podía demandar más a la Fundación de la Hemofilia ni a ningún médico. Entonces se presentó un abogado y me propuso abrir la causa. Y empezamos de nuevo otra guerra más, contra los médicos”, explica.
“Se negocia mucho con los factores VIII. Es un tráfico. Y yo estoy seguro de que ellos estaban en el negocio. Porque en 1981 la Fundación Internacional de la Hemofilia dio la orden de que ya no se pongan más factores, y sin embargo me siguieron poniendo”, remata el paciente.
Juan Carlos cuenta que en el 2000 se le presentó una tuberculosis, que le “tocó el cerebro”, y tuvo una neuropatía que le dejó paralizadas las piernas, los brazos y los músculos del estómago. Después tuvo gripe A y neumococo. “Todas enfermedades oportunistas”, sostiene.
“Fue por la ambición y por la avaricia. Porque ellos tuvieron la oportunidad de parar esto y no lo hicieron. Y así murieron muchas personas”, concluye.