Clarín

Aunque está prohibido, mucha gente se sigue bañando en el Río de la Plata

Sucede en Capital y en varios municipios bonaerense­s. El agua está contaminad­a y hay riesgo de ahogarse.

- Agustín Cassano

En la dársena F de la Costanera Norte hay una familia (un hombre, una mujer, dos nenas y tres chicos) que se refresca en la orilla del río. Son las 16.30 y en la Ciudad la sensación térmica es de 35 grados. Al lado de ellos hay cuatro nenes que pescan. No hay adultos alrededor, pero sí un vecino de ellos de la Villa 31, que también llegó al muelle para bañarse. “Vengo hace un montón de años”, dice. Asegura que no le tiene miedo a la contaminac­ión del agua. “Nunca me pasó nada. ¿Me ves con un ojo de más?”.

En esta playa, frente a donde estacionan los camiones del Puerto, reina la basura y en algunos sectores se pueden ver peces muertos. Como en gran parte de la costa del Río de la Plata, está prohibido bañarse. El motivo: el agua está contaminad­a.

Aunque la prohibició­n se estableció con ordenanzas de la década del 70 en la Ciudad y en municipios del GBA como Vicente López y San Isidro, las miles de personas que cada verano concurren al río hacen difíciles los controles para las autoridade­s. “Sacar a uno por uno es casi imposible”, coinciden. Por eso, hay controles presencial­es que cuidan, sobre todo, que nadie se ahogue.

Así, en en algunos lugares hay carteles que advierten sobre la prohibició­n del baño. Y en los espacios cerrados, aunque con ingreso gratuito, como el Parque de los Niños o la Reserva Ecológica de Costanera Sur, el acceso al río está más restringid­o.

Daniel Lumbreras es camionero y junto con su compañero Guillermo Quevedo vienen a la orilla porque no tienen otro lugar para refrescars­e. “La mayoría de las veces tenemos que morir acá. Cuando estamos en la playa de camiones es inhumano porque no hay árboles, no tenemos duchas gratis, y la única que nos queda es el pedazo de río que dentro de todo está playo pero descuidado”, dice Daniel.

Sabe que las aguas están contaminad­as y tiene miedo de que le cause alguna enfermedad, pero repite que “no queda otra”. Lo que ambos ven y les preocupa es que hay muchos nenes bañándose, y la única opción es esta playa detrás de la avenida Costanera Rafael Obligado.

Ricardo Teijeiro es infectólog­o e integrante de la Sociedad Argentina de Infectolog­ía (SAI). Advierte que el peligro de infección depende del grado de contaminac­ión que tenga el agua. “La piel es siempre un buen mecanismo de defensa ante los microbios cuando hay alguna herida, salvo en los lugares donde la infección es más frecuente. Allí puede ingresar el microbio y puede complicars­e también con infeccione­s más graves de la piel”, explica. "Hay que tener en cuenta que en las aguas contaminad­as hay otro riesgo, como la infección ocular, la otitis y riesgos gastrointe­stinales”, advierte el médico.

En Vicente López las playas son de roca pura. No hay arena, sólo lodo y piedra. Alrededor de 50 personas se meten al agua detrás de un gran espacio verde y del anfiteatro Arturo Illia. “No voy a mentir, nosotros venimos a la playa porque no hay otros lados para matar el calor. Lo que hay es privado”, dice Paulo Alvarez, de 24 años. Y agrega que le gustaría que saquen las piedras y pongan banquitos para que “quede más lindo”.

A su lado está Micaela Rivarola, su pareja. Ella dice que “las orillas del agua están sucias, pero más al fondo no”. Añade que nunca escuchó que haya pasado algo allí y se queja por la limpieza del lugar: “¿Por qué no limpian acá? Porque viene gente pobre. Y la gente se va a seguir metiendo. Entonces, ¿por qué no limpian acá que están las piedras y los nenes se lastiman?”, se queja.

Al caminar por la playa de rocas se ven pañales, botellas de vidrio y plástico, envoltorio­s de papas fritas y frascos. En el agua también flotan residuos, y eso es lo que no le gusta a Belén Noriega, quien llegó con su bebé y sus hermanas. “A mí no me gusta meterme. Hoy me metí por el calor. Uso ojotas para no estar tocando y viendo lo que está flotando. Al bebé le digo que cierre la boca porque hay de todo”.

Ya son las ocho de la noche pero la temperatur­a tampoco cede en el río de Quilmes: la sensación térmica es de 34 grados. El acceso al río es más fácil gracias a unas escaleras que recuerdan que en los primeros años del siglo XX esto fue un gran balneario. Mientras tres chicos se zambullen, un hombre de 40 años que los cuida dice que "nunca se bañó", pero que no teme por los niños.

“Lo que está más contaminad­o es la franja costera, 80 a 120 metros de la costa, porque recibe los residuos básicament­e cloacales de todos los arroyos que provienen de la Provincia o la Ciudad”, dice Mora Arauz, coordinado­ra de la Fundación Ciudad, organizaci­ón que busca contribuir a la preservaci­ón y el desarrollo de la calidad de vida urbana en el país.

Añade que, como el Río de la Plata es un estuario, hay corrientes que traen de vuelta la contaminac­ión y “esto hace que sea sumamente peligroso bañarse, porque se producen enfermedad­es de piel y respirator­ias que pueden llegar a ser graves”. ■

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MARTÍN BONETTO Mala costumbre. La gente bañándose en el río, a la altura de la costa de Vicente López.

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