Clarín

El método Gallardo: la continua reinvenció­n para dar pelea en todos los frentes

Desde que llegó a mediados de 2014, el entrenador utilizó con éxito diferentes esquemas. La idea y los jugadores siempre están por delante del sistema táctico.

- Maximilian­o Uría muria@clarin.com

Acaso Marcelo Gallardo sea como Gregorio Samsa y de tanto en tanto se despierte de algún sueño intranquil­o convertido en otra cosa. El personaje de La Metamorfos­is, segurament­e la novela más célebre de Franz Kafka, se transforma­ba en un monstruoso insecto, en cambio en el Muñeco lo que se modifica no es él sino que son los esquemas tácticos con los que planta a sus equipos en cancha. Si River es, hoy por hoy, el monstruo de América, es porque Gallardo entiende que la idea está por sobre cualquier táctica y porque tiene la versatilid­ad para adaptarse y adaptar a los jugadores a los distintos dibujos.

Alcanza con repasar un puñado de partidos importante­s del ciclo Gallardo para entender que lo único que no negocia es la idea. Todo lo demás está sujeto a modificaci­ón. “Lo que menos me importa es el sistema. Para un entrenador primero está la idea, después los jugadores y último de todo el sistema táctico”, explicó en su momento Facundo Sava, actual DT de Quilmes. Y Gallardo parece moverse bajo esa misma lógica. Porque hay una constante en su River: ataca, es protagonis­ta, es intenso, no se relaja, arriesga. Después, puede ser vertical o paciente, según los futbolista­s. O puede defender más adelante o más atrás. Pero la filosofía está ahí.

También es un DT sensato Gallardo. Por eso apostó por un 4-4-2 (tal vez el sistema menos complejo) el 27 de julio de 2014, cuando debutó en el banco de River. Fue un 0-0 con Ferro por Copa Argentina. Luego ganaría por penales. Pero ya había mostrado algunas cartas el Muñeco, colocando a Manuel Lanzini y a Sebastián Driussi como mediocampi­stas por afuera.

El River del primer semestre de Gallardo fue de los mejores. Compite el puesto número uno con el del último semestre de 2019. Era un equipo dinámico, equilibrad­o, con volantes de buen pie y delanteros pensantes. Leo Pisculichi era el enganche. Con un 43-1-2 jugó y ganó la final de la Sudamerica­na ante Atlético Nacional.

El momento de mayor zozobra ocurrió desde julio de 2017 hasta la final de la Supercopa Argentina frente a Boca, en marzo de 2018. En el receso de invierno River se quedó sin Driussi y Lucas Alario. Rafael Santos Borré recién daba los primeros pasos en el club y a Rodrigo Mora le detectaron una necrosis aséptica femoral que lo alejó por varios meses de las canchas. Fue la época de los 5 volantes en el elenco millonario que, hay que decirlo, nunca funcionó, más allá de que se coronó en la final de la Copa Argentina contra Atlético Tucumán. Ariel Rojas había regresado tras un año en México pero ya no tenía la dinámica de antes. También fueron pobres los primeros meses de Enzo Pérez. En el verano de 2018, River contrató a Lucas Pratto y dejó de lado el esquema de los 5 volantes.

También suele sorprender Gallardo con algunos esquemas. Lo hizo con el 3-3-3-1 con el que dio vuelta la serie ante Jorge Wilsterman­n (8-0) por los cuartos de final de la Libertador­es 2017. O en el 3-1 contra Independie­nte en el Monumental, por los cuartos de la copa de 2018, donde colocó a Pratto, Santos Borré y Scocco en el ataque. Más cercano en el tiempo está el dibujo con 5 defensores para disputar la final de la copa en la Bombonera (2-2).

En las finales tampoco repite fórmulas. A Boca, en Madrid, le ganó con un 4-2-3-1, con Pratto como único delantero. Al año siguiente, contra Flamengo en Perú, plantó un 4-1-3-2 y estuvo a minutos de revalidar el título.

Y los cambios seguirán más allá de que está a cuatro partidos de lograr uno de los pocos títulos que le faltan. La línea de 5 defensores por la que apostó para suplir la ausencia de Palacios parece que se agotó en Santa Fe. ¿Se viene el tiempo de Juanfer Quintero ante Banfield? ¿O apostará por Julián Alvarez? Todos los escenarios son posibles con Gallardo, el de DT la metamorfos­is continua. ■

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La pelota bajo la suela. Marcelo Gallardo, con el cronómetro y el silbato en sus manos, dirige la práctica de River ante la atenta mirada de Julián Álvarez y Enrique Bologna.
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