Clarín

El complejo equilibrio del Presidente frente a los desbordes de su vicepresid­ente

La ex mandataria abrió dos conflictos, con la cúpula del FMI y con Italia, que Alberto debió maniobrar.

- Walter Schmidt wschmidt@clarin.com

“No hay doble comando en la Argentina. Yo tengo la lapicera y los cartuchos de tinta. Hay mucha gente que quisiera que yo ignore a Cristina, pero no lo voy a hacer”, afirmó ayer Alberto Fernández, durante una entrevista con radio Rivadavia.

La frase, no sólo intenta revalidar el poder presidenci­al por sobre el de su vice, Cristina Kirchner, que fue quien aportó el grueso de los votos para el triunfo del Frente de Todos. También pretende llevar cierta tranquilid­ad en dos enfrentami­entos generados por la ex mandataria. A destiempo, porque el momento es el menos indicado.

En el lenguaje de las relaciones económicas e internacio­nales, el gobierno argentino tiene hoy, dos graves conflictos.

El primero, con el Fondo Monetario Internacio­nal, justo en momentos en que arribó una misión del organismo para iniciar las negociacio­nes formales por la deuda, de las cuales el Presidente está más que pendiente porque de su resultado depende el plan económico.

Ocurre que la vicepresid­enta, haciendo uso de la verborragi­a que utilizaba cuando era presidenta, acusó días atrás al Fondo de violar el estatuto para otorgarle un préstamo ilegal a la Argentina, cuando la gobernaba Mauricio Macri. Y de pasó, le exigió una quita. Pero hay detalles que endurecen el mensaje en código político. Lo hizo en Cuba y acompañada por el presidente de ese país, Miguel Díaz Canel.

¿Cómo le habrá caído a Donald Trump, que hace poco manifestó su respaldo a Alberto F. ante el FMI, en plena campaña y mientras busca el voto latino con un discurso antichavis­ta y anticubano?

La consecuenc­ia inmediata fue una declaració­n del FMI negando violación normativa alguna. Haciendo malabares, el Presidente consideró “pertinente” lo dicho por su vice, al recordar que esas mismas críticas las había vertido él cuando era candidato y le tocó reunirse con las autoridade­s del Fondo. Claro, era candidato y las cosas que puede decir un candidato no son las mismas que puede manifestar un Presidente.

De hecho, unos quince días antes de que se hiciera público que Martín Guzmán sería el ministro de Economía, ya lo sabía de boca del propio Alberto la directora del FMI, Kristalina Georgieva, a quien pidió que lo recibiera.

Por eso de inmediato, y sin desacredit­ar a Cristina Kirchner sino reinterpre­tar sus dichos, Alberto aclaró que él quisiera un “diálogo sensato” con el FMI y “llegar a un acuerdo” para que el país funcione. No es el mismo contenido ni el tono de lo que había dicho la vicepresid­enta.

El segundo conflicto es con Italia. La secuencia es increíble. El 31 de enero Alberto Fernández mantuvo una reunión bilateral, en Roma, con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, quien le manifestó su apoyo a la Argentina en la negociació­n por la deuda. Ocho días después, Cristina Kirchner desde Cuba deslizó que la supuesta persecució­n judicial en su contra estaba vinculada con el “com

No hay doble comando. Pero sí dos visiones de cómo vincularse con el mundo en este tiempo.

ponente mafioso” de los antepasado­s italianos de Mauricio Macri. Es decir, sugirió que los italianos del Sur, son todos mafiosos. Un escándalo. Y dos días después, el Presidente recibió al embajador de Italia en Buenos Aires, Giuseppe Manzo, ante quien destacó “el aporte de la comunidad italiana y sus valores para el desarrollo de la Argentina”. Ayer se supo que el embajador italiano manifestó su queja durante esa reunión en Casa Rosada. Otra vez, Alberto Fernández corrigiend­o la irrupción de Cristina Kirchner.

¿Pueden ser funcionale­s para el Presidente los arranques de Cristina? Difícil. Mas bien se trata de una situación incontrola­ble. Ella podría haber ordenado a los suyos - Kicillof, Berni, Eduardo de Pedroque no hablarán más de “presos políticos”. Pero eso no ocurrió. ■

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