Aburrimiento y miedo: cómo pasan los días en el crucero en cuarentena
El temor, el tedio y el aburrimiento dominan los días para los 3.500 pasajeros y tripulantes del crucero que está en cuarentena enYokohama, Japón, por la presencia del coronavirus.
En ocasiones reina una atmósfera casi festiva, como cuando japoneses navegan cerca del barco en sus Jet Skis y gritan saludos. En otras cunde la ansiedad, como cuando la tripulación confirma nuevos casos del virus. Hasta ayer había 218 confirmados, el número más grande fuera de China. Un pasajero que se enfermó narró la aterradora experiencia de ser sacado del barco y llevado de inmediato a un hospital envuelto en plástico para evitar contagios.
Pasan los días con pequeñas irritaciones e inconvenientes, como sábanas que no se lavan y comida aburrida, mientras la tripulación pasa dificultades para atender sus necesidades y las de cientos de pasajeros.
Aun en medio de la cuarentena, Cheryl y Paul Molesky parecen de vacaciones. La pareja de Syracuse, Nueva York, ha colocado videos en YouTube de sí mismos descansando en sus batas de baño en el balcón de su camarote, observando el océano y la cima nevada del Monte Fuji. “Tratamos de mantener una actitud positiva, de que no estamos lastimados, no estamos adoloridos, de que estamos disfrutando el momento’’, declaró Paul, un alfarero de 78 años.
La embarcación, que tiene 17 cubiertas, ha mejorado su servicio de internet y Cheryl pasa varias horas por día respondiendo emails y textos y editando sus videos para YouTube. “Ahora que estamos aquí en cuarentena somos el centro de atención, cuando estamos en nuestro país nadie nos da tanta atención’’, comentó.
Un pasajero de unos 30 años que pidió permanecer anónimo dice que pasa sus días tomando fotos de la comida y colocándolas anónimamente en Twitter. “Lo único que puedo hacer es esperar y tuitear’’, dice.
En el barco hay un restaurante de sushi, un baño estilo japonés y un teatro, pero mayormente los pasajeros ahora están confinados a sus camarotes. Muchos de esos camarote, sin embargo, son más pequeños que una habitación de hotel.
Las habitaciones más económicas no tienen mucho más espacio que para una cama doble y una silla de escritorio. No tienen ningún otro mueble donde sentarse. En algunos casos, ni siquiera tienen ventanas. Los huéspedes a menudo tienen que cambiar sus propias sábanas, lavar sus baños y su ropa, ya que está restringido el contacto con la tripulación y los demás pasajeros.
También hay miedo. Algunos de los tripulantes que han dado positivo del virus son trabajadores del restaurante, el bar o del equipo de limpieza que probablemente tuvieron contacto con pasajeros. “Antes de que fuera impuesta la cuarentena, todo andaba normal, todo el mundo se movía libremente a bordo, así que hay numerosas posibilidades de contagio en ese lapso’’, estimó Kazuho Taguchi, director de cooperación en salud global para el Ministerio de Salud de Japón. ■