Quejas en las farmacias y estrategias varias para tratar de reducir el gasto
Recorrida. Los más afectados son los jubilados. Muchos se volcaron a marcas más baratas y envases reducidos. Aun así, no siempre logran adquirir todo lo indicado.
Un relevamiento que hizo Clarín en farmacias de distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires pudo comprobar las dificultades que cada vez más personas tienen para comprar remedios, por el aumento que han tenido, así como la necesidad de reducir gastos en este rubro delicado. En los locales, las mayores quejas salen de boca de los adultos mayores. Muchos de ellos dicen ser ayudados por sus hijos para poder adquirir lo que les recetan los médicos. Pero otros, sin alternativa, deben dejar de tomar los que salen más caros.
“Desde septiembre los medicamentos empezaron a aumentar y aumentar, y todos los meses es un poco más. Fue así que tuve que resignar la compra de uno”, dice Nélida Sal, de 65 años, que está jubilada. Ella toma medicación por una enfermedad cardíaca crónica y para la presión. “Tuve que resignar un remedio que me resultaba muy caro. Para comprarlo, necesitaría $ 2.700, y no puedo, no los tengo”, agrega. Cuenta que ahora, a veces, adquiere las drogas que necesita por blister. Y que, cuando su hijo puede, él se las compra.
“Los remedios se encarecieron de dos meses a ahora. El de los bronquios me aumentó un poquito y también el que tomo para la presión y para la hernia hiatal”, dice una señora de 70 años en una farmacia de Caballito, ubicada en José María Moreno y Rosario. “Los tengo que comprar sí o sí: no los puedo suspender”, agrega. Además, señala que compra siempre primeras marcas, pero que para eso la ayudan sus hijas, porque “con mi jubilación no me alcanzaría”.
Por último, le cuenta a Clarín que debió resignar la compra mensual de un diurético, por su costo. “Es el Seretide. Está a más de $ 2.000. Lo estoy comprando cada dos meses y hay días que no lo tomo”, concluye.
Linda tiene 53 años y es empleada de la farmacia Ital Farma, de Perón al 4185. Confirma que vio caer la venta y que hace tiempo la gente compra menos medicamentos. “Empiezan a preguntar precios y, si no les alcanza, se van sin comprar. Resignan medicamentos”, señala. Y añade que “muchas veces el cliente elige el blíster - en vez de la caja entera- en remedios como ibuprofeno y paracetamol”. La farmacéutica sostiene que “a los que no les alcanza para el de siempre compran segunda marca”.
“La gente siempre empieza a ajustarse dejando de llevar primeras marcas, como Bagó y Montpellier. Consultan alternativas y adquieren algo más económico”, coincide Cynthia Insaurralde, encargada de una farmacia en Montes de Oca y Caseros, aunque en su caso destaca que “tras el cambio de gobierno, algunos volvieron a pedir lo caro de nuevo”.
Luis Antun, dueño de la Farmacia República de Barracas, en Montes de Oca al 1800, sostiene que a los jubilados les afectó mucho el aumento de los remedios porque “ha sido superior al de sus ingresos”. Agrega que “se ha notado más la venta fraccionada”, pero que en su farmacia también venden los “medicamentos mal llamados genéricos, que son de otro laboratorio pero tienen la misma forma farmacéutica”. “En general, la gente los aprueba y los lleva, pero muchos están aferrados a las marcas, tienen un tic con eso”, finaliza Antun.
Héctor, un jubilado de 88 años, sale de la farmacia indignado porque - dice- los remedios “aumentan terroríficamente, ni siquiera acorde a la inflación, que también es galopante”. Él calcula que mensualmente, y aprovechando descuentos, gasta “entre $ 10 mil y $ 12 mil” en remedios para él y su esposa, y dice que aún no hizo recorte, aunque “lucha” para tratar de pagarlos. “Intenté en una oportunidad resignar, pero resulta que, en realidad, lo que vale es el cuerpo. No podés decir ‘bueno, no puedo’. Otra gente sé que sí hace eso”, cierra. ■