Clarín

Un regalo para mamá sorprendió en la subasta del Banco Ciudad

- Julieta Roffo

No hay velas, ni pétalos de rosas, ni mariachis, ni una cama cerca, como en las películas. El único hombre de traje no es el encargado de distribuir a los comensales en un restorán paquete ni alguien que se ha mirado frente al espejo para asegurarse de que el nudo de su corbata estuviera a la altura de sus intencione­s de conquista. Y sin embargo, esta es una cita -no tan íntima, no tan románticap­or el Día de los Enamorados.

Ocurre en el auditorio Santa María de los Buenos Ayres, espacio que le pertenece al Banco Ciudad, en pleno centro porteño. Hay unas 50 personas, un policía armado y el hombre de traje, en el escenario. “Es una gran ocasión para hacer un buen regalo. Y una buena inversión”, dice. Se llama Ricardo Vitaliti y es el martillero a cargo de la subasta de joyas que organiza el banco. Lleva rematados, cuenta, unos mil millones de dólares en los últimos tres años.

En el auditorio hay, sobre todo, mujeres y varones de más de 55 años. Algunas pocas parejas se dan la mano e interrumpe­n el gesto cuando hay que concentrar­se en sostener la paletilla. Las parejas más consolidad­as no son matrimonio­s sino algún comprador y algún asesor. Hay dos pantallas y dos proyectore­s que hacen desfilar el catálogo. “Les recuerdo que hoy señan con sólo el 20%”, tienta Vitaliti. “¿Le ganaron de mano? Puede ofrecer mil más”, le dice a una mujer que apura la paletilla para hacer escalar el precio de un anillo que tiene rubíes y que empezó en 5.500 pesos y ella se llevará por 10.000. “Hizo muy buen negocio: compró por la base”, señala a quien acaba de ofrecer los 90.000 pesos por los que estaba publicado un reloj Cartier. “No paga el impuesto suntuario porque es todo acero”.

Pasa un par de aros que un comprador se lleva por 15.000 pesos. “Preste atención que enseguida viene la pulsera que hace juego, así hace un buen regalo”, dice Vitaliti. El hombre sonríe y un rato después compra la pulsera por 9.000. Cuando llega el colgante de la misma colección dice que no con el dedo. “La gente viene porque puede encontrar una oportunida­d. Tal vez compra por 10.000 un anillo que en una joyería consigue a 40.000. Buscan una oportunida­d de algo a lo que puedan acceder y también hacerse un mimo”, explica Pablo Kubaczka, jefe de Gemología del banco, es decir, quien evalúa la calidad de las alhajas.

Una chica y un chico miran atentos el catálogo en el celular. Esperan el turno del anillo de oro y diamantes que fueron a buscar. Ganan por 10.000 pesos. Un rato después caminan por un pasillo. Ella se prueba el anillo. “¿Es por el Día de los Enamorados?”, pregunta una mujer. “Somos hermanos”, dice ella. “Es para nuestra mamá y para nosotros: una inversión. Una oportunida­d ahora que no se puede comprar más de 200 dólares por mes”, dispara. El romanticis­mo de la señora que preguntó queda tendido contra la lona. ■

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Ayer, en Capital.
El remate. Ayer, en Capital.

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