Clarín

Seguir adelante, pese a todo

- Mariano Ryan mryan@clarin.com

Desde su creación hace 20 años el ATP de Buenos Aires pasó por diferentes malos momentos: crisis económicas como la que sacudió el torneo en 2002, lluvias que obligaron a suspension­es y largas jornadas como sucedió casi siempre -2020 parece ser la excepción- y hasta grandes figuras que se presentaro­n a desgano pese al dinero que se había gastado en ellas, como fue el caso de Marcelo Ríos en 2001. Pero la cita más importante del circuito masculino en nuestro país -por tradición e historia- siempre se reinventó y es una cita obligada en cada febrero para los amantes del tenis y para los que, más allá del deporte, disfrutan con una salida diferente.

Este año el lunar estuvo en la ausencia por diferentes motivos de dos jugadores que habían sido anunciados como las grandes estrellas del torneo: Dominic Thiem y Matteo Berrettini, ambos top ten. El cansancio acumulado por la llegada del austríaco a la final de Australia y una lesión que lo tiene a maltraer al italiano desde hace rato fueron los argumentos esgrimidos por ambos para bajarse. Y el retiro del chileno Cristian Garín tras ser campeón de Córdoba completó el combo. La gente, a decir de los organizado­res, no se quejó. Y entendió las situacione­s como propias del tenis.

Buenos Aires no tiene la billetera de Rotterdam, por ejemplo, el ATP 500 que se juega esta semana y que en 2017 le ofreció 1.200.000 euros a Rafael Nadal para jugar allí. A partir de esa (gran) diferencia se entiende lo que cuesta que los mejores vengan a Argentina. Después, que los que fueron confirmado­s no puedan o no quieran jugar, es otra cosa. ■

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