Omar Mollo La historia del tanguero que eligió vivir en Europa
Lejos de sus raíces rockeras, el hermano de Ricardo se radicó en Holanda, desde donde gira al compás del 2x4. A los 70 años, confiesa: “Quiero paz. Antes quería quilombo a cada rato”.
Ya estoy viejo para el rock”, sentencia Omar Mollo (70 años), después de ensayar un pasaje de
Naranjo en flor en el lobby exterior de su departamento en Belgrano. Hace rato que el cantor y guitarrista cambió la distorsión y los riffs pesados por el género más porteño de todos. Radicado hace rato en Amsterdam, lo que sigue vigente es esa melena que recién deja ver alguna cana. Pero, más importante, aún conserva esa calidez y humildad barrial propia de alguien que la remó para cumplir el sueño de todo músico: vivir de su arte.
Años y años peleándola en la escena rockera criolla, Mollo es un embajador actual del tango en Holanda y en otros países de Europa. Ahora, viene a Buenos Aires dos veces al año, como máximo. “En marzo vuelvo y ya tengo una gira por cinco países: Austria, Alemania, Noruega, Estonia y Holanda. Pero antes de esa gira voy a cantar en el Rotterdam Dutch International Tango Week”, enumera, dando cuenta de su ajetreada agenda. En esta visita a su tierra, Mollo pasó por primera vez por el escenario del Festival de Folklore de Cosquín. “Después de tanto tiempo de ir al Cosquín Rock, debuté en el folklórico”, cuenta. “También fue la primera vez que hubo tango en el festival”, agrega Graciela, su mujer, su manager y su guía espiritual.
-Ya son más de 15 años yendo y viniendo a Holanda. ¿Sentís que ya te conocen?
-De a poco se va creciendo. Lo que pasa es que allá la gente va a los teatros a ver lo que haya. Porque ellos compran un ticket anual y van. Eso está bueno. Pueden hacerlo. Cuando ven la función y les gusta, vuelven. Y si no les gustaste, al próximo año directamente no van.
-¿Desde dónde creés que le entra el tango al europeo? Porque desde el vamos, hay una barrera idiomática.
-Son años escuchando a (Astor) Piazzolla. Es él el que penetró en Europa. Después vienen los bailarines, después viene Pugliese. Y después algún loco como yo que se la juega y le va bien. Pero el tango es muy bien visto en todo Europa. Es como la música clásica para ellos. El tour que hago es en teatros, no son milongas. Van a escucharte.
-¿Subís, cantás y te vas? ¿O hay algún ida y vuelta con el público?
-A veces bajo a la sala, porque hay un lugar donde se venden discos o por ahí quieren un autógrafo... El
lunfardo no lo entienden, pero entienden bastante el español. Entonces uno puede explicarle lo que es
embretao, por ejemplo. Y si se complica, la llamo a mi manager (Graciela, también traductora) que se encarga de traducirme.
-Entonces, ¿dirías que el tango en Europa es una música popular, como puede ser una polka en Polonia?
-Es una música más. Son muy melómanos, les gusta mucho el arte. Allá le dan mucha importancia al arte. Y son escuchadores hasta la última nota, recién te aplauden cuando se hace un silencio. Es otro ánimo. Acá, antes de que termine la canción ya están pidiendo más. Estoy agradecido de poder llevar el tango al mundo, poder ser un embajador.
-Alguna vez dijiste: “Me pinta escribir mis propias letras, pero el tango no es joda”. ¿Seguís en esa búsqueda o te conformás con ser cantor?
-Sigo, sí. Yo me conformo con la vida que llevamos, que es maravillosa. Y de poder vivir de la música, que es lo mejor que me ha pasado. La autoría, cuando llega, llega. No hay que forzarlo. Es natural. Sé que va a llegar. Por ahora me siguen dando muy buen resultado los tangos clásicos y de otros autores, que los interpreto a mi manera.
-¿Pensás que encontraste una forma tuya de cantar el tango?
-Sí, totalmente. Porque me lo dicen todo el tiempo: escuchan cualquier tango y saben que soy yo. Como dije: ‘El tango no es joda’. Pero pasa lo mismo con cualquier género. Uno busca y busca hasta que te sale natural, sin imitar. Hay que buscarlo y sentirte cómodo, no tener la inseguridad de si estará bien o mal.
-¿Vivís en Amsterdam?
-Sí, un lujo caminar por ahí. Tengo una edad en la que ya quiero tranquilidad. Antes quería quilombo a cada rato. Son ciclos, lo bueno es que tenés que curtirlos. Si te quedás con las ganas, te quedás siempre con las ganas de lo que viene.
-¿Cómo te llevás con Spotify y las nuevas formas de escuchar música?
-Ni idea, porque no la uso ni me encargo de subir mi música. Yo tengo los pasos organizados: grabo un disco y ya estoy pensando en el que viene. Una vez que lo grabé, ni lo escucho. Si no me vuelvo loco.
-O sea, no te ocupás de ninguna cuestión ajena a lo musical.
-No, y no me ocupo de lo que ya pasó. Me enfoco en lo que viene. El sábado hago el ND y ya estoy pensando en los cuatro músicos que me están esperando para la gira allá. Termino eso y tengo que hacer cuatro conciertos más con Trío Escapada. Después, cumplir un compromiso con Tango Cosmopolita, el disco anterior, con la Orquesta Típica de Rotterdam. Es todo así, no paro.
-¿Te gusta que sea así, que se haya vuelto rutina?
-La cosa vino así y la hicimos. Ahora, en el ND quizás quieran grabar en vivo y ya empieza otra bola. Me dan ganas de tomar un descansito y tomar distancia, para gozar un poco de lo que ya está hecho.
-Entonces no usás Spotify. ¿Pero escuchás discos?
-No escucho música, de verdad te lo digo. Por ahí tengo la radio prendida de fondo. Lo que le pasa al músico es que cuando escuchás música se te pega, es muy influyente, terminás haciendo algo parecido. A los músicos les pasa eso. La música es infinita. Pero la influencia está siempre.
-¿Seguís trabajando con Alejandro Pont Lezica?
-Sí, con él estamos desde Barrio Sur (2012). Es mi productor discográfico. La carrera que venimos haciendo es a pulmón. El tango no es masivo. Estés con quien estés, no es masivo. A lo mejor si me uniera con Hernán (Cattaneo, DJ argentino que transita la escena electrónica holandesa), e hiciéramos un hit, capaz que la pego. Siempre jodemos con que estaría bueno.
-¿Con tu hermano Ricardo nunca pintó hacer tango?
-No. A Ricardo no le cabe mucho el tango. Pero, bueno, yo siempre digo que uno le dice que no a cosas hasta que un día sí.