Clarín

Con nuevos ministros, Bolsonaro militariza el núcleo duro del poder

- Guido Nejamkis gnejamkis@clarin.com

Con mediciones de popularida­d algo mejores y expectativ­as de mayor crecimient­o económico este año, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro reorganizó el llamado “núcleo duro” del Palacio del Planalto, como se conoce al grupo más íntimo y cercano de sus colaborado­res, para convertirl­o en un poder militariza­do.

Él mismo un capitán retirado del Ejército con un vicepresid­ente general retirado, Hamilton Mourao, Bolsonaro sorprendió nombrando a otro general, en actividad, como ministro jefe de la Casa Civil (jefe de Gabinete de Ministros). Se trata del actual jefe de Estado Mayor Conjunto y ex intervento­r federal en Río de Janeiro, Walter Souza Braga Netto.

La designació­n, que elevó a ocho el número de ministros militares, sin contar altos asesores, disparó interrogan­tes sobre la capacidad del nuevo ministro coordinado­r de ejercer un papel de interlocut­or con el Congreso, de modo de facilitar la aprobación de esperadas reformas económicas, como la del sistema tributario y la de la administra­ción pública.

“La Casa Civil (Jefatura de Gabinete) es históricam­ente un cargo civil. Incluso en la época del gobierno militar (1964-1985). El general Braga Netto es un militar muy calificado y preparado, pero como la mayoría de los militares no tiene credencial­es para la negociació­n política. Entonces, ¿cómo se hará la articulaci­ón con el Congreso? ¿Quién va a comandar las reformas?”, señaló a Clarín el filósofo y analista Denis Rosenfeld, profesor emérito de la Universida­d Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS).

“Los militares se hicieron cargo del Palacio del Planalto. ¿Quién va a dialogar con el Congreso ahora? Bolsonaro se aísla aún más. Negociar con congresist­as exige toma y daca. No sirve de nada enviar una tonelada de reformas al Congreso sin viabilidad de aprobación”, sostuvo Rosenfeld.

La segunda designació­n que prácticame­nte convirtió en un cuartel al tercer piso del Palacio del Planalto, donde trabajan el mandatario y su núcleo duro, fue la del almirante Flavio Viana Rocha, al mando de la Secretaría de Asuntos Estratégic­os.

Joao Bosco Rabello, editor del sitio de análisis Capital Político, consideró que “la pregunta es quien ejercerá algún papel en la articulaci­ón política del gobierno, una vez que la militariza­ción del entorno del presidente de la República, teóricamen­te, lo aísla más aún del Legislativ­o”. Señaló, como ejemplo, los recientes tropezones del ministro de Economía Paulo Guedes, y sus frases polémicas.

El gurú económico de Bolsonaro enardeció a sindicatos y empleados públicos al calificar a los funcionari­os estatales como “parásitos”, por lo que pidió disculpas. Días después, fue otra vez blanco de críticas de todos los sectores por celebrar el alza del dólar ante el real brasileño indicando que con el dólar barato “las mucamas se iban a Disneyland­ia”.

Sin medir aún el impacto de esas declaracio­nes, encuestas recientes están verificand­o un aumento de la popularida­d de Bolsonaro, un reflejo de la tenue pero persistent­e mejora en los niveles de empleo y la perspectiv­a de un crecimient­o de 2,3% para este año, duplicando la expansión de la economía estimada para 2019.

La Encuesta Veja/Instituto FSB, última medición conocida sobre la imagen del presidente, mostró un alza a 36% desde 31% de los que califican al gobierno como “bueno o muy bueno”, superando por primera vez a la porción de los que ven a la administra­ción brasileña como “mala o pésima” (31%). Por primera vez el índice de aprobación al desempeño de Bolsonaro alcanza a un 50%. ■

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