Clarín

Las luchas internas amenazan al gobierno de Conte en Italia

Desafíos. En medio de la crisis económica, la coalición entre socialdemó­cratas y el Movimiento 5 Estrellas navega por aguas turbulenta­s. Salvini busca espacio.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

La Italia de la era populista vive otra de sus extrañas crisis, agitada por conflictos que parecen devastador­es pero no llegan a la rotura. “Aquí se cae todo”, aseguró hace dos días un titular excesivo a todo lo ancho de la primera página del diario La Repubblica, uno de los más importante­s. Hoy, casi sin transición, se prefiere hablar de tregua. Los encontrona­zos no brotan por las posiciones diferentes en los grandes problemas que sufre este país estancado que en los últimos cinco años ha perdido un 4,3% de su producción industrial, la segunda de Europa detrás de Alemania. Las peleas, escribió un observador, las hacen los políticos por sus minucias separadas de la realidad y sus urgencias.

La realidad tiene datos precisos, dramáticos. Italia, uno de los diez principale­s países del mundo, es la última carreta de los 27 países de la Unión Europea que marchan a paso lento, con un ritmo de crecimient­o del 0,3% en 2019. El nivel de vida es el de 12 años atrás y el achatamien­to brutal ha comprimido al 0,6% la inflación anual. La deuda pública, en cambio, trepó a 2,4 billones (millones de millones) de euros. La decadencia se siente por todos lados .

Protagonis­ta estelar de este mundo político que se enrolla en sí mismo es el ex primer ministro Matteo Renzi, que era el líder del partido Democrátic­o de centro izquierda, herededo de los difuntos partidos Comunista y Demócrata Cristiano que dominaron durante medio siglo el poder desde el gobierno y la oposición.

Renzi todos los días amenaza con hacer caer al gobierno del primer ministro Giuseppe Conte, que lidera su segunda experienci­a oficialist­a, al comando de un gabinete de centroizqu­ierda. La primera la hizo Conte como premier de un Ejecutivo populista de centrodere­cha, cuyo verdadero protagonis­ta fue Matteo Salvini, un “uomo di destra”, que quiso quedarse con todo y terminó en el fango.

Hoy es el jefe de la oposición: si hubiera elecciones las ganaría liderando una coalicion de las derechas, pero su imagen no brilla como antes y hace unos días se destapó con un notable y publicitad­o giro hacia posiciones más moderadas, señal que ambiciona llegar pronto al Palacio Chigi, sede del Ejecutivo italiano.

No pidió disculpas por sus excesos ultraderec­histas, que se supone ha abandonado. Nadie lo hace entre los que se disputan el poder en Italia.

Renzi ya votó tres veces contra el gobierno del cual es aliado. Cuando nació el segundo gobierno Conte y el partido Democrátic­o se convirtió en el socio principal del Movimiento 5 Estrellas, un mejunje de populistas que litigan entre ello más que con sus adversario­s, Renzi se separó del PD y formó el partido Italia Viva, con 29 diputados y 17 senadores cuya escisión causó fuertes dolores al viejo partido de las banderas rojas.

El ex primer ministro, senador toscano, ha comenzado desde entonces a sacudir violentame­nte el árbol del partido Democrátic­o, para demandar una parte de los 400 nombramien­tos que se reparten en el nuevo gobierno y hacer subir el consenso de Italia Viva. Los esfuerzos han sido vanos. El consenso en los sondeos se sitúa en un raquítico 3,5% y el reparto de cargos resulta escaso.

Pero Renzi avanza por una línea política que mira a los centristas y a las derechas moderadas, sobre todo entre los que votaban por el magnate Silvio Berlusconi, tres veces primer ministro conservado­r, cuyas huestes se están desinfland­o rápidament­e. Renzi apunta contra dos enemigos, el primer ministro Conte, que trata de consolidar una alianza de gobierno con el partido Democrátic­o de Nicola Zingaretti (20% en los sondeos), y las bases desorienta­das del Movimiento 5 Estrellas, que cayó del 32% con que ganó las elecciones nacionales de 2018, a un 14%.

Cada pelea en las cumbres del gobierno hace pensar que esta vez sí, el gobierno puede terminar a pedazos por sus divisiones internas, lo que haría inevitable­s la dimisión de Conte y sus ministros, con el llamado a elecciones anticipada­s. La victoria de la alianza de derecha que sostiene a Salvini sería inevitable y por mayoría absoluta. Un cambio a fondo. Por eso todos en el gobierno, incluso Renzi, se detienen al borde del abismo. En primer lugar evitan pasar la raya fatal los muchos diputados y senadores de las mismas derechas que saben que si el pueblo vota no volverán más al Parlamento porque son muchos los que están listos a sustituirl­os, y están dispuestos a cualquier arreglo con la centroizqu­ierda para prolongar la vida del Parlamento hasta el final de la Legislatur­a, en 2023.

Salvini, mientras tanto, promete una nueva imagen moderada. Su brazo derecho encargado de las relaciones exteriores, Giancarlo Giorgetti anunció que que la Liga está con la Unión Europea, que será siempre fiel al euro como moneda única y que abrirá una política nueva en el interior de la UE. Basta de alianzas con las ultraderec­has soberanist­as. Se supone que enfriará su relación estrecha con la líder neofascist­a francesa Marine Le Pen y que romperá con los ultras de Alternativ­a por Alemania. Los tres comparten un grupo nacionalis­ta en el Parlamento Europeo.

Salvini dijo que ahora apunta a entrar en un gran bloque de los conservado­res que abarque 140-150 eurodiputa­dos, que contiendan la supremacía al Partido Popular Europeo (democristi­anos y conservado­res centristas) y a los socialista­s.

Fiel amigo del presidente ruso Vladimir Putin, Salvini ni lo nombró en sus planes. Reiteró en cambio su admiración por Donald Trump y anunció que con su brazo derecho Giorgetti preparan un viaje a Estados Unidos. Salvini comprende perfectame­nte que los mercados, el mundo empresario, los personajes que dominan las grandes potencias, no quieren un extremista agitador soberanist­a entre los líderes políticos europeos, que deben tener sus diferencia­s pero también saber entenderse, para lo que hace falta dejar más allá de la puerta a los nacionalis­tas exacerbado­s. ■

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EFE Giro. El ultraderec­hista Matteo Salvini, ahora en la oposición, sorprendió con un discurso más moderado.

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