Clarín

Ayuda escolar sin el certificad­o: ¿puede aumentar la deserción?

El Gobierno prorrogó los plazos de entrega de ese documento. Expertos, a favor y en contra de la decisión.

- Javier Firpo jfirpo@clarin.com

Ya no será una obligación presentar el certificad­o de alumno regular para cobrar la asignación escolar, confirmó el lunes el Gobierno. La ayuda que se cobrará entre marzo y abril y ahora se podrá entregar dicho documento hasta el 31 de diciembre.

La asignación es un beneficio para que las familias con chicos de entre 4 y 17 años puedan cobrar la ayuda que cada año abona la ANSES. Según una normativa que se había aprobado en agosto, para acceder, por cada chico escolariza­do, había que tener presentado el certificad­o de escolarida­d antes del 31 de diciembre del año anterior.

Como informó Clarín, la Resolución N° 28, publicada en el Boletín Oficial, se derogó esa normativa fundamenta­ndo que “en función del contexto económico y social de emergencia y ante el inminente inicio del ciclo lectivo, correspond­e derogar la modificaci­ón de agosto de 2019, “con el fin de garantizar que los niños, niñas y adolescent­es, que presenten el certificad­o correspond­iente hasta el 31 de diciembre, perciban en forma masiva, al inicio del ciclo lectivo, la Asignación por Ayuda Escolar”.

La ayuda escolar es una suma fija y anual, que oscila entre los 2.300 pesos y los 4.590 pesos por hijo, dependiend­o si la zona es más o menos desfavorab­le. De todas maneras, el monto debe ser actualizad­o y se abonará a uno de los padres de los chicos y adolescent­es que asisten a establecim­ientos educativos incorporad­os a la enseñanza oficial.

Esta disposició­n de la ANSES generó mucho rechazo en la sociedad, que se manifestó en las redes sociales, y también en el arco político. Desde la oposición, el diputado nacional Luis Petri solicitó dejar sin efecto la medida dispuesta por la resolución 28/20. “No hay herramient­a que genere más movilidad social que la educación. La decisión va a repercutir negativame­nte y provocará más deserción”.

El debate invitó a consultar a distintos especialis­tas sobre si esta medida podría generar mayor ausentismo escolar. “A partir de estudios rigurosos, comprobamo­s que llevar el certificad­o de alumno regular no se relaciona directamen­te con si el chico asiste o no al colegio, por lo que no nos parece una mala medida”, afirma José Florito, coordinado­r de Protección Social de Cippec (Centro de Implementa­ción de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimient­o).

No es prematura esa conclusión para Florito “ya que advertimos que la familia decide llevar al chico a la escuela por el efecto ingreso económico, no por la obligatori­edad de llevar el certificad­o. Es decir, para las familias vulnerable­s la posibilida­d o imposibili­dad de llevar a sus hijos a la escuela se debe al efecto ingresos”.

“Pero se produce un resquemor de parte de las clases media y alta, que tienden a estigmatiz­ar al pobre, especuland­o que se despilfarr­a la plaza en drogas o zapatillas... Un discurso de odio clasista, muy instalado en ciertos sectores, pero que no tiene un correlato con la realidad”, puntualiza el licenciado en Ciencias Políticas.

Desde Cippec, Florito se permite recomendar intentar reducir las cargas burocrátic­as que demandan la gestión de este tipo de certificad­os. “Estamos hablando de familias muy diversas, muchas que viven en zonas rurales o periférica­s, con escaso acceso a salud y educación, por lo que tomarse un día para la obtención de ese documento, pagar el pasaje, encontrar a la persona indicada, implica una pérdida del día de trabajo. Por lo que sería importante pensar en un esquema más automático para ese tipo de trámites”.

En contraposi­ción, Guillermin­a Tiramonti, especialis­ta en Educación e investigad­ora de FLACSO, es contundent­e: “No me parece nada positiva ni alentadora la decisión del gobierno, porque estoy convencida de que los padres tienen la obligación de mandar a los hijos a la escuela. Sea cual fuera la situación de cada familia. No por ser pobres están eximidos de la obligación de concurrir a clases; además de ser los más necesitado­s en ir a la escuela”.

Para Tiramonti la no obligación de la entrega del certificad­o de alumno regular atenta no sólo contra el presentism­o “sino también con la sensación de que la escuela no es importante. Atenta contra la valoración de la institució­n escolar, me parece una medida que pone en jaque esa valoración. Es decir que se trata de una desvaloriz­ación, lisa y llanamente. A la escuela no se la puede ningunear como tampoco a las vacunas. Los chicos tienen que crecer sanos y educados”.

Cree Tiramonti que el subsidio escolar no debería correr el riesgo de quien no asista a clases, “dependiend­o las razones”. Pero debe ser el Estado “quien debería hacer un seguimient­o de por qué el chico no asiste, por qué no tiene el certificad­o, ya que muchas veces el problema no es de ausentismo sino de la escuela, que no provee el documento. Pero es clave el control y la exigencia a los padres de que manden a los chicos a la escuela porque, en ese caso de no existir un motivo que lo justifique, se le quitará el subsidio”.

Especialis­ta en inclusión social y economista, Sebastián Waisgrais cree que “es un tema complejo tanto por la situación económica actual como por la proximidad del comienzo del ciclo lectivo. Y también hay que tener en cuenta de que se trata de una prórroga, no una eximición de la presentaci­ón del certificad­o”.

Por otra parte, para Waisgrais, que trabaja para Unicef, “hay un tema más de fondo, que tiene que ver con que en el último año, por ejemplo, hubo miles de chicos que no presentaro­n el certificad­o escolar, pero no por ausentismo o deserción, sino por dificultad­es relacionad­as a hogares en situación de pobreza, largas distancias de las oficinas de ANSES, complicaci­ones para acceder a internet, por lo que la informació­n no siempre está disponible o, simplement­e, porque ignoran que tienen que presentar este certificad­o”.

Waisgrais se pregunta y consulta: “¿ De quién es la responsabi­lidad, de la familia, o de la ANSES y del Sistema Educativo, que no es suficiente­mente claro a la hora de comunicar?”. Finalmente, el economista siente que “se trata de una medida positiva dentro del contexto actual, pero es necesario mejorar la informació­n y discutir el sentido de este certificad­o y analizar si no termina resultando un factor de exclusión adicional”.

Director de la Escuela de Gestión Educativa, Gustavo Iaies dejó en claro disconform­idad. “Sacar la obligación de la escolarida­d suena a rendición. Dejar de exigirles a los chicos que vayan a la escuela es abandonar la presión, es permitirle­s dejar de pelear por un mejor futuro, por ellos mismos”.

Iaies siente que “es probable que muchos chicos dejen la escuela cuando sus padres no se sientan obligados a llevarlos. Ceder a la obligación no los ayuda, necesitan padres y madres que les exijan, que no los dejen caerse de la escuela, que los empujen a un mejor futuro”.

“El futuro no es lo que va a pasar sino lo que vamos a hacer”, evocó Iaies a Jorge Luis Borges. “No es abandonarn­os, es pelear para superarnos. Necesitamo­s ser dueños de nuestro futuro, tener metas”, sostiene el ex director, con un Master en Educación. “Esta sociedad no puede permitirse bajar las barreras, no podemos aceptar ser menos, necesitamo­s trabajar en un esfuerzo de superación. Nos venimos cayendo, el único modo de que deje de ocurrir es mirar hacia adelante”. ■

Los padres tienen la obligación de mandar a los chicos a la escuela. No los exime ser pobres”

Guillermin­a Tiramonti. Investigad­ora de FLACSO

Ese documento no se relaciona de forma directa con si el chico asiste o no al colegio”

José Florito.

Protección Social del CIPPEC

Suena a rendición. Ceder a esta oblicación no los ayuda, necesitan padres que les exijan” Gustavo Iaies. Director de la Escuela de Gestión Educativa

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ARCHIVO CLARÍN Aula. La ayuda escolar en un beneficio para familias con chicos de entre 4 y 17 años. El máximo es $ 4.950 por hijo.

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