Regresaron en pleno brote del virus y en Ezeiza nadie los controló
Un grupo de 18 turistas argentinos estuvo en China entre el 21 y el 29 de enero en una zona muy cercana a Wuhan, foco de la epidemia. A su regreso al país ninguno de ellos fue controlado en Ezeiza a pesar de que portaban un barbijo y volvían del país oriental. La mayoría era de Buenos Aires y solo unos pocos del interior. Dos de esos pasajeros, que al día de hoy no manifestaron síntomas, conversaron con Clarín.
La médica jubilada Viviana Herrera y la psicóloga Laura Pérez, ambas de Cipolletti, Río Negro, habían planificado un ansiado viaje a China que pudo concretarse este verano. Fueron en un momento en que solo aparecían algunos rumores de un presunto virus en aquel país y volvieron cuando la epidemia ya se había desatado. Mientras estaban en China sufrieron el vertiginoso cierre de la actividad pública y estuvieron a punto de quedarse dentro de sus fronteras.
Viajaron en un grupo compuesto sobre todo por porteños. Extrañamente a su regreso a la Argentina, con los barbijos puestos, los funcionarios en Ezeiza no les preguntaron si tenían síntomas y mucho menos les tomaron la temperatura. Por propia decisión ambas iniciaron un completo proceso de aislamiento hasta que confirmaron que no se habían contagiado. Hasta donde se sabe los demás miembros del tour también están saludables.
Ya en Cipolletti su caso tomó estado público y los rumores crecieron. Hoy ambas tratan de superar con paciencia la paranoia de algunos vecinos que las observan como posibles focos de contagio. “No quiero que mi familia quede expuesta con esto. Nosotras no tenemos síntomas, no estamos enfermas, no tenemos nada. Igualmente hay personas que nos agreden por Facebook y yo ya tengo ganas de darles mi dirección para que sepan donde evitarme”, dice a Clarín Herrara entre enojada e irónica.
Para cuando Viviana y Laura depositaron sus pies sobre China, apenas si se escuchaban rumores de una enfermedad que afectaba a la población de Wuhan. Nada de qué alarmarse y el tour podía continuar, indicaban desde la agencia de viajes. El 21 de enero pasado las mujeres arribaron a Shanghái junto a 16 compañeros de aventura. Había señales mínimas, casi indetectables para quienes no hablaban chino mandarín sobre que la situación sanitaria comenzaba a complicarse más de lo esperado. La información en los medios nacionales era escasa y, de todos modos, estaba expresada en otro idioma, según detalla la médica. Si existían partes oficiales, nadie entre el grupo podía saberlo.
Según pudo averiguar Clarín, en Migraciones y Aduana afirman que en este caso específico no es su función efectuar cuestionarios o tomar medidas precautorias. Desde el ministerio de Salud informaron que no existe un orden o recomendación por parte de la Organización Mundial de la Salud sobre control de temperatura u otros posibles síntomas en los aeropuertos. Y en Ezeiza no hay una suerte de guardia o protocolo de control para pasajeros que vienen desde China porque -aducen- no hay vuelos directos entre la Argentina y ese país u otras naciones de esa región.
Más allá de estas aclaraciones, los argentinos bajaron del avión en Ezeiza con barbijos y así atravesaron la Aduana. Nadie les consultó por la máscara pese a que venían desde China. La situación se repitió en el aeropuerto de Neuquén. ■