La ola coreana: “Parásitos”, BTS y series de éxito
El filme ganador en los Oscar puso los ojos sobre el arte de Corea. Aquí, otras expresiones de un gran fenómeno.
Hallyu. El término significa “ola coreana” y fue acuñado hace poco más de 20 años cuando sus telenovelas comenzaron a hacer furor -más allá de las fronteras del país- en Japón y en China. Pasó el tiempo pero la ola sigue su curso. Se mueve con fuerza y arrastra no sólo a las novelas sino también a la música y la danza, con el k-pop, y por supuesto el cine.
Aunque el pop coreano lleva un par de lustros pisando fuerte en el país, el Gangnam Style hizo un gran aporte en 2012. El video de la canción de PSY tuvo 19 millones de reproducciones en YouTube cada 24 horas.
En el mundo del cine, Parásitos acaba de convertirse en la primera producción de habla no inglesa en ganar el Oscar a la Mejor Película. No para de recaudar fuera de Corea del Sur. Y la Argentina no es la excepción (ver página 46). El cine no sólo despierta curiosidad con grandes producciones. Desde finales de los ‘90, las películas coreanas tienen fans en la Argentina.
¿Cuáles son las razones de una ola cada vez más poderosa? ¿Qué genera interés en el público argentino, aparentemente tan alejado culturalmente de Corea? ¿Por qué el rol de los jóvenes es clave en ese impulso?
“A partir del éxito de las telenovelas coreanas a finales de los 90, la industria cultural no dejó de crecer, con el k-pop, las películas y los k-dramas (novelas). En el cine, apareció una camada de destacados directores. Por otra parte, BTS no sólo es la banda kpop más importante de Corea, sino la banda pop, a secas, más trascendente del mundo”, dijo Gabriel Pressello, director de relaciones institucionales del Centro Cultural Coreano, que depende de la embajada de ese país.
El pop coreano y los k-dramas son la puerta de entrada de muchos jóvenes a la cultura coreana, a través de la televisión por cable, YouTube y los servicios de streaming. A partir del éxito de algunos de esos grupos y producciones, se dispararon los cursos de idioma y de los talleres de caligrafía. “Diría que un 90% de los participantes son fanáticos del k-pop o de alguna telenovela. En las muestras relacionadas al arte tradicional o a las disciplinas como cerámica y pintura coreana, nosotros convocamos a un público especializado. Pero comenzaron a concurrir muchos jóvenes que se interesaron por Corea a partir de los contenidos de la cultura mainstream”, agregó Pressello.
A partir de la industria audiovisual, el interés fue creciendo hacia otros aspectos de la sociedad coreana. Jini nació en Corea del Sur y llegó a la Argentina a los 10 años. Vivió en Estados Unidos, tuvo un paso por Telefe Noticias como presentadora y productora. Actualmente lleva adelante JiniChannel, un canal de YouTube con 760 mil suscriptores, y fue jurado del concurso K-Pop Latinoamérica. “Cuando comencé el canal, pensé: ‘¿Quién va a querer aprender coreano?’ Pero me equivoqué: fue un verdadero boom de chicos, que se acercaron atraídos por la estética y la música. El k-pop no son simplemente canciones; hay grandes coreografías, moda y belleza detrás de esa industria. Los chicos sueñan con ser estrellas de k-pop. Después, se hacen amigos de la cultura y de sus valores intrínsecos.’”, contó Jini.
En el caso de la música, la difusora de la cultura coreana cree que los productores fueron clave. “Fijate en YouTube cualquier video de k-pop. Tienen millones de dólares gastados en la realización. La calidad fue muy importante para posicionarlo”.
Bailarina (finalista del concurso KPop Latinoamérica), Paula Royon también es fan del k-pop; el año pasado tuvo un programa sobre cultura coreana en radio Vorterix. Fue telonera de Got7 cuando vino al DirecTV Arena; una de las canciones del grupo coreano tiene -sólo por un ejemplo del fenómeno- poco más de 304 millones de reproducciones. “La música k-pop es una combinación de géneros: pop, electrónica, rock... Llaman mucho la atención las coreografías, que despiertan el interés de los chicos por sus ‘idols’, como se los llama. Los ‘fan dancers’ buscan imitar esas coreografías. Cada fin de semana hay un evento de ese tipo en Buenos Aires”, cuenta Royon, que destacó el papel de BTS. La banda, la más popular de su tipo, despierta pasiones en todo el mundo. Y Argentina no es la excepción. “Aún no se sabe cuándo vendrán, pero hay proyecciones oficiales que se llaman Connect BTS en el Centro Cultural Kirchner”, cuenta.
Decíamos, Hallyu significa “ola coreana”. Una corriente capaz de producir coreografías alegres de k-pop, dramas juveniles y joyas como Parásitos, claro. Para rastrear el éxito de la cuatro veces oscarizada Parásitos hay que remontarse a la Nueva Ola del Cine Coreano, que se produjo a finales de los 90. “Lo que generó la película de Bong Joon-ho es algo nunca visto. Creo que tiene que ver, en gran parte, por su temática. Cada tanto aparecen películas que tocan un nervio de algo que ocurre en ese momento. El tema de las diferencias de clases es algo que recorre las políticas mundiales y Parásitos pareció adelantarse al tema”, analizó Marcelo Alderete, experto en cine coreano y programador del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Alderete agrega que la película se anticipó a su época “de manera virtuosa”. “Utiliza géneros como la comedia, el horror y el drama. Y termina creando una historia universal, a pesar de que -a priori- uno pueda pensar que la sociedad coreana no tiene mucho en común con otras sociedades del mundo”. El especialista destacó que muchos de los directores coreanos “revitalizaron un cine que los norteamericanos habían terminado por agotar, con un giro desde sus temáticas y formas narrativas que eran nuevas para el público occidental”. ■