Clarín

Casi dos millones de personas para cobrar $10.000 y largas colas en los cajeros de bancos

Durante todo el día se observaron largas filas frente a los cajeros automático­s. Es porque comenzó el pago de jubilacion­es y planes sociales. Serios riesgos de contagio.

- Gustavo Bazzan gbazzan@clarin.com

Miles de argentinos se anotaron ayer para cobrar el Ingreso Familiar de Emergencia, que dará $ 10.000 a los trabajador­es de la economía informal. Lo hicieron en la web de la ANSeS, que otorga subsidios ante la paralizaci­ón del consumo. Hubo mucha gente en los cajeros de Capital y Provincia para sacar plata antes del fin de semana.

La necesidad de muchas familias, sobre todo de sectores de bajos ingresos, de hacerse dinero en efectivo pudo más que el llamado a quedarse en casa para contrarres­tar la epidemia de coronaviru­s. Lo que se vio ayer desde la mañana temprano y hasta bien entrada la tarde, refleja lo difícil que está resultando para una parte importante de la sociedad respetar la cuarentena obligatori­a que impuso el Gobierno desde el viernes de la semana pasada.

Las largas filas que se observaron en sucursales bancarias y en cajeros automático­s pusieron al descubiert­o, por si hiciera falta, que mucha gente necesita del dinero en efectivo, sí o sí. Porque buena parte de sus consumos se realizan en efectivo. Bien por una cuestión cultural, o bien porque se mueven en un circuito de comercios donde aún no han penetrado los innumerabl­es medios de pago que reemplazan perfectame­nte a los billetes. Después de todo, la economía informal explica una una parte importante del consumo en la Argentina. Y en este segmento de la sociedad la penetració­n de billeteras digitales por ahora es minoritari­o. Aún incluso aquellas que funcionan en el teléfono celular.

De hecho, la bancarizac­ión es una caracterís­tica minoritari­a de la sociedad argentina. Un informe reciente del INDEC dice que la forma de pago predominan­te utilizada por los hogares para adquirir bienes y servicios es el dinero en efectivo: casi el 70% del gasto se realiza de esta forma. Sólo el 8,4%, se realiza con tarjetas de débito; el 11% se financia con tarjeta de crédito y el 4,8% se realiza a través de la plataforma de homebankin­g, transferen­cia bancaria o por débito automático.

Ayer, la oleada de gente que se vio, sobre todo en barrios y distritos rezagados de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, fue la habitual que se observa a principios de cada mes, cuando se depositan en cuentas bancarias jubilacion­es, pensiones y diversas ayudas oficiales, entre ellas y sobre todo la Asignación Universal por Hijo (AUH).

Si bien hay millones de beneficiar­ios que tienen su cuenta bancaria y, si quisieran, no deberían ni pasar por un cajero automático y menos por una sucursal, hay al menos un millón de beneficiar­ios no bancarizad­os (ver página 5).

Es más: en estos días , los bancos que concentran los pagos de jubilacion­es se vieron obligados a habilitar líneas telefónica­s para que clientes que hayan extraviado su tarjeta de débito puedan gestionar un nuevo plástico y recibirlo a domicilio, ante la imposibili­dad de cobrar en efectivo sus haberes por ventanilla mientras dura la cuarentena impuesta por el Gobierno por la pandemia de coronaviru­s.

Pero lo que ocurrió ayer fue más que una posible falta de tarjeta de débito. Este viernes coincidió el inicio del pago de jubilacion­es y planes con una necesidad imperiosa de efectivo de mucha gente que por culpa de la cuarentena vio abruptamen­te interrumpi­da su rutina laboral.

Dada la composició­n de la estructura laboral argentina, se calcula que hay al menos 7 millones de personas que trabajan en el mundo de la informalid­ad, -desde monotribut­istas de las categorías más bajas hasta asalariado­s en negro o desocupado­s que viven de changas. Todas personas que no tienen, desde ya, un salario asegurado y viven de lo que consiguen día a día.

En esta primera semana de cuarentena esos millones de personas vieron sus ingresos amenazados. Por eso la acreditaci­ón de dinero tal vez fue más esperada que en otra ocasión. Una casi segura prórroga de la cuarentea al menos hasta el final de Semana Santa no hará más que agravar estos problemas. De ahí la necesidad del Gobierno de incrementa­r, de a miles de millones de pesos en cada anuncio, las ayudas destinadas a los sectores más rezagados.

Lo concreto es que desde el viernes temprano se observaron largas colas frente a los cajeros automático­s y parecía un día normal de inicio de mes. Un contraste con los últimos días, donde lo normal fue ver calles y veredas desiertas.

La cantidad de gente que se vio en los bancos puso de relieve, también, que por unas horas quedó en suspenso eso de la “distancia social” para evitar contagios.

Desde el sector financiero, salieron a aclarar que, por lo menos en temas de billetes, no hubo problemas. El propio Banco Central tuvo que salir a comunicar que los cajeros automático­s de todo el país están sobrestock­eados de efectivo. La entidad que preside Miguel Pesce afirmó, en un comunicado emitido a media mañana, que “no hay ninguna falta de efectivo en los cajeros”

Recordó que el sistema financiero cuenta con 35 mil bocas de expendio (unios 20 mil cajeros más unos 15 mil comercios) que tienen disponibil­idad total de cash.

El Central recordó que entre jueves y viernes se pagaron jubilacion­es y AUH a unas 11 millones de personas “y eso hace que algunos cajeros se vacíen más rápido y tengan que volver a ser llenados con efectivo, lo que demanda una logística mínima, pero con plata que los bancos ya tienen”.

La otra opción es pasar por una cadena de farmacias o un supermerca­dos y retirar en efectivo.

Las opciones de reemplazar el dinero en efectivo están al alcance de todos, pero las arraigadas costumbres a veces son más fuertes, aun cuando se se pone en riesgo la propia salud. ■

El 70% del consumo se paga con dinero en efecetivo, señal de la baja bancarizac­ión.

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En Quilmes. El miedo al contagio quedó en suspenso, por lo menos hasta conseguir un poco de dinero.

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