Clarín

El cheto que andaban buscando

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

El surfer que volvió de Brasil y quiso surfear y surfeó la cuarentena donde le mandaron hacerla resultó la prueba perfecta de que aquí los chetos son la causa de la peste. Un gran descubrimi­ento del ministro santafesin­o Sain, que hizo escuela. El surfer ofrecía todo para que lo embocaran. Pinta de surfer de oficio y con plata, que viaja con sus tablas, camioneta, domicilio en un lugar y vivienda en otro y cancherea a los policías que lo paran en un control. No podía añadir nada para representa­r a los irresponsa­bles. Y la política oficial se complotó para ponerlo en el cepo.

La historia canta que entró por Paso de los Libres y prometió aislarse en Ostende. En el viaje lo pararon sobre la Panamerica­na. Se negó a firmar la orden de recluirse en su casa legal en Flores hasta donde lo llevó la Prefectura y de donde se escapó a la de su madre en la playa. Fue detenido después de que lo acribillar­an en medios y en las redes. Por suerte para el surfer y también para la otra salud del país, la política, la Justicia que había ordenado detenerlo tuvo la cordura de corregir la exageració­n disfrazada de razón judicial.

El surfer tendrá que seguir explicando pero nunca es bueno que se use a alguien como chivo expiatorio y se confunda una infracción con un delito. Es una confusión peligrosa. Debiéramos saberlo. Lo más grave fue lo del presidente Fernández. Un presidente no es un cual

El famoso surfer que quiso surfear la cuarentena les llenó el cartón a los que hacen política con la pandemia.

quiera. Se lo supone superior por sabiduría y serenidad a la media. Y encima, amplio conocedor de lo que son los escraches: los sufrió en persona.

La situación es bien delicada y sabemos lo que somos: una receta para el desastre. Fernández está bailando con la más fea. ¿ Cómo apelar al cumplimien­to de reglas en una sociedad que no acostumbra cumplir las reglas y sin apelar al miedo? Pero no lo excusa de llamarlo desde su investidur­a “un idiota” . Toma actitudes como si estuviera en campaña.

Inevitable no asociarlo con aquello del abuelito amarrete de Cristina en una de sus insoportab­les cadenas. ¿Alguien imagina haciendo escraches de este tipo a Macron o a Pedro Sánchez? En España, que no han sido los campeones de la prevención, tratan de no hacer politiquer­ía con el virus. Un esfuerzo valioso. Cada mañana el presidente se reúne con los ministros del Comité de Crisis y luego con los miembros del Comité Técnico: el epidemiólo­go que coordina la emergencia sanitaria, los jefes de las Fuerzas Armadas y de la Policía y el responsabl­e de Infraestru­ctura y Transporte. Y luego, a las 12, ellos informan al país.

Empiezan dando las cifras de contagios y de muertos y de cómo funciona el aislamient­o. De los que han sido encontrado­s “en situación de infracción” y a quienes “tuvimos que detener”. La comunicaci­ón es central para tranquiliz­ar a la gente y hay cosas que deben manejar los técnicos, sin contraband­o político y sin mirar las encuestas de imagen. La pandemia nos va a llevar a una sociedad diferente. La pregunta no es cuándo salimos de la cuarentena sino cómo salimos de la cuarentena. Y lo ideal es que nos encuentre mejores al final. ■

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