“Es como salvar a la gente del Titanic”, contó uno de los pilotos
Gustavo Giménez, piloto de Aerolíneas Argentinas, estuvo al frente del vuelo de ida a Cancún para embarcar a un grupo de argentinos varados en ese destino mexicano. El grupo partió desde Ezeiza a la una de la mañana de ayer y regresó cerca de las 21. Fue el último vuelo de repatriación autorizado por el Gobierno.
“Lo que estamos viviendo es desesperante. Es como subir a la gente del Titanic para salvarla, no paro de recibir llamados pidiendo que por favor traiga gente varada en el extranjero. Estamos haciendo todo lo que Cancillería nos pide, que son quienes elaboran las listas con los pasajeros que deben subir al avión”, contó a Clarín el comandante del Airbus 330, en la previa del vuelo para regresar a los últimos 250 pasajeros. Es uno de los pocos voluntarios que accedió -por decisión y porque su salud se lo permitea realizar la operación.
Este tipo de vuelos cuenta con pautas específicas de aislamiento. La tripulación, que vuela con barbijo, guantes y delantal, sólo ofrece un servicio reducido en una pequeña caja, para evitar todo tipo de contacto y contaminación a la comida.
A pesar de los riesgos, no duda de su decisión. “Muchos colegas, por edad, problemas de salud, o porque conviven con suegros sin posibilidad de poder aislarse, no pudieron volar. En mi caso lo hablé con mi mujer y mis hijos, y para mí no había dudas: estos vuelos son un compromiso social, la razón por la cual pertenezco a la aerolínea de bandera de mi país. Somos una embajada voladora, pero queda el sentimiento de que no está siendo suficiente”. ■