Uno por uno, los tratamientos que intentan controlar al virus
Con el correr de los días, la escalada de los casos positivos y las muertes que ya lleva a cuestas, a la maratónica travesía de hallar herramientas terapéuticas efectivas contra el coronavirus se siguen sumando candidatos. El número de posibles opciones de tratamientos crece y se diversifica, con enfoques que incluyen bloquear el COVID-19 para que no ingrese a las células, interrumpir la replicación del virus, administrar antivirales, vacunas o suprimir la respuesta inmune hiperactiva. Hasta el momento, y de acuerdo a una investigación de la Sociedad Americana de Microbiología, los medicamentos terapéuticos dirigidos directamente al SARS-CoV-2 serán los más efectivos.
El virus es fácilmente transmisible porque las proteínas espigadas en su superficie se unen de manera excepcionalmente eficiente a la “enzima convertidora de angiotensina 2” (ACE2), en las superficies de las células humanas. Bloquear ese efectivo ataque es uno de los objetivos. De hecho, se está llevando a cabo un ensayo clínico piloto en pacientes con COVID-19 grave, que investiga el uso de ACE2 humano recombinante para actuar como “señuelo”. Éste, se uniría a las proteínas espiga deshabilitando el mecanismo de SARS-CoV-2 para la entrada en las células humanas.
En paralelo corren los testeos con diversas drogas que, a su vez, se estudia cómo aplicar para potenciar su efecto.
Remdesivir. Se incorpora al ARN viral naciente, donde previene su síntesis y, a su vez, una mayor replicación viral. Este remedio inhibió la replicación del SARS-CoV-2 en estudios de laboratorio, y la condición clínica del primer caso de COVID-19 en Estados Unidos mejoró después de la administración intravenosa del fármaco. Sin embargo, todavía se necesitan más datos.
Tiralona. De amplio espectro, este antiviral también puede ser activo contra el nuevo coronavirus. Es una pequeña molécula sintética que hace 50 años se usa en algunos países de la Federación de Rusia contra múltiples virus, incluida la infección viral respiratoria aguda, la gripe y la hepatitis. Observaciones recientes sugieren que la tilarona es activa contra el virus chikungunyay MERS-CoV. No obstante, su seguridad y eficacia aún no fue comprobada por la Administración de Drogas y Alimentos estadounidense (FDA).
Cloroquina e hidroxicloroquina. La cloroquina (una conocida 4-aminoquinolina) se utiliza clínicamente desde 1944 contra la malaria y el paludismo. También se aplica para el tratamiento de enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoidea y el lupus eritematoso sistémico “Los resultados de más de 100 pacientes mostraron que el fosfato de cloroquina es superior al control para inhibir la exacerbación de la neumonía, mejorar los hallazgos radiológicos, promover una conversión negativa al virus y acortar el curso de la enfermedad. No se observaron eventos adversos serios en los pacientes mencionados”, detalló la Sociedad Argentina de Infectología.
El método francés. El infectólogo Didier Raoult asegura haber encontrado la cura para el COVID-19, mediante una combinación del antipalúdico hidroxicloroquina con el antibiótico azitromicina. El profesor explicó que indicaron a sus pacientes hidroxicloroquina a razón de 600 mgs por día durante seis días, como comprimidos, tres veces por día. La azitromicina, a 250 mgs, se toma dos veces al día el primero, y solo una vez durante otros cinco días. “A partir de que nosotros hemos mostrado que el tratamiento es eficaz, yo encuentro inmoral no administrarlo. Es así de simple”, llegó a declarar.
Transfusiones de sangre. Se utiliza el plasma de pacientes recuperados que contienen anticuerpos contra el virus, en enfermos. Debido a la falta de ensayos clínicos y al conocimiento del mecanismo de acción preciso, no está claro qué tan efectiva es esta terapia. Se utiliza en pacientes en estado crítico, mientras varios ensayos clínicos que investigan su efectividad contra el COVID-19 están en progreso. ■