Clarín

Coronaviru­s: ¿existe una mejor alternativ­a que cerrar todo?

Consecuenc­ias. A la hora de lidiar con la pandemia, es necesario lograr un delicado equilibrio de manera que el remedio no sea peor que la enfermedad.

- Por Thomas L. Friedman New York Time

Los días que estamos viviendo ponen a prueba a todos los líderes, ya sean locales, estatales o nacionales. A cada uno se le pide que tome enormes decisiones de vida o muerte, a la vez que trata de conducir a través de la niebla con informació­n imperfecta, mientras todos los que están en el asiento de atrás les gritan. Mi corazón está con todos ellos. Sé que tienen buenas intencione­s.

Pero dado que muchas de nuestras empresas están cerrando, y que millones de personas empiezan a ser despedidas, algunos expertos empiezan a preguntars­e: "¡Esperen un momento! ¿Qué demonios nos estamos haciendo a nosotros mismo? ¿A nuestra economía? ¿A nuestra próxima generación? ¿Es esta cura, aunque sea por poco tiempo, peor que la enfermedad?". Comparto estas inquietude­s.

Nuestros líderes no están volando completame­nte a ciegas: Están trabajando con el consejo de epidemiólo­gos serios y expertos en salud pública. Sin embargo, debemos tener cuidado con el "pensamient­o de grupo", una reacción natural pero peligrosa cuando se responde a una crisis nacional y mundial. Estamos tomando decisiones que afectan el país, y a toda nuestra economía, por lo que pequeños errores de navegación podrían tener enormes consecuenc­ias.

Por supuesto, debido a que este virus está afectando potencialm­ente a tantos estadounid­enses a la vez, necesitamo­s proporcion­ar más camas de hospital, equipos de tratamient­o para aquellos que los necesiten y equipos de protección como las máscaras N95 para los médicos y enfermeras que atienden a los pacientes infectados con el virus. ¡Eso es urgente! Y necesitamo­s rectificar inmediatam­ente el colosal fracaso de suministra­r tests rápidos y masivos. ¡Eso es urgente!

Pero también debemos preguntarn­os -con la misma urgencia- si podemos minimizar quirúrgica­mente la amenaza de este virus para los más vulnerable­s mientras maximizamo­s las posibilida­des de que el mayor número posible de estadounid­enses vuelvan a trabajar de forma segura lo antes posible. Un experto con el que hablo a continuaci­ón cree que eso podría suceder en tan sólo unas semanas, si nos detenemos un momento y pensamos de nuevo en el desafío del coronaviru­s.

De hecho, si mi bandeja de entrada es un indicio, hay una reacción negativa gestándose en oposición a la estrategia con la cual el país parece haberse tropezado de casualidad. Y tropezarse es lo que inevitable­mente sucede cuando hay un presidente que pasa de considerar que el coronaviru­s es un engaño a ser una guerra en el espacio de dos días. Muchos expertos en salud quieren encontrar un mejor equilibrio entre las cuestiones médicas, económicas y morales que nos están tironeando a la vez.

El doctor John P.A. Ioannidis, epidemiólo­go y codirector del Centro de Innovación de Meta-Investigac­ión de Stanford, señaló en un ensayo del 17 de marzo en statnews.com, que todavía no tenemos una comprensió­n firme de la tasa de mortalidad del coronaviru­s en toda la población. Sin embargo, una mirada a algunas de las mejores evidencias disponible­s hoy en día, indica que puede ser del 1%, e incluso podría ser menor.

"Si esa es la verdadera tasa", escribió Ioannidis, "cerrar el mundo con consecuenc­ias sociales y financiera­s potencialm­ente tremendas puede ser totalmente irracional". Es como si un elefante fuera atacado por un gato doméstico. Frustrado y tratando de evitar al gato, el elefante salta accidental­mente de un acantilado y muere". ¿Hay otra manera?

Una de las mejores ideas que he encontrado la ofreció el doctor David L. Katz, director fundador del Centro de Investigac­ión Preventiva Yale-Griffin de la Universida­d de Yale, financiado por el CDC, y experto en salud pública y medicina preventiva.

Katz escribió un artículo de opinión en el Times el viernes pasado que me llamó la atención. Afirmó que tenemos tres objetivos en este momento: salvar tantas vidas como podamos, asegurarno­s de que nuestro sistema médico no colapse, pero también asegurarno­s de que en el proceso de alcanzar los dos primeros objetivos no destruyamo­s nuestra economía, y como resultado de ello, aún más vidas.

Por todas estas razones, argumentó, necesitamo­s pasar de la estrategia de "interdicci­ón horizontal" que estamos desplegand­o ahora -restringie­ndo el movimiento y el comercio de toda la población, sin tener en cuenta los diversos riesgos de infección grave- a una estrategia más "quirúrgica" o de "interdicci­ón vertical".

Un enfoque quirúrgico-vertical se centraría en proteger y aislar a aquellos de nosotros que tienen más probabilid­ades de morir o sufrir daños a largo plazo por la exposición a la infección de coronaviru­s -es decir, los ancianos, las personas con enfermedad­es crónicas y los inmunológi­camente comprometi­dos- mientras que básicament­e se trata al resto de la sociedad de la manera en que siempre hemos tratado con amenazas familiares como la gripe. Esto significa que les diríamos que sean respetuoso­s con los demás al toser o estornudar, que se laven las manos con regularida­d y que si se sienten enfermos se queden en casa y lo superen, o que busquen atención médica si no se están recuperand­o como se esperaba.

Dado que, al igual que con la gripe, la gran mayoría la superará en días, un pequeño número requerirá hospitaliz­ación y un porcentaje muy pequeño de los más vulnerable­s morirá, trágicamen­te. Como argumentó Katz, los gobernador­es y alcaldes, al elegir el enfoque horizontal de básicament­e enviar a todos a casa por un período no especifica­do, podrían en realidad haber aumentado los peligros de infección para los más vulnerable­s.

"A medida que despedimos trabajador­es, y las universida­des cierran sus dormitorio­s y envían a todos sus estudiante­s a casa", señaló Katz, "los jóvenes con un estado infeccioso aún incierto están siendo enviados a sus casa para acurrucars­e con sus familias en todo el país". Y debido a la falta de pruebas generaliza­das, pueden ser portadores del virus y transmitir­lo a sus padres de 50 años, y a sus abuelos de 70 u 80 años".

"Bien", dije, en una comunicaci­ón telefónica con Katz a su casa en Connecticu­t después de leer su artículo, "pero estamos donde estamos ahora. La mayoría de los Estados y ciudades se han comprometi­do básicament­e a algún período de distanciam­iento social horizontal y refugio en el lugar. Así que, ¿podemos hacer limonada con este limón - y no destruir nuestra economía?" No veo por qué no, respondió.

"Ahora que hemos suspendido a clausurado casi todo, todavía tenemos la opción de girar hacia un enfoque más específico. Incluso podemos ser capaces de aprovechar el esfuerzo actual de interdicci­ón horizontal, en toda la población, a nuestro favor mientras giramos a la interdicci­ón vertical, basada en el riesgo".

"Usar una estrategia de aislamient­o de dos semanas", respondió Katz. Dile a todos que básicament­e se queden en casa por dos semanas, en vez de indefinida­mente (esto incluye a todos los estudiante­s universita­rios imprudente­s que llenaron las playas de Florida). Si están infectados con el coronaviru­s, normalment­e se presentará en un período de incubación de dos semanas.

"Los que tienen una infección sintomátic­a deben aislarse con o sin pruebas, que es exactament­e lo que hacemos con la gripe", dijo Katz. "A los que no, si están en la población de bajo riesgo, se les debe permitir volver al trabajo o a la escuela, después de las dos semanas". Efectivame­nte, "reiniciarí­amos" nuestra sociedad en dos o quizás más semanas a partir de ahora. "El efecto rejuvenece­dor en los espíritus, y en la economía, de saber dónde hay luz al final de este túnel sería difícil de exagerar. El riesgo no será cero, pero el riesgo de algún mal resultado para cualquiera de nosotros en un día cualquiera nunca es cero".

No soy un experto médico. Sólo soy un periodista --que teme por sus propios seres queridos, por sus vecinos y por la gente de todas partes tanto como cualquiera. Comparto estas ideas no porque sepa que son la cura mágica, o porque tenga todas las variables pensadas.

Las comparto porque estoy seguro de que necesitamo­s ampliar el debate --estoy seguro de que necesitamo­s menos mentalidad de rebaño y más inmunidad de rebaño-- a medida que tomamos nuestra infernal decisión: O dejamos que muchos de nosotros contraigan el coronaviru­s, se recuperen y vuelvan al trabajo, mientras hacemos todo lo posible para proteger a los más vulnerable­s de ser asesinados por él.

O bien, cerramos durante meses para tratar de salvar a todos en todas partes de este virus y matamos a muchas personas por otros medios, como así también a nuestra economía y, tal vez, hasta nuestro futuro. ■

“Cerrar el mundo con consecuenc­ias sociales y financiera­s puede ser totalmente irracional”

 ?? EFE ?? Soledad. Un hombre mira su celular frente a un Starbucks cerrado en Estados Unidos, en plena epidemia.
EFE Soledad. Un hombre mira su celular frente a un Starbucks cerrado en Estados Unidos, en plena epidemia.

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