Kinesiólogos, el ejército silencioso que se prepara para la emergencia
La escena ocurre en una sala del Hospital Oñativia de Rafael Calzada, en el sur del Conurbano Bonaerense. Es como un ensayo general. Hay médicos clínicos, anestesistas, enfermeros, pediatras. Forman una ronda alrededor de una mesa pequeña en la que están apoyados los elementos necesarios: guantes, tubos, cables, barbijos, una bandeja cargada de utensilios. También hay un proyector que va complementando la explicación con imágenes que se reflejan en una de las paredes. Los que hablan, los que marcan el camino, son los kinesiólogos.
“Somos muchos los kinesiólogos que trabajamos en área cerrada, en salas de terapia intensiva, y quizá la gente no sepa bien qué es lo que hacemos”, advierten los encargados de ejercer una especialización que en estos tiempos de aislación por el coronavirus cobra una importancia vital.
Esta semana, el ministerio de salud de la Provincia llevó a cabo una convocatoria de personal adicional para los hospitales. Solicitaban 500 terapistas, 500 médicos generalistas y 500 kinesiólogos. “Esta última especialidad resulta clave cuando los infectados ingresan en etapa crítica y requieren tratamientos específicos para los pulmones y vías respiratorias”, explicaban.
En el hospital Oñativia elaboraron un protocolo a través del cual los kinesiólogos brindan a colegas de la institución una capacitación que incluye prácticas y simulación. Se trata de preparar a la mayor cantidad de personal médico posible para que pueda actuar en casos de emergencia.
“El curso empieza por lo más básico: cómo lavarse las manos correctamente, cómo ponerse los barbijos, guantes y antiparras; y también cómo sacárselos. Parece algo sencillo pero muchas veces, como está tan automatizado, se hace mal. Hay muchos profesionales que están infectados y lo primero que hay que evitar es eso”, subraya Patricia Engardt, jefa de servicio de kinesiología del Oñativia.
Y de lo más básico se llega hasta lo más complejo. A la hora de asistir a un paciente en terapia intensiva “la secuencia de intubación para alguien que está grave, en este caso un paciente con coronavirus, tiene que hacerse en menos de un minuto”, explica Engardt. Y subraya que “es determinante la sincronización, agilizar el proceso y mantener los sistemas cerrados para no contaminar el ambiente”.
En el Oñativia montaron un circuito especial desde la entrada al hospital. Cuando llega un paciente le preguntan los síntomas. Si tiene fiebre, accede al centro de salud por un camino determinado. Si presenta otra patología, entra por un lugar alternativo.
“Aprendimos de los errores de Asia y de Europa –admite la directora del Hospital, Carolina Ricci-. El éxito ahora consiste en prevenir . Por eso hay que capacitar a los médicos que no están acostumbrados a trabajar en casos de alto riesgo”.
“Los kinesiólogos adquirieron un rol determinante –dice Ricci-. En el hospital Italiano donde también trabajo, hace 20 años que los kinesiólogos entran en terapia intensiva. Pero en los hospitales públicos y más los de Provincia eran reticentes; los terapistas no querían. Los enfermeros se ocupaban de todos los cuidados de los pacientes. Después, cuando se dieron cuenta de todos los beneficios que le da a un paciente la presencia de un kinesiólogo, ya sea para liberar los conductos nasales, mejorar la respiración, incluso la postura, fueron ganando un merecido protagonismo”. ■