Armonía política en riesgo, el juego de Larreta y las propuestas de Pichetto
Reclamo opositor. Juntos por el Cambio pide que sesione el Congreso. Y hay más tensiones.
Cada poder busca justificarse ante la peste
La trampa de la política se apodera de la batalla contra el coronavirus. Cada poder busca justificar su existencia ante la corrida informativa que produce la peste en todo el mundo. Por acá los poderes se justifican con acciones que den racionalidad a movimientos de baja intensidad probatoria. El Gobierno hace una semana dijo que prolongaría la cuarentena hasta después de Pascuas. Demoró el anuncio, a la espera de que la curva de casos justifique esa prolongación. No fuera que los números demuestren que paralizar el país haya sido en vano. Y si sirve paralizar todo el país, incluso en regiones en donde hay poco registro de contagio –seguramente por falta de testeo, pero de eso no se habla–.
Por otra parte, el Gobierno muestra a sus funcionarios desplegados sin barbijo en reuniones a veces masivas, como las del Presidente con sus ministros o con los expertos. Suben y bajan de los helicópteros y se muestran como los héroes que sacrifican la salud propia, mientras sus opositores hacen gestos desde la campaña de cristal de Internet. Para unos, la realidad de los próceres; para los otros, la prohibición de salir de sus casas. Quien manda decide los movimientos de sus adversarios. El mundo ideal para quien manda, pero para saltarse eso es que los legisladores tienen fueros. Integran la asamblea del pueblo, no hay nadie por encima de ellos.
Romper la campaña de cristal con una sesión en vivo
La oposición busca salirse del corralito que, por ejemplo, indispone al Congreso ante la opinión pública. ¿Cuánto tiempo va a pasar para que el público, que ensalza las lindezas de Alberto como líder del proceso, se pregunte para qué siguen cobrando sus salarios los senadores y diputados? ¿Para quedarse en casa hablando por WhatsApp? Esto comienza a desencadenar nuevas situaciones de descongelamiento. La primera es el reclamo de la oposición de Cambiemos de que esta semana el jefe de Gabinete haga su primer informe ante el Congreso de los diputados, como prevé el artículo 101 de la Constitución, que debe ocurrir todos los meses, cámara de por medio. El reclamo del interbloque es que se haga presencial, no virtual, y que Santiago Cafiero hable ante los jefes de los bloques. Una reunión de una veintena de personas, aisladas con barbijo, alcohol en gel y previa medición de la temperatura corporal.
Es la antesala de pedidos más severos de romper la campana de cristal, para que se traten en el recinto, y no por Internet, proyectos como el que firmaron Alfredo Cornejo y Mario Negri, que les entrega a las provincias, según el distribuidor de la coparticipación, los fondos atenientes –las Ayudas del Tesoro Nacional, ATN– más un 30% de lo que se recaude por lo que se llamó el fondo sojero, que se alimenta de las retenciones al yuyito. Es parte de un pedido más amplio, pero quieren adelantar un debate que puede romper el romance de conveniencia entre oficialismo y oposición, en la trinchera de la peste. La oposición se enteró este domingo que el gobierno se dispone a repartir unos $ 6.000 millones a las provincias, pero deja afuera a la Ciudad de Buenos Aires. La Nación tiene suspendido un conflicto con el distrito de Horacio Rodríguez Larreta por el reparto de la coparticipación. La peste detuvo las negociaciones pero no la pelea, que se libra con más fiebre.
Larreta se juega a todo o nada
Esta marginación toca uno de los nervios de la trampa política. Rodríguez Larreta es el gobernador del distrito vidriera del país, cuya suerte se juega en esta batalla tanto o más que Alberto Fernández, que debutó en el cargo hace tres meses. Larreta viene gobernando la CABA desde 2007, y tiene número sacado como candidato presidencial para 2023. Provee un 30% de la asistencia médica a los vecinos de la provincia de Buenos Aires, y reserva el 70% para sus propios contribuyentes. El equipo de crisis que sesiona todas las mañanas en las oficinas de la calle Uspallata está convencido de que si la Ciudad no tuviera que asistir a los bonaerenses, podría enfrentar la peste con éxito. Tiene varias ventajas. Una es que sus relaciones con Alberto se han convertido casi en un contagio. Lo mismo con Axel Kicillof. Con ellos tiene una coordinación política y técnica que la Nación no tiene, por ejemplo, con la provincia de Buenos Aires. Allí el gobernador tiene que vérselas con la rebeldía y la autonomía de los intendentes, que se juegan el pellejo en sus territorios y toman decisiones según sus medios y sus intereses.
Larreta les resuelve a los demás temas que sólo él domina, por ejemplo, adelantar la habilitación del sanatorio Antártida, del sindicato de los Camioneros, para que puedan alojarse los viajeros que llegan de zonas de riesgo y que necesitan algún aislamiento. Esto se lo agradeció Axel a Horario en público en un acto con Hugo Moyano. Logró que sindicatos amigos como el de Gastronómicos le cediera hoteles, lo mismo que Comercio. También negoció con hoteles privados como el Panamericano o el Presidente, para que se alojen allí los cuarentenados, a costa de la Ciudad. ¿De cuánto estamos hablando? Les pagarán un fijo de $ 1.000 por día por cada pasajero. ¿Y la comida? Eso corre por otro lado, y se está negociando.
También juega la Legislatura porteña
Estas medidas obligan a decisiones políticas que pueden resbalar en la trampa que obliga a todos los gobiernos a seguir las instrucciones más severas, so riesgo de que los acusen de negligencia. La crisis hace ganar a los maximalismos. La intención de promover una sesión presencial de la Legislatura, con aislamiento, como ocurrió esta semana en el Capitolio cuando se aprobó la ley Trump, es para darles validez a compras directas, licitaciones abreviadas y otras medidas que necesitan blindaje jurídico, y frenen futuras cataratas de demandas. Larreta se suma al reclamo de que se autorice una sesión de la Legislatura porteña para convertir en ley, como un espejo, las restricciones del DNU de Alberto limitando la circulación. Las medidas de control las aplica la policía local bajo el argumento de la flagrancia, pero en cualquier momento va a haber un escándalo político, por la liberalidad con la que policías y porteros – agentes del dirigente gremial más poderoso de este gobierno, Víctor Santa María– aplican sanciones por la sola cara del vigilado, te diagnostican el virus y te tenés que guardar.
El llorado Simón Lázara dio la idea, por la ley que lleva su nombre (la ley 23.950) que prohibió la aplicación del ojo del policía para detener a quien creía sospechoso. Esa norma la quiere discutir el gobierno de Larreta en la Legislatura,
La oposición pide que el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, dé su informe de gestión, como prevé la Constitución.
Alfredo Cornejo firmó un proyecto (con Mario Negri) para que se repartan fondos de Nación entre las provincias.
Cerca de Larreta remarcan que el 30% de la atención sanitaria de la Ciudad la dedican a vecinos de la Provincia.
El coronavirus logró que se adelantara la habilitación del Sanatorio de los camioneros de Hugo Moyano.
Miguel Pichetto propone que se apliquen para esta crisis varias de las medidas que se pusieron en práctica en el 2001.
así como todas las otras que regulan, a nivel local, las relaciones entre particulares. Larreta es de los políticos que anda por todos lados sin barbijo. Esta pelea es la ideal para su fisonomía
política, la de un hiperactivo que propone un estado de obras, sin argumentos ideológicos y sin fronteras políticas. Así como va por el mundo de la mano de Alberto, que no da un paso sin él, cruza sonrisas en público con Axel, pero también mantiene conversaciones con los poderosos en serio del oficialismo, como Gerardo Morales, y del peronismo, como Juan Schiaretti. El gobernador de Córdoba manda en el segundo distrito del país en tamaño, y todavía no se conoce la real incidencia del virus en una población con mucha movilidad y mucho turismo. Depende, como en todo el país, de que aumenten los tests. Y quiere tener en Larreta a su mejor socio.
El modelo del 2001
En esto el impulso larretista coincide con el de Miguel Pichetto, que ha dedicado la semana re
clamar que se reúna el Congreso, para darles forma de ley a decisiones que el Gobierno toma por DNU, y que pueden ser objeto de futuros litigios judiciales. O para impulsar normas que preparen el día después de la crisis, y saquen a la economía del marasmo que lleva, por acá, más un año. Este paquete que reclama Pichetto incluye una baja del impuesto a las Ganancias de las empresas, una baja de los intereses de los créditos de los bancos a la producción, el auxilio de emergencia directo a la masa salarial de empresas, generalizando el sistema de los Repro – auxilio para el pago de salarios–, una moratoria fiscal también de emergencia, que libere a los empresarios, monotributistas y cuentapropistas informales de la pandemia de fondo, que es la caída de la economía.
Entre las medidas que reclama Pichetto en leyes del Congreso, figuran también normas de protección de empresas nacionales. Esgrime como antecedente las que sancionó el Congreso en 2002: modificaciones a Ley de quiebras para suspender el cram down (apropiación de empresas endeudadas por los acreedores); las de protección a firmas nacionales, como la ley cultural que limitó la extranjerización de medios, y que hoy cree que debería ampliarse a todas; una adaptación de los códigos a la situación de las compañías. Cita como reminiscencia los Acuerdos Preventivos Extrajudiciales (APE), para facilitar los contratos celebrados entre los deudores en crisis. "La APE fue una creación legislativa de la que participé yo en aquellos años, junto a Oscar Lamberto, Cristina de Kirchner, Miguel Toma, Humberto Roggero,
Rafael Pascual, Jorge Remes Lenicov, José Luis Pesoa, Jorge Capitanich. Mucha de esta gente está hoy aún en actividad y podrían aportar mucho de aquella experiencia.” “Hoy YPF vale USD 1.000 millones -argumenta Pichetto-, puede aparecer un tipo que se la lleve por ese precio y es la principal empresa argentina".
La receta de los economistas
La oposición leyó hace varios días el informe de Nadine Argañaraz, una economista de gran predicamento profesional del Iaraf (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) y quien fue miembro del equipo de Alfonso de Prat-Gay. El documento incluye un recetario difícil de discutir, pero duro de domar: 1) es clave –dice– asegurar a cada provincia y municipio del país el financiamiento necesario para que pueda dotar de liquidez al sector privado; 2) el financiamiento casi exclusivo que hoy existe es la emisión de pesos; 3) propone que el financiamiento de las medidas tributarias, que impliquen resignación transitoria de ingresos por parte de provincias y municipios, se realice a través de adelantos de coparticipación (es decir como préstamos), que deberán ser cancelados en el momento que previamente se determine (en la propuesta se sugiere como mes de devolución al mes de octubre de 2020); 4) esos auxilios debieran anunciarse de manera perentoria, preferiblemente antes del inicio del mes de abril. La minuta, contundente, analiza las 262 medidas que han tomado gobiernos de todo el mundo para enfrentar la peste. "El 58% del total de las medidas –sintetiza -estuvo dirigida a mejorar el flujo de caja de las empresas y comercios, garantizando liquidez para las actividades privadas.”
El crack de la industria del petróleo
El panorama se agrava si se miran algunos nichos como la producción de hidrocarburos.
Uno de los informes más leídos del sector, que produce el ingeniero Daniel Gerold, informó esta semana que "la demanda de naftas se redujo 80% en algunos días, para moderarse en los 'días hábiles' de esta semana, igualmente con caídas de 70-75% a excepción de CABA, con algo de mayor movimiento. La demanda de gas oil, que tuvo impacto de 60% en el inicio, se 'moderó' a 40/50%. La demanda de jet fuel colapsó entre 90% y 100%. La consecuencia de la ausencia de demanda interna para el crudo, será poder vender petróleo con la menor pérdida posible, o encontrar formas para su almacenamiento". El dictamen afirma que "el impacto súbito y sin precedentes forzará una readecuación histórica en la industria petrolera argentina".
La gran ilusión del cambio
El marco global le da un contexto rico para el debate, que se abre cada día más hacia lo político y sale de lo médico. Es la hora de los bleeding hearts (corazones sangrantes) que esperan que, como dice el filósofo coreano Byung Chul Han, el virus
les facilite la revolución. Los hay de los dos lados. Quienes representan la insurgencia perpetua, como el teólogo Boff, o por acá Juan Grabois, dicen que el mundo cambió y que ya nada será igual. Y que el capitalismo, herido, se volverá a las cavernas. Del otro lado, están quienes creen que sólo el mercado salvará al planeta del estatismo que precipitó estas pestes. Lo más seguro es que nada
cambie mucho, porque nunca cambia. Lo que pasa con la peste es porque el mundo es como es, y la salida saldrá del un mundo tal como es. Lo demás es fantasía de urgencia. La urgencia es fruto de la conmoción. Para algunos este sacudón hará parir al hombre nuevo, el de la fe cristiana o el del Che Guevara. Para otros, sólo saldremos reforzando los avances de la sociedad humana, que son más libertad y más sentido de la igualdad. Hay mucho barbijo sobre los ojos, o sobredosis de alcohol en gel.