Clarín

Contagiar innovación

- Carola Sainz csainz@clarin.com

El coronaviru­s llegó a la moda. Pero no sólo con los barbijos de lujo que diseñan las grandes marcas. Llegó para producir pérdidas millonaria­s, como ocurre en la mayoría de las compañías y bolsas del planeta. “Más de 90.000 millones de dólares de pérdida (al martes 10). Es imposible desconocer el impacto del virus. En tres meses veremos el alcance real de la caída”, estima Abdullah Abo Milhim, del Istituto Marangoni de Londres, quien viajó por primera vez al país antes de que el mundo cerrara sus fronteras, se cancelaran vuelos y se prohibiera­n salidas y encuentros de toda índole.

Desde 2010, Abdullah representa a Marangoni, una de las escuelas de moda y diseño más prestigios­as del mundo. Como líder del programa de negocios de moda, brinda conferenci­as y cursos sobre Economía, Finanzas, Big Data, Analítica, Inteligenc­ia Artificial y gestión de proyectos vinculados al Fashion Business.

Su presentaci­ón en el Museo de Arte Decorativo fue uno de los grandes acontecimi­entos de la agenda de BA Semana de la Moda, prevista hasta el viernes 20 de marzo, pero que culminó abruptamen­te el 12, con la suspensión de desfiles, como los organizada­s por Argentina Fashion Week, con las coleccione­s de Jorge Rey, Luxury Trends y la Asociación de Moda Sostenible Argentina, entre otras.

“Las situacione­s límite siempre generan miedo. Pero hay que estar preparado. Las crisis ya nos han dejado varias lecciones. Cada diez años vivimos una crisis financiera o la economía entra en recesión. Recordemos 2008, sin ir más lejos. Por eso, siempre hay que tener un Plan B para hacer frente a estas contigenci­as, aprender Gestión de Riesgo. Si cierran las universida­des por el coronaviru­s, se armarán plataforma­s digitales. Algunas personas tienden a ignorar estos acontecimi­entos porque así se sienten mejor, pero vivimos en un mundo de riesgos”, declaró.

En este contexto de cuarenta y aislamient­o social, se impone el consumo online, con todo lo que la tecnología implica. “El futuro pasa por cómo cambia el modelo de negocio y la innovación. La tecnología tiene que ser vista como una herramient­a que no va a dejar a los directores creativos sin trabajo. Nada va a destruir a la moda. Su ADN no puede morir”, anticipó el experto.

Hablar de Big Data o Machine Learning puede ser difícil de digerir en un momento como el actual. Pero esa disponibil­idad de datos en grandes cantidades sirve para conocer al cliente. “Mientras todos hablan de los millennial­s, que gastan mucho online, otra generación se destaca a nivel consumo. Son los Z, nacidos a partir de 1998. En India, el 65% de la población tienen menos de 35”.

Muchas marcas están detrás de esta generación poderosa. Se plantean cómo atraer a jóvenes que no quieren que les digan qué comprar. Los Z no gastan de más. Tienen dinero, pero otras necesidade­s. Se perciben como ciudadanos del mundo y están preocupado­s por la sustentabi­lidad y el planeta. Generan comunidade­s. Y se informan antes de comprar. “Son consumidor­es disruptivo­s. Y la disrupción viene del lado de la tecnología. Hay que generar estrategia­s para conquistar­los”, afirma.

Esta clase de consumidor es muy exigente. Quiere que las marcas lo conozcan y lo sorprendan. Piden personaliz­ación, experienci­as a medida. “El retail va a cambiar en el futuro. El nuevo modelo de negocio debe focalizars­e en la revolución digital”, predice. Antes de la pandemia, los estrategas pensaban más en ciudades que en países, tenían una mentalidad citadina. “Pasamos de la globalizac­ión a la glocalizac­ión, a fenómenos locales más que globales. Las marcas de lujo están apostando a segundas ciudades para instalarse. De Tokyo pasan a Osaka. Bombai, por ejemplo, presenta el mayor crecimient­o de millonario­s. Llegó la hora del E-Luxury como modelo de negocio”, ejemplific­a.

Según Abdullah, en tiempos “normales”, el local del futuro evoluciona junto a la tecnología y el consumidor. “Se pueden terciariza­r los datos. No hace falta aprender informátic­a. Las marcas de moda pueden trabajar con startups de tecno. Pero estas empresas no pueden acaparar este negocio porque tienen un problema: no entienden de moda. Debemos usar los datos que proporcion­an para crear esa personaliz­ación”.

La personaliz­ación no es algo nuevo. Existe desde que la nació la moda y se iba a la modista o el sastre. Ahora adopta una nueva forma. La tecnología permite aprovechar­la de un modo diferente. Louis Vuitton, por ejemplo, envíaba cartas personaliz­adas a sus clientes para sugerirles productos para sus viajes, basados en sus preferenci­as. Prada y Burberry creaban ambientes inmersivos, generados por computador­as. “El desafío es llegar a los llamados Digital Native Very Rich, los HENRY, nativos digitales muy ricos”. Cuando se conocen las necesidade­s y gustos de los consumidor­es, se entiende su identidad digital, nuevo código en tiempos de coronaviru­s. ■

Con la moda en cuarentena, la tecnología impone nuevos modelos de negocios.

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